Ser Padres

¿Cómo podemos saber el nivel de dolor que siente nuestro hijo?

Cuando los niños son pequeños, saber el nivel del dolor que sufren es complicado. Te enseñamos a reconocer la gravedad del dolor de tus hijos a través de las escalas que utilizan los pediatras y te contamos por qué unas personas parecen sentir menos dolor que otras.

Carla SMG

Hay un lenguaje no escrito que trae de cabeza a madres y padres y es el del dolor de sus niños pequeños. Cualquier síntoma que marchite sus rostros es motivo de preocupación y tormento para ellos, hasta que encuentran una razón y remedio. Pero, para llegar hasta ahí, necesitan primero reconocer hasta qué punto es grave.

Saber la intensidad del dolor de los niños no es fácil, especialmente en los más pequeños, porque su percepción del dolor puede estar influenciada por muchos factores y, además, la comunicación cuando intentan transmitir lo que sienten es poco precisa.

Cuentan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) que durante mucho tiempo, no se le ha dado al dolor la relevancia y consideración que debiera tener. La gravedad de muchas enfermedades viene determinada, entre otros elementos, por este umbral. Así pues, la estimación de la intensidad del dolor es tan importante para el paciente y su familia como para el médico.

¿Qué es el dolor?

Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (AIED), el dolor es “una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial”. Estiman que es el causante del 80% de las consultas en el médico en nuestro país. Y cuando se refiere a niñas y niños, la AEP asegura ser una de las causas más frecuentes de su sufrimiento.

En la Sociedad Española del Dolor (SED) encontramos que el nivel de dolor que pueden sufrir las personas teniendo la misma lesión o enfermedad puede variar mucho. Algunos pueden sufrir con creces, mientras que otros ni siquiera sienten ese dolor. Esto ocurre porque el dolor no es únicamente una sensación física: y es que cada vez son más las investigaciones que prueban que hay un alto porcentaje del dolor que es mental, es decir, que gran parte de él, solo vive en nuestra cabeza.

De acuerdo a la Escuela de Medicina de Harvard, en Estados Unidos, la forma en la que sentimos tanto los adultos como los niños el dolor está directamente relacionada con las emociones, la personalidad, el estilo de vida, la cultura, la genética y las experiencias previas.

Esta podría ser la razón que explica por qué hay personas que parecen más predispuestas al dolor, mientras que otras parecen ser inmunes.

Umbral del dolor en niños

Para saber la intensidad del dolor que padecen los niños, la AEP nos recomienda prestar especial atención a las pistas que de manera directa o indirecta nos van dando; un niño menor de 7 años que no es capaz de comunicar con claridad el dolor siente, suele cambiar su comportamiento.

Estas son algunas conductas que nos pueden indicar que un niño siente dolor:

  • Llanto o quejido inexplicado.
  • Menor actividad, por ejemplo, que no tenga ganas de jugar.
  • Rechazo del alimento.
  • Búsqueda de contacto con los padres más de lo habitual.
  • Si se lleva de forma repetida la mano hacia alguna parte de su cuerpo.
  • Si el niño evita rozar una parte de su cuerpo con ninguna otra cosa.

El profesional sanitario utiliza diferentes escalas para tratar de cuantificar la intensidad del dolor; por una parte, las escalas objetivas valoran la intensidad del dolor de las niñas y niños a través de la observación directa, por ejemplo, detectan la cara triste de una niña.

La más utilizada es la escala objetiva FLACC que analiza la cara, el movimiento de las piernas, la actividad, los lloros y si le pueden consolar y valora cada una de las categorías en una escala del 0 (menos grave) al 2 (más grave), y se suman para obtener un total de 0 a 10 puntos.

- Cara:

  • Nivel 0: Ninguna expresión particular, sin sonrisa, desinteresado.
  • Nivel 1: Mueca ocasional o frunce el ceño. Reservado.
  • Nivel 2: Frunce el ceño frecuentemente o de manera constante, mandíbula apretada, barbilla temblorosa.

- Piernas:

  • Nivel 0: Posición normal o relajada.
  • Nivel 1: Intranquilas, inquietas, tensas.
  • Nivel 2: Da patadas, baja y sube las piernas.

- Actividad:

  • Nivel 0: Acostado tranquilo, en una posición normal, se mueve fácilmente.
  • Nivel 1:Se retuerce, cambia de postura, tenso.
  • Nivel 2: Se arquea, está rígido o se sacude.

- Llanto:

  • Nivel 0: No llora (ni cuando está despierto, ni cuando está dormido).
  • Nivel 1: Gime o lloriquea, se queja de vez en cuando.
  • Nivel 2: Llanto constante, chillidos o sollozos, quejas frecuentes.

- Capacidad para sentir alivio o consuelo:

  • Nivel 0: Contento, relajado.
  • Nivel 1: Se tranquiliza al tocarlo, arrullarlo o al hablarle. Se le puede distraer.
  • Nivel 2: Dificultad para consolarle o reconfortarle.

A medida que los niños crecen, evaluar su dolor es más sencillo porque empiezan a ser capaces de decirnos qué le duele, dónde y desde hace cuánto a través de una escala subjetiva. Para niños mayores de 5 años, por ejemplo, se utilizan escalas con dibujos de caras que representan distintas intensidades de dolor y el niño elige el que más se parece a cómo le duele.

¿Cómo podemos aliviar el dolor leve de los niños?

Cuando no se trata de un dolor grave y los padres ya son conscientes del origen de la mala sensación, por ejemplo, el caso de que un niño se hace un pequeño corte con una hoja de papel, podemos intentar aliviar su dolor.

La mejor forma, según aconsejan en la SED, es distrayendo la atención del pequeño a la herida; jugar con él, hacer que se relaje, hacer actividades con las que disfrute habitualmente y que le estimulen. Así, se le pasará cuanto antes y la sonrisa se apropiará de nuevo de su rostro.

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