La aparición de una diarrea en el pañal del bebé, o incluso en la cisterna cuando vamos a limpiar al niño/a, es siempre motivo de alarma y preocupación, particularmente si se trata de la primera vez que ocurre. Y, efectivamente, no es lo mismo que se trate de heces normales, pero con color inusual o llamativo, a una auténtica diarrea.
En un esfuerzo por proteger y cuidar a los más peques de la casa, es totalmente normal que muchos padres controlen el color y la apariencia de las deposiciones de sus hijos, en especial cuando todavía son pequeños.
Si bien es cierto que en ciertos casos, las heces amarillas o verdes pueden desarrollarse por causas absolutamente normales (y sin ningún motivo de preocupación real), también pueden indicar la posible existencia de un problema, en especial cuando se trata de una diarrea.
Antes de hablar de la diarrea en sí misma, es necesario tener presente qué es lo que se considera normal para el niño. Es decir, algunos niños suelen tener un par de deposiciones al día, mientras que otros pasan varios días sin hacer ninguna.
De vez en cuando, las deposiciones más sueltas no son motivo de preocupación, pero sí pueden pasar a convertirse en motivo de alarma cuando éstas cambian de forma repentina, son más sueltas y más acuosas, y además el pequeño defeca con más frecuencia de lo habitual.
Aunque es cierto que un caso grave de diarrea puede parecernos alarmante, la realidad es que, en nuestro país, la mayoría de los casos no tienden a representar una amenaza importante para la salud del pequeño, siempre y cuando el niño mantenga una adecuada hidratación, y en definitiva no acabe deshidratándose.
De hecho, si el niño está sano y toma la cantidad de líquidos recomendada, es muy posible que la diarrea termine por desaparecer en pocos días.
¿Por qué es preocupante la diarrea amarilla en niños?
La diarrea amarilla en niños puede ser preocupante porque sugiere que hay un cambio en el sistema digestivo del pequeño. Mientras que las deposiciones normales pueden variar en color, la diarrea amarilla suele ser más líquida y frecuente, lo que puede indicar un problema en la absorción de nutrientes o una infección. Los padres deben prestar atención a la frecuencia y consistencia de las deposiciones para determinar si se trata de un episodio aislado o de algo más serio.
Las diferencias entre heces normales y diarrea amarilla son significativas. Las heces normales suelen ser más formadas y menos frecuentes, mientras que la diarrea es acuosa y puede presentarse varias veces al día. Este cambio repentino puede ser un indicador de que el niño está lidiando con un problema digestivo que requiere atención.
Además, la diarrea amarilla puede ser una señal de que el cuerpo del niño no está absorbiendo grasas adecuadamente, lo que podría estar relacionado con problemas en el hígado, la vesícula biliar o el páncreas. Por lo tanto, es crucial monitorear otros síntomas que puedan acompañar a la diarrea, como fiebre o pérdida de peso, y consultar al pediatra si la situación no mejora.
Diferencias entre heces normales y diarrea amarilla
Las heces normales en los niños pueden variar en color y consistencia, dependiendo de su dieta y otros factores. Sin embargo, la diarrea amarilla es notablemente diferente debido a su textura líquida y su frecuencia aumentada. Este tipo de deposiciones puede ser un signo de que el sistema digestivo del niño está reaccionando a una infección o a un desequilibrio en su flora intestinal.
La diarrea amarilla en niños puede indicar una mala absorción de grasas, lo cual es un problema que requiere atención médica. En algunos casos, puede estar relacionada con una infección viral o bacteriana, que provoca una inflamación en el intestino y afecta la digestión normal. Es importante que los padres observen si hay otros síntomas presentes, como fiebre o vómitos, que podrían agravar la situación.
Además, la diarrea amarilla puede ser causada por el estrés o la ansiedad, que son factores que también afectan el sistema digestivo. Aunque menos común, es una posibilidad que no debe descartarse, especialmente si el niño está pasando por cambios significativos en su vida, como el inicio de la escuela o una mudanza.
Causas comunes de la diarrea amarilla en niños
¿Cuáles son las causas de la diarrea? ¿Y de una diarrea de color amarillo?
Cuando surgen heces más sueltas o acuosas en un bebé o en un niño pequeño, y además tiende a hacer deposiciones más a menudo (de lo considerado como normal hasta el momento), es posible que finalmente se trate de diarrea.
