Para conseguir una igualdad real es importante educar en el respeto a las personas desde pequeños. Esta tarea es, en gran parte, de la familia que tiene mucha influencia. La educación en el colegio es clave, pero en casa también. La familia juega un papel muy importante en el desarrollo de las personas. Como padres tenemos una influencia grande durante la crianza de los más pequeños. Los mensajes que se dan los asimilan de tal manera que empezarán a ser parte de su manera de ser y ver la vida.

Para educar en la igualdad estos mensajes deben apartarse de los estereotipos tales como: “los chicos no lloran”, “las mujeres son delicadas”, “los hombres no deben expresar sus sentimientos”. El objetivo de la familia, junto con la ayuda de la escuela, es educar a los niños en el respeto hacia los demás desde que son pequeños. Las normas de la sociedad empiezan desde nosotros mismos y, por tanto, debemos ser los primeros en marcarlas.
La finalidad de la educación en el respeto e igualdad entre todos y entre géneros es erradicar la crianza sexista de niños y niñas. Pero aún queda mucho por hacer…
La educación infiltrada
Y, es que de una generación a otra, se transmiten tradiciones, costumbres y roles que, a veces, se les pueden llamar machistas. Debido a estos roles que se imponen por tradición, los hijos e hijas pueden llegar a no aprender a hacer las cosas básicas para funcionar de manera independiente y a asumir actitudes rebeldes al darse cuenta de que no existe igualdad entre hermanos. Por ejemplo: “Ana como es la chica ayuda a poner la mesa y Juan que es el chico no tiene por qué”.

A pesar de la influencia que los padres y madres puedan tener en los pequeños, no significa que estos se convertirán en adultos con tendencias machistas. Cada uno tiene la libertad y la inteligencia de entender y aplicar esas enseñanzas en sus propias vidas o hacer los cambios que necesite.
El problema empieza cuando, en estos casos, el padre o la madre se ha criado en hogares machistas y no cuenta con la habilidad de entender las responsabilidades del hogar y el de compartir las tareas de la casa. Es importante que identifiquemos, como adultos, si estamos educando con esta falsa sensación de igualdad.
¿Cuáles son los beneficios?
Educar a los hijos en igualdad es sumamente importante, no solo para ellos mismos sino para todos. En primer y gran beneficio es que aportaremos un granito de arena a la promoción de la igualdad para construir una sociedad justa y equitativa. Además de ello, existen muchas razones significativas por las que es esencial educar a nuestros peques en igualdad:

- Fomenta valores importantes: cuando educamos a nuestros hijos en igualdad, estamos estimulando valores de gran valor como la justicia, el respeto, la empatía y la tolerancia. Estos valores los ayudarán a entender y valorar la diversidad. Además, les permitirá tener actitudes positivas hacia todas las personas sin discriminar por ningún motivo.
- Desarrolla la seguridad en sí mismo: definitivamente uno de los grandes beneficios de educar a un niño o niña en igualdad es que promueve una imagen positiva de sí mismos y de los demás. Los niños aprenden a valorar sus habilidades sin verse limitados por los estigmas de género. Esto ayudará a que fortalezcan su autoestima y confianza en sí mismos.
- Les ofrece tener relaciones saludables: cuando un niño o niña es educado en igualdad, aprende a construir relaciones respetuosas con sus iguales. Aprende a comunicarse de manera efectiva, a resolver conflictos pacíficamente y a compartir responsabilidades de forma equitativa. Les permite desarrollar habilidades social y relaciones más sólidas. Esto puede repercutir hacia el futuro: con compañeros de universidad, colegas de trabajo, relaciones de pareja.
Qué hacer para educar en la igualdad
• Reforzar y alentar lo positivo de los más pequeños.
- Dejar de lado “etiquetas” destructivas y sexistas. Este leguaje negativo provoca poca seguridad, aumento de la culpabilidad y baja autoestima.
- Aceptar la individualidad de cada hijo, permitiéndoles ser ellos mismos.
- Educar a los niños a través del ejemplo.

- Poner límites con respeto. Esto es haciéndolo sin gritos ni de manera desproporcionada.
- En cuanto a los estereotipos del hogar: se deben enseñar las tareas a los hijos y a las hijas y rotarlas entre todos los integrantes de la familia.
- Apoyar y animar a los niños y niñas para que desarrollen sus talentos.
- Educar desde el amor, la creatividad, la paciencia y desde la madurez y dejar de lado la educación autoritaria y caprichosa.