El caso de Olivia Farnsworth es único en el mundo: carece de parte del Cromosoma 6 que tenemos los humanos: el mismo que se encarga, entre otros, de hacer que sintamos dolor, hambre, frío, sueño o que veamos el peligro. Ella no tiene esa capacidad y, lejos de ser una ventaja, es un auténtico calvario para su familia.