Una de las tradiciones más típicas y famosas de la Navidad es la que acontece al día de Reyes. Cuenta que a todos los niños que se han portado mal, sus majestades les dejan carbón en vez de regalos pero, ¿de dónde procede esta tradición?
Existen diversas teorías para explicar esto. La primera y más básica es que por todos es sabido que una vez que se quema el carbón, este no sirve para nada. Podría usarse como advertencia para todos los niños que han sido traviesos: “¿te has portado mal? Pues carbón” que es lo mismo que si no te regalasen nada (aunque cabe admitir que si es dulce, no salen tan mal parados).

Otra de las teorías, esta más religiosa, es la que dice que el carbón son las cenizas del oro, el incienso y la mirra que los Reyes Magos llevaron como presente al Niño Jesús. Estas serán las que se ponen a los niños que no se han portado demasiado bien durante el año.
Por último, existe una teoría también muy extendida en la que el protagonista es Carbonilla: uno de los pajes de los Reyes Magos. Este paje es el que tiene como misión vigilar a los niños durante los 365 días del año para saber si se han portado bien o no. Cuando sus majestades leen las cartas, Carbonilla se sienta a su lado para ir diciendo quién se merece los regalos y quién se merece carbón. Si fuese carbón, los Reyes ni siquiera visitarán su casa: el mismo paje será el encargado de dejarlo debajo del árbol.
A parte de tratarse de una tradición, el carbón dulce está bastante bueno y puede servir como toque de atención a nuestros pequeños. Te traemos una receta de lo más sencilla para que lo preparéis en casa.
Ingredientes
- 700 gr de azúcar (blanco o moreno)
- 1 clara de huevo
- 200 gramos de azúcar glass
- 230 ml de agua
- Colorante alimentario negro