En relación a las causas que pueden estar ocasionando su aparición, lo cierto es que la lista de diferentes posibilidades tiende a ser bastante larga. Por ejemplo, podría ser causada por una infección vírica o bacteriana. Y también por la presencia de un parásito, por algo que el niño comió, o incluso por un tratamiento a base de antibióticos.
Infecciones víricas: rotavirus, norovirus y más
Determinados virus, como el rotavirus, el norovirus, el astrovirus y el adenovirus tienden a causar diarrea, además de otros síntomas relacionados, como dolores abdominales, vómitos, fiebre y escalofríos.
La gravedad de los síntomas, y del cuadro en sí, dependerá del tipo de virus que haya originado la infección.

Infecciones bacterianas: cuándo buscar atención médica
Una intoxicación alimentaria causada por la presencia de una bacteria dañina puede causar diarrea. Entre las bacterias que más comúnmente tienden a causar una infección bacteriana, podemos mencionar especialmente salmonella, E. coli, estafilococos, campylobacter y shigella.
En caso de que se trate de una infección de origen bacteriano, lo habitual es que la diarrea sea más bien severa, y que además aparezcan otros síntomas como calambres abdominales, fiebre y sangre en las heces.
A pesar de que la mayoría de las infecciones bacterianas desaparecen por sí solas, determinadas infecciones pueden ser muy graves, como ocurre con la infección por E. coli. Por tanto, ante el menor síntoma es importantísimo acudir al médico.
Parásitos comunes como la giardiasis
Las infecciones parasitarias tienden a ser muy comunes entre los niños pequeños, en especial a partir del momento en el que van a la guardería o a la escuela, dado que este tipo de infecciones suele propagarse con enorme facilidad en estos entornos.
Una de las infecciones más habituales es la giardasis, causada por un parásito microscópico que vive en el intestino, y que puede causar diarrea acuosa, gases, náuseas, hinchazón abdominal y calambres.

Uso de antibióticos y su impacto en la flora intestinal
Se sabe que el consumo de antibióticos puede causar un desequilibrio en la flora intestinal, y ocasionar diarreas, al atacar no solo a las bacterias dañinas, sino también a las buenas. Así, si el niño pequeño las sufre durante o después de un ciclo de tratamiento a base de antibióticos, puede estar directamente relacionado con el medicamento en sí.
En caso de que las diarreas sean severas es necesario acudir al médico, pero no se debe abandonar el tratamiento antibiótico a no ser que sea bajo la estricta recomendación del médico.
Otras causas a considerar

También existen otras causas que pueden ocasionar la aparición de diarreas de color amarillento. Las más comunes son:
- Demasiado jugo de frutas. Demasiado zumo de frutas, en especial si contiene altos niveles de fructosa o sorbitol, pueden alterar la barriga del niño y causar diarreas (o heces más sueltas). Reducir la cantidad de jugo ayuda a resolver el problema, pero recuerda que no es aconsejable ofrecer al pequeño más de un vaso pequeño de jugo de frutas al día (de acuerdo a las recomendaciones de la Academia Estadounidense de Pediatría).
- Alergia a determinados alimentos. Cuando el niño tiene alergia a los alimentos, su sistema inmunitario responde a las proteínas alimentarias, normalmente inofensivas, de tal manera que puede causar una reacción leve o grave. La leche de vaca, por ejemplo, es una de las alergias más comunes, además del huevo, los cacahuetes, la soja o el trigo.
- El estrés y la ansiedad también pueden afectar el sistema digestivo de los niños, provocando diarrea amarilla. Aunque es menos común, es importante considerar el entorno emocional del niño y cualquier cambio reciente en su vida que pueda estar contribuyendo a estos síntomas.
Importancia de la hidratación para prevenir la deshidratación
Mantener una adecuada hidratación es fundamental cuando un niño experimenta diarrea amarilla. La pérdida de líquidos y electrolitos a través de deposiciones frecuentes puede llevar a la deshidratación, que es especialmente peligrosa en niños pequeños. Es crucial ofrecer líquidos regularmente, como agua, soluciones de rehidratación oral o caldos claros, para reponer las pérdidas.
