El método Montessori tiene entidad por sí misma. Es conocido como tal por casi todo el mundo, especialmente quienes tienen niños y niñas en edad escolar. Pero no podemos olvidar de qué “fuente” se nutre, el ideario de la persona que le da nombre, María Montessori. Es ella la que marca el camino a los expertos y expertas en esta forma de educar que puede aplicarse tanto en las aulas como en el ámbito familiar. Expertos como Pedro Valenzuela, guía Montessori y divulgador en las redes sociales.
En uno de sus muchos post publicados en Instagram, Valenzuela se detiene en los tres condicionantes esenciales para María Montessori, o “manifestaciones espontáneas”, como él las define, para que se pueda producir un desarrollo correcto en los niños y niñas.
“La Dra. Montessori insiste a lo largo de toda su propuesta pedagógica de que en el niño coexisten dos naturalezas completamente diferentes”, comienza explicando el experto Montessori, que cita una frase literal de la creadora de un método que tiene un impacto enorme en la crianza actualmente: “Si el adulto es capaz de no arrojar su propia personalidad sobre el niño, propiciaremos un entorno donde podamos acompañar a los niños a ser felices sin obstaculizar ninguna de sus manifestaciones espontáneas y naturales”.
Montessori, según explica Pedro Valenzuela, distingue entre una naturaleza superficial y una naturaleza oculta. La primera “es ese niño que poco conocemos realmente, pues lo único que conocemos de él es una capa superficial que no nos deja ver realmente su verdadera esencia”, apunta el guía Montessori. Y la segunda, en la que profundiza en su post, es aquella naturaleza “que requiere de condiciones especiales para revelarse y desarrollarse”, apunta.
Es en esta última, la naturaleza más oculta “donde reside la verdadera esencia del niño, su verdadero potencial”, defiende Pedro Valenzuela.

Las tres manifestaciones esenciales
Es en esa naturaleza oculta a la que se refiere Pedro Valenzuela donde aparecen las tres manifestaciones o condiciones esenciales para el correcto desarrollo del niño o niña.
En primer lugar, dice el guía Montessori, “hablamos de que para conseguir este objetivo, el niño debe de estar alejado de adultos empeñados en que el niño sea quién ellos quieren que sea”.
Esto pasa por los adultos que acompañamos al peque en cuestión. Depende de nosotros “no condicionar, no adoctrinar al niño a imagen y capricho del adulto, sino dejarlo ser, acompañarlo y guiarlo para que pueda manifestar quién verdaderamente es”, expone Pedro Valenzuela.
Esta primera condición esencial es la puerta a las otras dos. Porque si cumplimos con ella “será entonces cuando podamos comprobar cómo el niño no trabaja para satisfacer al adulto, sino que el niño trabaja para su propio desarrollo interno”, dice el guía Montessori. Y esta, trabajar para su propio desarrollo interno, es la segunda manifestación espontánea o condición esencial para María Montessori que emerge del niño.
La tercera condición esencial es el ambiente en el que se desarrolla el niño. Es decir, también depende en buena medida de sus adultos de referencia, responsables del ambiente familiar y de elegir el educativo para su hijo o hija. “Este ambiente será el que dará la oportunidad de manifestarse la tercera manifestación espontánea, que es la necesidad de orden que desarrollan los niños”, señala al respecto Pedro Valenzuela.
En opinión del guía Montessori y divulgador, “el orden le da al niño confianza, permite su concentración, le ayuda a ejecutar el ejercicio, le da un punto de referencia y le da consistencia y rutina”. Por lo tanto, agrega a modo de conclusión Pedro Valenzuela, “solo si acompañamos a los niños desde este lugar y respetando sus procesos de desarrollo, podremos nosotros también dar testimonio del despertar interno de su ser”.