Sobre los animales de compañía y los niños se ha escrito mucho. Nosotros mismos lo hemos hecho: te hemos contado cómo es el duelo infantil cuando se muere una mascota y cuáles son los animales que tus hijos no podrán tener como mascota en 2024. Pero pocas veces se tiene la oportunidad de aprender de la mano de un experto en algo tan concreto. Ya lo hicimos con Jessica Pierce, autora de ‘¿Qué es ser un buen perro?’, en esta pieza sobre cómo los perros pueden enseñar empatía y responsabilidad a los niños y ahora lo hacemos de la mano de Santiago García Caraballo, veterinario especialista en gatos, que nos enseña a garantizar la seguridad de nuestros hijos e hijas que conviven con gatos.
García Caraballo ha publicado ‘Cómo tener gato y no tirarlo por la ventana’ (Hestia, 21,95 euros), un libro en el que en clave desenfadada y divertida aporta “las claves para comprender el comportamiento de nuestros compañeros felinos”.

En primer lugar, el autor incide en que “los gatos no son perros”. Los pequeños felinos, dice Santiago García Caraballo, “son animales que conservan sus sentidos superdesarrollados y su instinto cazador continúa moldeando su conducta, aunque esa conducta se desarrolle en nuestra casa en vez de en su originario hábitat del desierto africano”.
Por eso, es probable que si tienes un gato en casa, haya niños o no, te topes con determinadas situaciones problemáticas como “el estrés felino, los comportamientos agresivos, las vocalizaciones excesivas, el celo y el dilema de la castración”, apunta el experto.
En este caso nos centramos en el estrés y la agresividad, que pueden desencadenar en situaciones inseguras para tus hijos en casa.

Cómo identificar si el comportamiento de un gato tiene estrés
Entre otras muchas cosas de interés si te gustan los gatos y convives con estos animales en casa, tanto si tienes niños pequeños como si no es así, que cuenta en las páginas de ‘Cómo tener gato y no tirarlo por la ventana’ Santiago García Caraballo, destaca el bloque que dedica a cómo identificar señales de estrés en estos animales y cómo tratar estos problemas para mantener la seguridad en casa.
Son muy interesantes todos sus consejos y valoraciones si convives con gatos, aunque lógicamente cobran si cabe más importancia en el caso de que tengas peques en casa (aquí, por cierto, ya te dimos consejos del Hospital de la Paz para familias con niños trasplantados que tienen mascotas en casa).
Aunque no lo parezca, el estrés en los gatos causa muchas de las situaciones complicadas con gatos en el ambiente familiar. “Son la causa principal de una serie de trastornos que pueden llegar a complicar bastante nuestra convivencia”, dice el autor en las páginas del libro, donde también matiza que “el estrés ayuda a conservar la vida” porque “les ayudará a defenderse ante factores adversos cuando hagan acto de presencia“.
Lo importante, al menos a grandes rasgos, es tener en cuenta que el gato es un animal muy sensible, por lo que “la lista de cosas que pueden producir estrés es muy larga al sacarle de su ‘zona de confort’: cambios de casa, cambios en casa, viajes, la siempre incómoda visita al veterinario, llegadas de bebés al hogar, separaciones o la aparición de personas nuevas, llegada de otro gato o un perro… Sin hablar de situaciones traumatizantes como el dolor debido a heridas o a cirugías recientes”, expone Santiago García Caraballo.
Como personas convivientes con un gato, es fundamental ser conscientes de ello porque el estrés es una de las posibles causas del incremento de agresividad en un gato.