La deshidratación puede manifestarse con síntomas como boca seca, ojos hundidos, letargo y disminución de la producción de orina. Si se observan estos signos, es importante actuar rápidamente para evitar complicaciones graves. En algunos casos, puede ser necesaria la intervención médica para administrar líquidos por vía intravenosa.
Además, es recomendable evitar bebidas azucaradas o con cafeína, ya que pueden empeorar la diarrea. En su lugar, optar por soluciones de rehidratación oral que contengan la cantidad adecuada de sales y azúcares para ayudar a la absorción de líquidos en el intestino.

Cuándo consultar al pediatra
Es crucial saber cuándo es necesario buscar atención médica para un niño con diarrea amarilla. Aunque muchos casos se resuelven por sí mismos, algunos síntomas requieren la intervención de un pediatra para evitar complicaciones.
Señales de alarma: fiebre, vómitos y más
Algunas señales de alarma que indican la necesidad de consultar al pediatra incluyen fiebre alta, vómitos persistentes, letargo extremo y signos de deshidratación. La presencia de sangre en las heces o un dolor abdominal intenso también son motivos para buscar atención médica inmediata.
Si un niño presenta caca amarilla junto con estos síntomas, es posible que esté lidiando con una infección severa o una condición subyacente que requiere tratamiento específico. El pediatra puede realizar pruebas para identificar la causa exacta y recomendar el tratamiento adecuado. Además, si la diarrea no mejora después de varios días o si empeora, es importante volver a evaluar la situación con el pediatra. La intervención temprana puede prevenir complicaciones y asegurar una recuperación más rápida.
Diarrea persistente en bebés y niños pequeños
La diarrea persistente en bebés y niños pequeños es motivo de preocupación, ya que pueden deshidratarse rápidamente. Si un bebé presenta diarrea amarilla durante más de 24 horas, es esencial consultar al pediatra para determinar la causa y el tratamiento adecuado. Los bebés son más vulnerables a los efectos de la deshidratación debido a su pequeño tamaño corporal y su incapacidad para comunicar sus necesidades. Por lo tanto, es crucial monitorear de cerca su ingesta de líquidos y su producción de orina, y buscar atención médica si hay signos de deshidratación.
Consejos para el cuidado en casa
Cuidar a un niño con diarrea amarilla en casa implica medidas simples pero efectivas para aliviar los síntomas y promover la recuperación. La dieta y la hidratación juegan un papel crucial en este proceso.
Alimentos recomendados durante la diarrea
Durante un episodio de diarrea, es recomendable ofrecer al niño alimentos de fácil digestión que no irriten el sistema digestivo. Opciones como arroz blanco, plátanos, compota de manzana y tostadas pueden ser beneficiosas. Estos alimentos son suaves para el estómago y ayudan a formar heces más consistentes.
También es importante incluir alimentos ricos en fibra soluble, como avena y zanahorias cocidas, que pueden ayudar a absorber el exceso de líquidos en el intestino y disminuir la frecuencia de las deposiciones. Sin embargo, es crucial introducir estos alimentos gradualmente para evitar sobrecargar el sistema digestivo.
Además, la lactancia materna debe continuar si el bebé está siendo amamantado, ya que la leche materna proporciona nutrientes esenciales y ayuda a mantener la hidratación. Si el niño está alimentado con fórmula, es posible que el pediatra recomiende una fórmula especial durante el periodo de diarrea.
Qué evitar en la dieta de un niño con diarrea
Es importante evitar ciertos alimentos que pueden empeorar la diarrea en los niños. Los productos lácteos, como la leche y el queso, pueden ser difíciles de digerir y deben limitarse durante un episodio de diarrea. Además, los alimentos grasos, fritos o picantes pueden irritar el intestino y aumentar la frecuencia de las deposiciones.
Las bebidas azucaradas y los jugos de frutas también deben evitarse, ya que pueden agravar la diarrea al aumentar la cantidad de líquido en el intestino. En su lugar, es mejor optar por soluciones de rehidratación oral y agua para mantener al niño hidratado.
Finalmente, es importante evitar ofrecer alimentos que el niño no haya probado antes, ya que podrían desencadenar una reacción alérgica o intolerancia que empeore la situación. Mantener una dieta simple y conocida puede ayudar a controlar los síntomas y facilitar la recuperación.