El aspirador nasal o ‘sacamocos’ es un aparato ideado para extraer la mucosidad de las vías respiratorias del bebé. Los más antiguos tienen forma de pera, y funcionan simplemente introduciendo la boquilla en la nariz del bebé y apretando la pera. Otro tipo de aspirador nasal es que incluye un tubo y una boquilla: en este caso, se introduce la boquilla en la nariz del bebé y el adulto aspira a través del tubo.

¿Por qué el aspirador no es la mejor opción para la higiene nasal del bebé, por norma general? Estos son los motivos.
Puede empeorar el problema de los mocos
El aspirado nasal puede provocar que la mucosa se irrite todavía más, y en respuesta a esta irritación, que produzca todavía más moco. Con lo cual, empeoramos el problema en vez de resolverlo.
No es higiénico
En los aspiradores de tipo tubo con boquilla, es el adulto el que debe crear la presión, aspirando por el tubo que está conectado a las fosas nasales del bebé. Por lo que habría riesgo de transmisión de microorganismos desde las vías respiratorias del niño hacia la boca del adulto. Y, normalmente, cuando un bebé está produciendo mucha cantidad de mucosidad, suele ser porque está cursando algún proceso viral, por lo que habría riesgo de contagio del bebé al cuidador.
Puede ocasionar problemas en el oído

El oído está conectado con las vías respiratorias a través de un conducto llamado trompa de Eustaquio, que une la faringe con el oído medio. Dentro de sus funciones está la regulación de las presiones alrededor del tímpano, que es una estructura muy delicada que se puede romper.
Como la mayoría de ‘sacamocos’, funcionan de forma manual, resulta complicado saber cuánta presión estamos generando. Un aspirado nasal que se realice de forma vigorosa puede dañar el oído del bebé y provocar una otitis media, tanto debido a la presión como a que podemos llevar los mocos hasta el oído.
Es desagradable para el bebé

Ejercer presión para sacar los mocos a través de las fosas nasales resulta muy desagradable para cualquiera, y más todavía para un bebé pequeño. Seguramente lo pase mal durante el aspirado, y este es otro de los motivos por los que es preferible utilizar otros métodos para ayudarle a expulsar la mucosidad, como los lavados nasales suaves con spray de agua de mar o suero fisiológico.
Es importante recordar que cada bebé es único, y que estas son recomendaciones generales, por lo que puede haber algunos casos de niños en los que sí sea necesario realizar aspirados nasales. Por eso, sigue siempre las indicaciones de tu pediatra.