Antes o después, todos los bebés (niños de 0 a 12 meses) vomitan alguna vez, en general, por causas poco importantes, pero ellos se asustan y las madres también. Por eso lo mejor que podemos hacer es mantener la calma y transmitir tranquilidad y seguridad a nuestro hijo.
Muchas veces los vómitos se van sin que lleguemos a saber qué los desencadenó. Pero en otras ocasiones son un síntoma de algún trastorno que debemos tratar, como una infección. Uno de los riesgos de los vómitos es que una parte del contenido se vaya a las vías aéreas, para evitarlo hay que tumbar al niño de lado o ponerle boca a bajo.

Es fundamental que en los episodios de vómitos repetidos disminuyamos al máximo el riesgo de deshidratación. Se ofrecerá al pequeño líquido para reponer el perdido: si toma lactancia materna se le ofrecerá el pecho y si toma fórmula se le ofrecerá el biberón. Además, entre tomas podremos ofrecer sueros de rehidratación oral (comprados en farmacia, no caseros) para compensar la pérdida de agua y electrolitos. Empezaremos ofreciendo pequeñas cantidades (unos 2-3ml) cada 5 minutos y observaremos si hay tolerancia. Este proceso no lo iniciaremos hasta que no hayan pasado unos 45 minutos desde el último vómito ya que el estómago está irritado y es fácil que recaiga. A medida que el pequeño vaya asimilando el suero la cantidad puede aumentar.
Si los vómitos se producen por la noche y no tenemos una solución de este tipo en casa, le daremos agua, jamás una bebida isotónica u otro refresco, porque los contenidos en minerales y azúcares de estos productos no se corresponden con los que ha perdido el bebé. Es más, si no vomita de continuo le dejaremos descansar y de esta forma se calmará la irritación estomacal.
Una vez que el niño lleve una o dos horas sin vomitar, podemos ofrecerle algo de comer si le apetece. No es conveniente darle la dieta blanda que se recomendaba antiguamente, porque es restrictiva y lo que el niño necesita para recuperarse es su alimentación habitual. Muchas veces el bebé no tiene apetito y lo único que le quiere es el pecho o el biberón, en ese caso, no hay que forzarle. Cuando se encuentre mejor, comerá más de lo habitual para recuperar el tiempo perdido.
Siguiendo estas pautas los vómitos cederán pronto (en menos de 24 horas) y mejorará el estado general. Si una vez pasado este tiempo y habiendo hecho todo lo indicado el niño sigue vomitando deberemos acudir al pediatra para una valoración.
¿Cuándo deberemos acudir de urgencia para una valoración?
- Vómitos en menores de 3 meses persistentes (más de 2-3 tomas seguidas).
- Sangre en los vómitos o coloración negruzca.
- Signos de deshidratación: boca seca y pastosa, ojos hundidos, ausencia de orina, llanto sin lágrima
- Fiebre persistente de más de 3 días
Causas más frecuentes de los vómitos en bebés, según su edad
Durante el primer mes, las causas principales son los atragantamientos y la sobre alimentación.
Síntomas
- En el caso del atragantamiento tendremos tos previa a los vómitos y recuperación posterior total. El enrojecimiento facial será muy característico.
- En el caso de la sobrealimentación serán vómitos tras las tomas sin asociar otros síntomas.
Estos vómitos suelen ser ocasionales, por eso el tratamiento es muy básico: si el bebé vomita a menudo, habrá que vigilar la postura al pecho o el biberón en caso de atragantamiento y revisar la cantidad de leche de fórmula en caso de sobrealimentación.
De la segunda semana de vida al cuarto mes de vida, la causa puede ser la estenosis hipertrófica del píloro.
Síntomas
Vemos vómitos entre 15 o 30 minutos después de la toma (se producen en todas). Tras ellos, el niño se muestra muy hambriento y acepta rápidamente una nueva toma.
Estos vómitos se caracterizan por ser abundantes: parece que el niño expulsa más de lo que toma. El tratamiento sería la cirugía.
Los vómitos a partir del cuarto mes de vida pueden tener varias causas:
- Gastroenteritis aguda (vírica o bacteriana).
- Vómitos secundarios a cuadros catarrales.
- Vómitos en contexto de infección urinaria.
Los síntomas suelen ser vómitos acompañados (en la gran mayoría de ocasiones) por fiebre, diarrea, rechazo de tomas y dolor abdominal.
El tratamiento pasa por ofrecer al bebé soluciones de rehidratación para evitar que se deshidrate. En caso de infección de orina, catarro u otitis el médico puede recomendar algún fármaco.