El bajo rendimiento académico y las altas capacidades son conceptos con un vínculo mucho más real y estrecho de lo que muchas personas creen. No, esta no es una neurodivergencia que garantice el alto rendimiento escolar. Y, como dice el psicólogo clínico especializado en la materia Roberto Ranz, es además “un fenómeno complejo sobre el que desconocemos algunas cosas”, como por ejemplo el porcentaje real de personas con altas capacidades con bajo rendimiento.
El centro especializado en altas capacidades Talentum dedica una de sus últimas reflexiones compartidas en redes sociales a esta cuestión, la relación entre altas capacidades y bajo rendimiento académico. “¿No se espera que los niños y niñas con AACC obtengan calificaciones excelentes? ¿No son ellos los que destacan en cada asignatura y reciben los primeros premios? Sin embargo, esta suposición no siempre es correcta. La realidad es más compleja de lo que parece…”, argumentan.
Lo mismo hacen otros muchos expertos en distintas publicaciones, artículos divulgativos o ponencias. El propio Roberto Ranz lo hace en un texto en el que concluye lo siguiente: “Con independencia de los problemas técnicos para su cuantificación y de los múltiples factores explicativos, la cuestión central es que el bajo rendimiento de los alumnos con alta capacidad es un problema muy real”, afirma.
Esto es, la realidad es que el bajo rendimiento académico existe en las altas capacidades y, aunque no esté definido, no en un porcentaje menor, de ahí que a los expertos les preocupe esta cuestión y traten de definir las que, en su opinión, son las claves para mejorar esta realidad.

Las claves para reducir el bajo rendimiento académico
Desde Talentum reconocen que “la combinación de alta capacidad y bajo rendimiento puede desconcertar a muchos”, pero que esta es una realidad que no se puede obviar.
En su opinión, “la expectativa de que todos los estudiantes sigan el mismo ritmo de aprendizaje puede resultar contraproducente”, de forma que esta deriva puede llevar a que el menor “no se sienta motivado a esforzarse y estudiar, ya que no percibe la necesidad de hacerlo para mantenerse al día”.
Para Roberto Ranz, también es clave el grado de motivación que presente el niño o niña con altas capacidades. “A mi juicio, una de las claves para el cambio en la mayoría de estos casos radica en la motivación y el interés que la escuela despierta y puede llegar a despertar en los alumnos”, dice.
Por ello, para el psicólogo especializado en altas capacidades es esencial para reducir o afrontar con garantías de éxito el problema del bajo rendimiento escolar en las altas capacidades reside fijarnos en lo que se hace en las aulas de los centros educativos. “Es fundamental un cambio metodológico en nuestras aulas centrado en el protagonismo de los alumnos y en el despliegue de metodologías activas como el aprendizaje basado en proyectos, entre otras”, asegura.
Por su parte, el equipo de Talentum establece como clave esencial la identificación temprana. “¡La detección precoz y la atención personalizada son fundamentales para ayudar a estos niños a alcanzar su máximo potencial!”, afirman. “Es crucial identificar estas señales tempranas y proporcionar el apoyo necesario a través de programas educativos adaptados a las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE)”, agregan.
Por lo tanto, son dos las claves que destacan las dos fuentes especializadas citadas: identificación precoz y evolución de la metodología en las aulas para despertar la motivación de este alumnado.
Posibles consecuencias del bajo rendimiento escolar
El bajo rendimiento académico siempre conlleva consecuencias intrínsecas que afectan a todo el alumnado, tenga altas capacidades o no, pero la literatura científica define también consecuencias específicas en el alumnado de altas capacidades derivadas de su bajo rendimiento escolar.
El psicólogo Roberto Ranz recoge las que considera más importantes en la siguiente lista. Las reproducimos literalmente, tal cual lo hace el experto en altas capacidades en este artículo divulgativo:
- Aburrimiento en la clase.
- Baja motivación y percepción de la escuela como algo aburrido, sin sentido y desconectado de la vida real.
- Inconformismo y oposición.
- Factores familiares estresantes o disfuncionales; conflictos familiares; bajas expectativas de los padres respecto a la importancia del rendimiento académico; inconsistencia, ausencia de límites y normas que impiden el adecuado seguimiento académico y supervisión de los hijos.

- Expectativas de los padres poco realistas; el potencial de los hijos se percibe como expectativa evidente y cierta de excelencia académica, cosa que crea presión excesiva y carga añadida para los hijos.
- Déficits o problemas no identificados: TDAH, dificultades específicas de aprendizaje, TEA, disincronías, falta de habilidades procedimentales y de metacognición, etc.
- Aislamiento, depresión, ansiedad, o problemas con los iguales.
- Presión de los iguales: deseo de ser como los demás y de conformarse con las expectativas del grupo.
- Factores culturales o situaciones asociadas a desventaja social y económica.