La relación entre la inteligencia emocional y la felicidad en la niñez según los psicólogos

"La inteligencia emocional hace que los niños sean más felices", según el psicólogo de la _Universidad de Harvard Daniel Goleman.
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Aunque el concepto de inteligencia emocional fue acuñado por primera vez por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer en el año 1990, fue el psicólogo de la Universidad de Harvard, Daniel Goleman el que propició que el término alcanzara gran popularidad con la publicación del libro “La inteligencia emocional”, cinco años más tarde.

El psicólogo y también periodista define esta inteligencia como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los otros, de saber motivarnos a nosotros mismos y de gestionar correctamente nuestras relaciones.

Según Goleman, este tipo de inteligencia influye positivamente en el rendimiento académico de los niños, pero no sólo eso sino que, además es esencial para su felicidad:

“Si la capacidad de controlar las emociones negativas o más desagradables como la rabia, el miedo, los celos… forma parte de la inteligencia emocional, diría que los que son más felices son mas inteligentes (emocionalmente) y también que la inteligencia emocional hace que el niño o el adulto sea más feliz”, aseguraba el psicólogo en una entrevista emitida en el canal “Aprendemos juntos” del BBVA en la que hablaba sobre los beneficios de la inteligencia emocional para nuestros hijos y en la que, además, detallaba las habilidades que poseen los niños emocionalmente inteligentes.

"La inteligencia emocional hace que los niños sean más felcies", según Daniel Goleman - Getty Images

Respecto a la relación que existe entre la inteligencia emocional y la felicidad en la niñez hay diversos estudios e investigaciones que han ahondado en el tema. Como por ejemplo “La inteligencia emocional y el estudio de la felicidad” realizado en España por Pablo Fernández-Berrocal y Natalio Extremera .

Los resultados de este estudio demuestran que las habilidades emocionales están directamente relacionadas con la felicidad, el funcionamiento social y el bienestar de los niños y adolescentes.

Los componentes claves de la felicidad

Los autores del estudio remiten a lo que han consensuado diferentes investigadores para definir el concepto de felicidad y señalan tres componentes claves que son necesarios para lograrla:

  • Experiencias de afecto positivas frecuentes como la alegría, el placer o el amor.
  • Experiencias de afecto negativas infrecuentes (tristeza, ansiedad, dolor..)
  • Altos niveles de satisfacción vital.

Es decir, una persona (o un niño/niña) feliz sería aquella con muchas experiencias positivas y pocas negativas y que se percibe globalmente satisfecha con su vida.

En este sentido, los expertos añaden que el uso inteligente de las emociones en distintos contextos es una habilidad imprescindible para potenciar la felicidad.

Porque, como indican Fernández Berrocal y Extremera, la inteligencia emocional no es sólo un factor protector de los estados emocionales negativos, sino que, además, está relacionada directamente con la emociones positivas y el bienestar psicológico.

Los mismos expertos señalan que la inteligencia emocional no solo influye directamente en el bienestar físico y psicológico, sino que va más allá de lo individual y se extiende también a lo social: “Diversos estudios han encontrado conexiones entre una alta puntuación en el componente de manejo emocional y una mayor percepción de apoyo por parte de los padres y menos interacciones negativas con los amigos más íntimos”.

Programas de aprendizaje socio-emocional en el aula

Por otra parte, “aprender a ser feliz no es una tarea que pueda dejarse sólo y en exclusiva al descubrimiento individual, sino que es necesario construir espacios educativos que hagan crecer las fortalezas individuales del alumnado para su crecimiento personal y social”, señalan Fernández Berrocal y Extremera,.

Según los autores de “La inteligencia emocional y la felicidad” cualquier programa de aprendizaje socio-emocional en el aula debería incluir:

  • Enseñar cómo aplicar las destrezas, competencias y virtudes del alumno tanto dentro como fuera del aula;
  • Crear ambientes de aprendizaje afectivos y atractivos para el alumno;
  • Proporcionar actividades y ejercicios de mejora de sus competencias y fortalezas adaptados evolutiva y culturalmente;
  • Tener como efecto indirecto la mejora del rendimiento académico o de la convivencia escolar, al trabajar las dimensiones cognitivas, afectivas y sociales del aprendizaje;
  • Facilitar la generalización de las competencias y virtudes a otros entornos (amigos, familia, etc.); e
  • Incluir evaluaciones sistemáticas y protocolos de mejora y actualización de los ejercicios.

Pero además, los expertos añaden que “la escuela no puede funcionar como un oasis emocional en un entorno cerrado al cambio, sino como un centro dinamizador que trascienda su contexto y se extienda a la familia y a la sociedad”. Tomamos nota. En este sentido, hay recursos y métodos que pueden ayudarte a desarrollar la inteligencia emocional  desde casa. 

Por ejemplo, los cuentos pueden servirte de base para trabajar la inteligencia emocional con tu hijo. Hay muchos libros infantiles orientados a los más pequeños para que éstos aprendan a reconocer todas sus emociones y que pueden ayudarte en concreto a  hablar de felicidad y alegría con tus hijos.

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