Para ayudar a que los peques crezcan aprendiendo a saber comportarse y relacionarse adecuadamente, es fundamental ponerles límites en los niños de una manera efectiva y aplicar cierta disciplina. Esto será lo mejor tanto para su presente, como para su futuro. Para ello, no es necesario ni recurrir a premios, ni a castigos, ni a ningún tipo de chantaje; debemos tener algo en cuenta: educar de manera respetuosa no quiere decir hacerlo de forma permisiva.
¿Cuándo deberíamos empezar a poner límites?
Los límites son algo necesario. Sirven para que los niños entiendan qué es lo que está bien y lo que está mal. Como decimos, con ellos aprenden a tener un buen comportamiento y, por ende, a relacionarse de una mejor manera con las demás personas.
El primer año de la vida de un bebé es muy importante, y será un periodo bastante distinto al de su segundo año, ya que a partir de ahí comenzará a dar sus primeros pasitos, a querer probar y tocar todo y, en definitiva, a ganar más autonomía. Será este el momento perfecto (aproximadamente después de cumplir el primer añito) para comenzar a poner normas y límites.
Consejos para que resulten efectivos los límites
Veamos a continuación algunas recomendaciones para establecer límites en los niños de una manera efectiva:
Actúa de manera firme
No nos referimos a ser autoritarios, sino más bien a aplicar la firmeza cuando debemos poner un límite. En especial, cuando tiene que ver con la seguridad de tus hijos. Un ejemplo es decirle al pequeño “deja de hacer eso, los cojines no se lanzan”, pero hacerlo con un tono de voz seguro y un gesto serio. Esto será mucho más apropiado que utilizar los gritos o usar frases como “deja ya los cojines”.
Resalta lo positivo
Los niños, y todos en general, somos más receptivos cuando se nos refuerza positivamente. Si esto lo aplicamos a los límites, será mejor decirle a un niño “camina despacio, por favor” a “no corras por la habitación”.
Sé específico
Especialmente cuando un niño es muy pequeño, lo mejor para que entiendan las normas que les marcamos es que lo hagamos de la manera más concreta posible. Para ello, utiliza frases cortas que sean precisas. En vez de “pórtate bien”, puedes indicar directamente “dame la mano mientras cruzamos la calle”.
Prueba a dar opciones
Normalmente poner límites es, en cierta manera, “algo negativo” desde el punto de vista del niño, por eso, un consejo es que intentes darle una alternativa que pueda aceptarse. De esta forma se sentirá algo compensado. Por ejemplo, puedes decirle, “ese cepillo es para peinarse, no es para hacer eso, toma tu pelota para jugar”.
Da una explicación
Si damos una orden o ponemos una regla y explicamos la razón por la que lo hacemos es posible que el niño se sienta más animado a cumplirla. Eso sí, recuerda que si es muy pequeño tampoco serán efectivas grandes explicaciones porque no las comprenderá o no prestará atención. Es mejor utilizar pocas palabras, por ejemplo: “ No tires del pelo a tu hermana, eso le hará daño”.
Rechaza la conducta, no al niño
Un error que puede ser muy común caer en él es decirle al niño “eres malo” o frases similares. Lo cierto es que lo que se debe desaprobar es su comportamiento y no directamente calificarlo a él. Es más favorable decirle qué es lo que está mal hecho.
Controla tus nervios
Es importante que tengas en cuenta tus propias emociones y que no sean ellas las que te guíen a ti. Por eso, a pesar de un posible momento de estrés trata de mantener la calma.