Cómo detectar la agresividad de un gato y garantizar la seguridad de los niños
Dice Santiago García Caraballo en las páginas de ‘Cómo tener gato y no tirarlo por la ventana’ que “a veces no es fácil distinguir entre una agresión ‘de verdad’ y la de juego” porque las dos están estimuladas por el instinto cazador del animal.
Apunta también el experto que las agresiones felinas a personas “revisten menor gravedad por su pequeño tamaño”, si bien no le quita importancia, especialmente si hablamos de niños o niñas, porque “los mordiscos y arañazos duelen”.
Dicho esto, el experto habla de diferentes tipos de agresividad en los gatos, que puede centrarse tanto en otros animales como en las personas. Esta puede ser por miedo, por ejemplo, pero también porque sufre algún tipo de dolor. También puede ser territorial, o simplemente porque no se le ha educado de la forma adecuada desde cachorro.
Santiago García Caraballo explica en ‘Cómo tener gato y no tirarlo por la ventana’ algunas claves y advertencias para detectar y afrontar dicha agresividad, de tal manera que la convivencia sea segura, para el animal y para los miembros de la familia.
Enumeramos algunos de ellos a continuación (hay muchos más, y explicados de forma más detenida, en el libro):
No le sujetes ni intentes calmar si están agresivos
Si está agresivo, intentar tranquilizarle o sujetarle “puede suponer un peligro de por sí”. No lo hagas salvo que el problema venga provocado por el miedo y lo que tengan sea miedo y no agresividad.
Consejo si estás asustados
Si detectáis miedo en vuestro gato, explica Santiago García Caraballo, “debemos intentar calmarlos, acariciándolos y cogiéndolos en brazos, y en muchos casos funciona: poco a poco, se van relajando y hasta ronronean”.
El experto dice que es muy útil en este sentido la técnica conocida como ‘clipping’: “pellizcarles suavemente por la nuca”.

Agresividad con otros gatos
Si la agresividad es con otros gatos, en los machos, dice el experto, “la castración soluciona en gran parte el problema salvo que se trate de gatos adultos que hayan tenido ya agresiones previas hacia otros gatos, donde les queda la memoria”.
Si es una hembra, en cambio, “la castración no soluciona casi ninguno de los problemas de agresión, por lo que una posible solución para gatas que tengan que convivir en una casa sería la aplicación de feromonas”.
Educar desde pequeños
Un ejemplo interesante que pone en su libro el veterinario experto en gatos es acostumbrarlos desde pequeños a no perseguir las manos.
“Desde cachorros, los gatitos tienden a perseguir las manos, de la misma manera que juegan con la cola de la madre”, dice García Caraballo. “El problema es que si se lo permitimos, cuando crecen tienen más fuerza, hacen más daño y, para evitarlo, tendemos a moverlas aún más”, añade.
Este es un consejo que puedes aplicar tú y también enseñar a tus hijos: “siempre aconsejo tener a mano un simple trozo de cuerda, solución sencilla y barata. Cuando el gato empiece con sus acechos, tanto en las manos como en los tobillos, simplemente hay que agitarle la cuerda justo frente a su hocico e irla apartando a un lado, para que la cace. Con un poco de suerte el gato se distraerá con la cuerda y no con nuestras manos”.
El autor recuerda que este problema “no se corrige con la castración, puesto que no hay un componente agresivo real, sino con educación que evite esta costumbre”.

Consejo si hay dolor
La agresividad en los gatos a veces está vinculada al dolor. Esto se detecta siendo observadores, viendo cómo reacciona el animal a según qué cosas. “Lo podemos ver en su actitud: no caminan con normalidad, lo hacen lentamente o prefieren permanecer encogidos durante horas, incluso dejan de ir al comedero se le administra el tratamiento adecuado”, apunta García Caraballo.
Si este es el motivo de su agresividad, ya sea una artrosis, una herida, una cirugía reciente o un trastorno hormonal, por ejemplo, la clave está en llevarlo cuanto antes al veterinario de confianza. Puede tener solución “si se administra el tratamiento adecuado”, recalca el veterinario.
Agresividad territorial
Si el problema es territorial, la clave en primer lugar está en mantener a los niños alejados del animal. Os tocará ir educándole poco a poco, con mucho respeto y distancia, hasta ganaros su confianza. En las páginas de ‘Cómo tener gato y no tirarlo por la ventana’, Santiago García Caraballo profundiza también esta situación, así que te recomendamos, si convives con un pequeño felino y tienes hijos pequeños, que te hagas ya con tu ejemplar.