Cómo la inteligencia emocional influye en el rendimiento académico de los niños

Aunque el concepto de inteligencia emocional fue acuñado por primera vez por autores como  Salovey y Mayer en el año 1990, fue el psicólogo de la Universidad de Harvard, Daniel Goleman el que propició que el término alcanzara gran popularidad con la publicación del libro “La inteligencia emocional”, cinco años más tarde. El psicólogo y […]
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Aunque el concepto de inteligencia emocional fue acuñado por primera vez por autores como  Salovey y Mayer en el año 1990, fue el psicólogo de la Universidad de Harvard, Daniel Goleman el que propició que el término alcanzara gran popularidad con la publicación del libro “La inteligencia emocional”, cinco años más tarde.

El psicólogo y también periodista define esta inteligencia como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los otros, de motivarnos y de gestionar correctamente nuestras relaciones.

Además, Goleman apunta que cualquier tipo de emoción afecta directamente al proceso de aprendizaje por lo que es importante saber reconocerlas eficazmente para utilizarlas en nuestro propio beneficio.

El experto señala en una entrevista publicada en el canal online “Aprendemos juntos” del BBVA que numerosos estudios e investigaciones han demostrado como este tipo de inteligencia influye en el rendimiento académico y que hay una correlación positiva entre inteligencia emocional y rendimiento académico o lo que es lo mismo: a mayor inteligencia emocional, mayor rendimiento académico.

El psicólogo de la Universidad de Harvad, Daniel Goleman, autor de libros como "La inteligencia emocional" o el recientemente publicado "Óptimo".

Son muchos y muy determinantes los datos que demuestran esto, señala Goleman que apunta a un estudio realizado entre 700.000 estudiantes en los que la mitad recibieron un tipo de enseñanza que integraba la gestión emocional y la otra mitad no: “Se demostró que los niños que habían practicado con el aprendizaje social y emocional eran capaces de manejar mejor sus emociones y se metían en menos peleas y discusiones, se comportaban mejor en clase, prestaban más atención y tenían menos problemas”.

En los alumnos que recibieron una educación que tenia en cuenta la inteligencia emocional los indicadores llamados antisociales descendieron un 10% y los pro-sociales aumentaron un 10%. Los alumnos respondían a las encuestas realizadas con afirmaciones como “Me encanta el colegio” “Creo que alguien en el colegio se interesa por mi de verdad” “No quiero saltarme las clases”.

Por otra parte, el prestigioso psicólogo recalca que en los colegios donde más se necesitaba y dónde había más problemas las calificaciones mejoraron un 11% .

Los datos demuestran que a mayor inteligencia emocional, mayor rendimiento académico. - Getty Images

En definitiva, la inteligencia emocional ayuda a que los niños aprendan mejor. ¿Por qué? Por como está estructurado el cerebro, según explica Goleman: “La parte que aprende es la corteza frontal y el neocortex. La parte de las emociones perturbadoras se encuentra entre las orejas y el cerebro y se estructura para que esta parte domine si, por ejemplo,  estás enfadado”.

En este sentido, el experto apunta que a los niños lo que más le desequilibra es lo que pasa en casa y lo que pasa con otros niños pero si aprenden a gestionar esto mejor, no les perturba tanto. Toda emoción perturbadora es una distracción: no puedes prestar atención ni al profesor, ni al libro, porque piensas en esa fiesta a la que no te han invitado o cualquier otra cosa pero si enseñamos a los niños a gestionar estos melodramas presentes en su vidas podrán aprender mejor. Esto es lo que demuestran los datos.

Cuando el colegio da importancia a la educación emocional, los alumnos no solo mejoran su rendimiento académico sino que también acuden motivados a clase. - Getty Images

Además, los niños que tienen un mayor capacidad de gestión emocional son más propensos a prestar más atención, a concentrarse y a retener la información más fácilmente.

“La capacidad de atención es la base de todo aprendizaje y es más importante que el coeficiente intelectual”, según señala Goleman, por lo que de entre las principales habilidades que tienen los niños emocionalmente inteligentes, el experto destaca esta capacidad de atención como una de las más relevantes.

Seguramente, un alumno que entra en clase después de discutir con un compañero, pero que es capaz de controlar sus emociones de tristeza o enfado para que no lo superen podrá prestar más atención al profesor que otro estudiante que igualmente haya discutido pero que continue triste y enfadado a lo largo de la clase y cuyo pensamiento siga divagando o rumiando esta cuestión.

Además, el psicólogo apunta que esta capacidad de concentración y de atención se puede y se debería entrenar en todos los colegios y explica cómo hacerlo con un sencillo método que descubrió visitando una escuela en el distrito de Harlem (Nueva York).

Por todas estas razones, el experto opina que en todos los colegios y en las escuelas debería tenerse en cuenta esta influencia pues gran parte de los problemas que pueden encontrarse en el contexto educativo se puede mitigar o solucionar a través de la inclusión de las emociones dentro del programa escolar.

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