Consejos para que los niños hagan uso responsable de las pantallas

¿Cómo conseguir que los niños hagan un uso responsable de las pantallas? El primer paso es no prohibirlas: forman parte de su realidad.
niños pantallas

No podemos negarnos a la evidencia de que nuestros hijos han nacido en la era de la tecnología y, por lo tanto, pertenecen al grupo de los llamados “nativos digitales”. Aunque muchos tienen otras aficiones como el deporte o actividades creativas de diversa índole, no hay entretenimiento que les guste más que jugar con sus dispositivos electrónicos. Esta opción no supone ningún perjuicio para el niño siempre y cuando los padres o tutores puedan establecer unas normas de uso adecuado para el mismo. Y aquí viene la dificultad de poner en práctica estas pautas, pensando siempre en el bienestar del pequeño.

Cada vez son más los expertos que recomiendan no proporcionar a menores de 2 años ningún tipo de pantalla electrónica, principalmente por una cuestión de salud ocular. A partir de esa edad, podríamos dejarles utilizar estos dispositivos de forma habitual, pero siempre con la supervisión de un adulto y teniendo en cuenta el tiempo de uso.

Entre 2 y 5 años este debe de ser, como mucho, de una hora al día, ya que a estas edades son también muy importantes otras experiencias de aprendizaje como las socioemocionales, que se deben poner en práctica con padres y familiares. A partir de 5 años las familias pueden establecer límites libremente, pero siempre con sentido común, dialogando con los hijos si es posible y teniendo en cuenta aspectos como la seguridad a la hora de navegar.

Velar por su seguridad

Para garantizar esa seguridad hay tres aspectos fundamentales que no debemos olvidar:

  • Configurar el dispositivo con una herramienta de control parental que ayude a los padres o tutores a limitar o bloquear términos, páginas web o contenidos no adecuados a su edad, o poco saludables para su desarrollo emocional.
  •  Acompañamiento en el uso de los dispositivos. Ha de ser más intenso y continuo a edades tempranas, ya que no saben identificar claramente una situación de riesgo. En la etapa preadolescente, debemos ofrecerles una cierta “privacidad”, creando previamente un entorno de confianza y un diálogo abierto para que el menor pueda expresar aquello que le preocupa o le genera curiosidad del mundo de Internet.
  • En el caso de que nos cuenten que han hecho o visto algo que no debían en sus dispositivos, es muy importante gestionarlo con serenidad y darles el apoyo necesario para resolver sus consecuencias. Es fundamental también inculcarles la precaución, explicarles por qué no deben hablar con desconocidos, hacer públicos ciertos datos personales, compartir sus contraseñas o publicar determinado tipo de fotos. Ponerles ejemplos para que sean capaces de visualizarlo puede ser muy eficaz.

Contenidos adecuados y de calidad

Debemos partir de la premisa de que no todo el contenido que hay en Internet vale para todas las edades. Es fundamental que lo que vean y con lo que interactúan esté adaptado a su edad, tanto conceptual como visualmente. Si hablamos de juegos de aprendizaje, tampoco todos aprenden al mismo ritmo, por lo que optar por aplicaciones que faciliten la personalización de acuerdo con sus habilidades, necesidades e intereses, les garantizará una experiencia más satisfactoria.

Además, utilizar la tecnología aplicada al juego complementa los conocimientos curriculares. A través de contenidos digitales de calidad y adaptados a su edad, los niños adquieren habilidades blandas (soft skills) muy necesarias para la vida, como el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración, la comunicación o la autonomía. Los juegos pueden actuar como catalizadores de sensibilización hacia temas de interés social, como la sostenibilidad, la igualdad, la diversidad o la inclusión.

El tiempo de juego en Internet, bien aprovechado, es un impulso no solo para sus conocimientos y habilidades, sino también para su desarrollo social y emocional. Y esto se consigue con aspectos como tratar de reproducir una receta de cocina, explorar nuevas formas de arte, aplicar conceptos de cantidad o de movimiento, practicar la negociación con sus compañeros, interiorizar valores que afectarán a su forma de ser y de pensar, etc.

Los padres deben dar ejemplo con las pantallas

A estas recomendaciones habría que añadir otras no menos importantes: que un móvil o una tablet nunca pueden ejercer de “niñera”, algo que los padres debemos tener bien presente; que es importante establecer periodos de descanso de las pantallas, especialmente durante las comidas o cenas, para fomentar el diálogo familiar; que hay que evitar el uso de los dispositivos al menos una hora antes de dormir, ya que suprimen el efecto de la melatonina (esencial para el descanso) en el organismo.

Y por último, es esencial que los adultos seamos un buen ejemplo para los peques. Si los niños ven que nuestras vidas están constantemente “dominadas” por las pantallas, asumirán que es el comportamiento normal y aceptable. Por ello, es también recomendable que establezcamos límites para nosotros mismos y que interactuemos como familia, ya que esto supone múltiples beneficios para el desarrollo de los niños y la adquisición del lenguaje.

Artículo elaborado por Rhona Anne Dick, directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids

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