Hace tiempo que el debate sobre el uso del teléfono móvil en los colegios trascendió del ámbito social. En varios países europeos ya ha llegado a la agenda política. