El hábito de la comunicación en la crianza, de importancia capital según numerosos expertos, no termina de mejorar en muchas familias. Hablar con los hijos e hijas sobre los cambios corporales y emocionales de la pubertad sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes en muchas familias. Aunque vivimos en una época de sobreinformación y acceso a recursos educativos, los datos muestran que, a la hora de la verdad, padres y madres siguen evitando estas conversaciones. Y eso tiene consecuencias, que a menudo son considerables.
Un reciente estudio en formato encuesta del C.S. Mott Children’s Hospital, centro asociado a la prestigiosa Universidad de Michigan (Estados Unidos), publicado en abril de 2025, analiza en profundidad las experiencias y actitudes de los progenitores ante la pubertad de sus hijos de entre 7 y 12 años. La encuesta, que recogió respuestas de 911 padres dentro de una muestra representativa a nivel nacional en Estados Unidos, ofrece datos reveladores sobre la falta de preparación, la inseguridad y los errores comunes en torno a un proceso tan natural como transformador.
El objetivo del estudio era identificar cuándo, cómo y con qué nivel de confianza abordan los padres la llegada de la pubertad en sus hijos, así como las fuentes que utilizan para informarse y los desafíos que encuentran. Y a tenor de los resultados, ha conseguido actualizar una fotografía, la del hábito de la comunicación entre padres e hijos, en el que todavía hay mucho margen de mejora.

Los hallazgos principales y su aplicación a la crianza
Mientras muchos niños y niñas ya muestran señales de pubertad a partir de los 8 años, buena parte de las familias todavía no han abierto la conversación. Esta es la conclusión principal que se extrae de una macroencuesta que deja datos muy interesantes.
Uno de los datos más llamativos es que el 17% de los padres de niños de entre 7 y 9 años ya han identificado signos de pubertad en sus hijos. Entre los niños de 10 a 12 años, este porcentaje asciende al 60%. Sin embargo, más de un tercio (36%) de los padres no ha hablado nunca con sus hijos e hijas de los cambios físicos y emocionales que están por venir. Y entre los padres de niños y niñas pequeños, un 31% cree que sus hijos son "demasiado jóvenes" para hablar del tema.
Esta percepción choca con la evidencia médica: algunos niños, especialmente niñas y niños con obesidad, pueden comenzar la pubertad desde los 7 años.

Otro dato que llama la atención en este sentido, y que enlaza con el anterior, es que el 44% de los padres reconoce no haber recibido ninguna información sobre cómo abordar este tema con sus hijos e hijas.
Seguramente por esta razón, entre otras, el 54% de los padres se considera "muy confiado" en su capacidad para identificar señales de pubertad, aunque muchos reconocen dudas a la hora de abordar las conversaciones: el 41% no sabe cuál es la edad adecuada para empezar, el 40% no tiene claro si debe hablar o no de sexo, y el 29% no sabe qué cambios debería observar.
Este tipo de inseguridades no son nuevas. De hecho, el 39% de los encuestados dice que sus propios padres nunca les hablaron de la pubertad, y solo un 31% cree haber recibido una educación adecuada sobre el tema en su infancia. La herencia del silencio, los problemas en el hábito de comunicarse a nivel familiar, se transmite de generación en generación.
A pesar de todo, hay también señales positivas: un 54% de los padres adopta un enfoque proactivo y el 78% responde a las preguntas de sus hijos e hijas cuando surgen. El 66% busca momentos cotidianos para abordar el tema con naturalidad. En cambio, un pequeño pero significativo 5% reconoce que prefiere evitar completamente la conversación.
En este contexto, los centros escolares solo representan un 14% de las fuentes de información. Los pediatras y profesionales sanitarios ocupan un 30%, y los recursos de crianza un 34%. La falta de coordinación entre estos espacios y las familias es una oportunidad desaprovechada.

Por qué importa empezar a comunicar sobre la pubertad cuanto antes
Además de los cambios corporales (olor corporal, vello púbico, aumento del pecho en niñas o testículos en niños), la pubertad es un torbellino emocional que puede generar mucha confusión. Sin una guía adulta, los niños y preadolescentes se ven expuestos a información distorsionada en redes sociales, televisión o incluso comentarios de sus iguales.
Como destaca el informe, la clave no está en tener "la charla" una sola vez, sino en generar un hábito de comunicación desde edades tempranas. Los expertos recomiendan que las conversaciones deben ser progresivas, adaptadas a la edad y centradas en informar con claridad para generar confianza. Un buen momento para empezar puede ser durante alguna revisión pediátrica, aprovechando que el pediatra puede explicar términos adecuados y facilitar recursos.
En cualquier caso, el estudio protagonista de este reportaje refleja una necesidad urgente en el ámbito familiar: romper con la cadena de silencio y ver la pubertad no como un tabú, sino como una oportunidad educativa. Hablar con nuestros hijos e hijas sobre su cuerpo, sus emociones y los cambios que vendrán es una forma de cuidarlos, de generar autoestima y de acompañarlos con presencia.
No se trata de tener todas las respuestas, sino de estar disponibles para buscarlas juntos, de acompañarles. Recursos no faltan: desde libros infantiles hasta herramientas digitales o películas, como 'Red', la cinta de Disney criticada por tratar la menstruación en la pubertad, y, por supuesto, el acompañamiento de los profesionales sanitarios. La conversación debería producirse en casa, y cuanto antes, mejor. Y esta encuesta demuestra que no está ocurriendo en sí en muchos hogares.
Referencias
- Sarah J. Clark, Susan J. Woolford, Acham Gebremariam, Leah Beel. Approaching Puberty: Talking with Tweens about Body Changes. C.S. Mott Children’s Hospital National Poll on Children’s Health, Vol. 47, Issue 2, abril 2025. Universidad de Michigan. Ipsos Public Affairs.