30 consejos para padres novatos

Entender a un recién nacido lleva su tiempo. Hacia los cuatro meses los padres ya saben manejar con soltura a su bebé, pero mientras, no viene mal una ayuda en forma de listado que te deja tu pediatra. Repasemos algunos puntos junto con un pediatra.
bebe cabeza

Cuando llega un recién nacido a casa todo son dudas. Cuando llora puede significar absolutamente todo: hambre, sueño, cansancio, dolor, incomodidad…Hay que saber si tiene hambre o solo quiere su chupete, si le resulta incómoda la postura o simplemente no tiene sueño... 

Entender a un recién nacido lleva su tiempo. Hacia los cuatro meses los padres ya sabremos manejar con soltura a nuestro bebé pero, mientras, no nos vendrá mal una ayuda. Aquí te dejamos algún consejo para que te vayas guiando.

Al principio no es sencillo entender al recién nacido. Por esa razón ha nacido este listado, para poder ayudar desde la evidencia científica y los métodos avalados por expertos en cuidados del niño como son los pediatras.

Alimentación del bebé

  • Los recién nacidos tienen el estómago muy pequeñito, del tamaño de una habichuela, por lo tanto, la cantidad de leche que les cabe es también pequeña. Los intervalos entre las tomas deben ser los que su cuerpo exija. La lactancia a demanda es fundamental, bien sea materna o con leche de fórmula.
  • Muchos bebés regurgitan después de mamar o de tomarse el biberón. Es algo normal. No hay razón para preocuparse, pues no suele ser mucha cantidad. Por regla general, solo echan la leche que han tomado de más. Esto es debido a que la madurez de la “puerta de entrada” al estómago es escasa y por tanto es fácil que funcione tanto en sentido de entrada como en sentido de salida.
  • En ocasiones, el peque no se queda satisfecho después de mamar un largo rato. Esto puede pasar porque no mama bien: si succiona solo el pezón no sacará mucho. Hay que procurar que la areola del pecho también esté dentro de su boca. Ante cualquier duda hay que consultar con tu matrona o pediatra, ellos te podrán ayudar a mejorar la postura y la calidad de la lactancia.
  • Si se tienen gemelos, es muy normal que al principio lloren más que otros bebés cuando se encuentran hambrientos, ya que tienen que esperar su turno. Podemos colocar a cada uno en un pecho, ambos a la vez, y en la siguiente toma, intercambiarlos. Si toman biberón, los ponemos en frente, sobre un cojín y se lo damos al mismo tiempo. Aquí es fundamental el apoyo de la pareja en todas las tomas.
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  • Lo ideal es que cada gemelo tenga su propio ritmo de comida, es decir, cuando lo piden. Si su hermano sigue durmiendo, le dejaremos hasta que se despierte. Poco a poco irán acercando horarios y casi serán idénticos, pero no hay que olvidar que son dos personas distintas aunque se parezcan completamente.
  • Hay bebés que se duermen mamando. Probablemente no tengan mucha hambre o aún estaban medio dormidos. En este caso, basta con mover un poquito el pezón para que despierten y sigan chupando.
  • Si no les damos pecho, los recién nacidos tienen que aprender a tomar el biberón. Lo mejor es que al principio sea siempre la misma persona la que se lo dé, pues cada uno tenemos una forma diferente de darlo. Algunos bebés se desconciertan fácilmente. De igual manera que con la lactancia materna, ante cualquier duda consulta con tu pediatra o matrona sobre la preparación de biberones de leche.
  • No es aconsejable darle nada que no sea leche, ni infusiones ni ningún preparado que nos hayan dicho que le ayudará a echar los gases. Es fácil encontrar estos productos en la farmacia, pero aportan 0 beneficio al bebé e incluso pueden ser contraproducentes.
  • Para evitar que ingiera aire, si le damos el biberón, hay que verificar que está lo suficientemente inclinado como para que la leche ocupe toda la tetina y no haya burbujas de aire que pueda tragar sin querer.
  • Durante cinco o diez minutos después de mamar, los bebés muestran un interés especial por su entorno. Si lloran después de comer, probablemente sea porque quieren juerga y nosotros no les estamos haciendo caso. También puede ser porque tengan gases.
¿Conoces la diferencia entre regurgitaciones y vómitos? - Istock
  • El eructo no es obligatorio, pero la mayoría de los bebés se sienten mejor después de haber echado el aire. Para ayudarles, podemos incorporarlos apoyándolos sobre nuestro hombro, o bien ponerlos boca abajo encima de nuestras rodillas y les damos palmaditas en la espalda. Si un bebé no eructa no hay que forzarlo ni tampoco agobiarnos con ello. Solo cuando los gases generen molestias frecuentes e incluso dolor debemos consultar al pediatra.
  • La postura adecuada para acostar al bebé después de comer es boca arriba. Es más segura y hará que le molesten los gases en menor medida. Esta postura es la que debe tener siempre en la cuna para evitar la muerte súbita del lactante.
  • Las manchas de leche en la ropa huelen mal. Se pueden quitar con una mezcla de agua y bicarbonato. No solo se quita el mal olor, también la mancha.
  • En los cinco primeros meses, la mayoría de los niños duplican su peso y hacia el final del primer año, suelen pesar tres veces más de lo que pesaron al nacer.
  • Pesar al bebé a diario no tiene sentido y puede convertirse en una fuente de estrés innecesario. Si está contento, activo y crece bien, significa que está bien alimentado. Comprobar que orina con frecuencia y que depone adecuadamente debe tranquilizarnos. El pediatra lleva un seguimiento exhaustivo, si él detecta algo raro, tomará algún tipo de medida.
 
