Durante años se ha asumido que solo las exposiciones elevadas al plomo eran motivo de preocupación para la salud infantil. Sin embargo, una nueva investigación de gran escala advierte que incluso cantidades consideradas "bajas" pueden tener consecuencias duraderas en un aspecto que va más allá de la salud: el rendimiento escolar de niños, niñas y adolescentes.
El estudio, liderado por George L. Wehby, profesor de Salud Pública y Economía en la Universidad de Iowa, analiza los resultados académicos de más de 300.000 niños y niñas y los compara con sus niveles de plomo en sangre durante la infancia. La conclusión es clara: una exposición temprana al plomo, incluso por debajo del umbral considerado de riesgo por las autoridades sanitarias, se asocia con un rendimiento académico inferior en matemáticas y lectura.
Este hallazgo reabre un debate crucial sobre los estándares actuales de seguridad ambiental y expone un riesgo silencioso para millones de familias, muchas veces sin saberlo.

Afecta al rendimiento en matemáticas y lectura
Se trata de una investigación observacional que analiza datos poblacionales en el estado de Iowa (EE. UU.). Se vincularon tres bases de datos: certificados de nacimiento (1989–2010), resultados de pruebas escolares (hasta 2018) y registros de análisis de plomo en sangre realizados entre los 0 y 7 años. En total, se recopilaron más de 1,7 millones de observaciones de rendimiento escolar en matemáticas y lectura (medido en percentiles nacionales).
El 38% de los niños y niñas tenía niveles de plomo inferiores a 3,5 µg/dL, considerado el umbral de referencia por los CDC desde 2021. Aun dentro de ese rango "bajo", un aumento de solo 1 unidad (1 µg/dL) se asoció con una caída media de 0,47 puntos en matemáticas y 0,38 puntos en lectura. Estos descensos fueron similares a los observados en niños con niveles por encima del umbral, lo que indica que incluso cantidades consideradas seguras podrían no serlo.

Lo más llamativo es que los efectos fueron persistentes desde segundo hasta undécimo grado, es decir, desde los 7-8 hasta los 16-17 años. Además, los resultados se mantuvieron incluso tras ajustar por factores como el nivel educativo de la madre, peso al nacer, visitas prenatales, raza, estado civil o distrito escolar.
Este estudio tiene una lectura muy clara para madres, padres y cuidadores: no hay un nivel seguro de exposición al plomo durante la infancia. Aunque la toxicidad del plomo ha sido reconocida desde hace décadas, estos datos refuerzan la idea de que incluso exposiciones mínimas pueden traducirse en dificultades de aprendizaje a largo plazo.

Lo que las familias deben saber: implicaciones para la crianza y la educación
Para las familias, las conclusiones del estudio se traducen en dos grandes vías de actuación.
La primera, en la prevención: evitar la exposición al plomo en casa (pinturas antiguas, tuberías de plomo, juguetes viejos), en el entorno (polvo, suelos contaminados) y en el agua potable. La segunda, en la vigilancia y el seguimiento: si un niño ha podido estar expuesto, conviene consultar con su pediatra sobre la posibilidad de un análisis preventivo.
Además, los resultados de este estudio podrían tener implicaciones en el ámbito escolar. En algunos contextos, un bajo rendimiento escolar podría estar asociado no a causas cognitivas o emocionales, sino a una exposición temprana a factores ambientales como el plomo. Esto abre la puerta a intervenciones específicas, tanto sanitarias como educativas.

Este nuevo trabajo de Wehby refuerza la importancia de considerar no solo la crianza emocional, sino también la crianza ambiental. La exposición al plomo no es visible, pero puede estar en muchos hogares sin saberlo.
En resumen, esta investigación sugiere que las políticas públicas y las recomendaciones pediátricas podrían necesitar una revisión urgente. Y para las familias, es una oportunidad para mirar más allá de los factores tradicionales del rendimiento escolar. Porque educar también es proteger.
Referencias
- George L. Wehby. Early-Life Low Lead Levels and Academic Achievement in Childhood and Adolescence. JAMA Network Open, 2025. DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2025.12796.