  • Los niños que se toman pecho hacen más deposiciones que los que toman leche artificial. En general suelen hacer entre una y cuatro cacas al día, pero podrían ser exactamente el mismo número que tomas hagan al día. Puede ocurrir incluso lo contrario, que no depongan en varios días y que no haya molestias, esto también es normal.
  • A partir de los tres meses aproximadamente, los niños necesitan una cierta rutina en su vida. Por lo tanto, hay que procurar acostarles a la misma hora y siguiendo un mismo ritual. Esto deberá mantenerse durante los siguientes años. Cuanto antes se introduzcan las rutinas en el bebé mucho mejor.

Cuidados del bebé

  • Cuanto más pequeños son, más se sobresaltan si nos acercamos precipitadamente, sin previo aviso. Primero hay que mantener contacto visual y hablarles. Luego, colocando una mano debajo de la cabeza y otra bajo el tronco, les levantamos con suavidad. No son tan frágiles como parecen, así que cojámosles con suavidad, pero con firmeza.
  • Uno de los puntos más delicados de los bebés son las nalgas. Por lo tanto, conviene cambiar su pañal a menudo y así evitar que se irriten. Aunque los modernos superpañales los mantienen secos durante largas horas, el calorcillo húmedo en la zona de la barriga no es nada bueno para la piel.
  • Cambiarles los pañales sobre una mesa o un cambiador es más cómodo para que la espalda del adulto no sufra, pero hay que tener un cuidado extremo para evitar accidentes. Los bebés son capaces de girar su cuerpo y rodar a las pocas semanas así que nunca dejaremos a un bebé encima de una superficie incluso cuando son recién nacidos y pensamos que no se van a mover.
  • Antes de poner un nuevo pañal, hay que limpiarle con suavidad y secarle muy bien, procurando que no quede nada de humedad entre los pliegues. Es mucho mejor el uso de agua y jabón para limpiar los restos de cacá o de pipí en vez de toallitas húmedas ya que irritan con más facilidad.
  • Durante las primeras semanas se le puede bañar en el lavabo. Conviene colocar un protector para no golpearle accidentalmente contra el grifo. También puede usarse una bañerita con silla adaptable.
  • Para asearle, en principio bastaría con el agua tibia. Si usamos jabón, que sea neutro. Los polvos de talco están desaconsejados: podría inhalarlos.
  • Si el bebé tuviera miedo a la bañera, podemos sentarle desnudo sin nada de agua, darle algún juguete y luego ir llenando la bañera poco a poco. La rutina y el ambiente tranquilo harán que rápidamente se acostumbre a esta situación.
  • Al bañarle, hay que cerrar primero el grifo del agua caliente y después el de la fría. Así evitamos que, si el grifo gotea, le caigan gotas de agua muy caliente.
  • La herida del cordón umbilical no necesita un vendaje especial mientras cicatriza. Se puede bañar al pequeño si luego secamos bien la zona del ombligo. Esa parte la lavaremos con agua y jabón, luego la secamos y dejamos al aire. Si la herida supura o sangra, hay que consultar al pediatra.
  • La mayoría de los recién nacidos llevan demasiada ropa. Si están abrigados en exceso, pueden llegar a sufrir un sofocón: sudan y se sienten mal. La regla que recomendamos los pediatras es que lleven una capa más de lo que solemos llevar los adultos.
  • En los primeros meses es normal que el pequeño tenga las manos y los pies fríos. Pero si la piel a la altura de los omóplatos o la tripa está caliente y seca, significa que no tiene frío.
  • Durante los primeros meses la cabecita del niño necesita apoyo. Cuando le tengamos en brazos, hay que sostenerla en todo momento con suavidad, pero con firmeza. Los recién nacidos se asustan mucho cuando se les cae hacia un lado o hacia atrás, pero es muy difícil que pueda lesionarse si no se sujeta adecuadamente.
  • Las uñas de los bebés crecen muy rápido. El mejor momento para cortárselas es cuando duermen profundamente. Podemos cortarlas desde el primer día y utilizaremos o una tijeras de punta redonda (roma) o una lima de vidrio ya que normalmente las uñas se les rompen con facilidad.

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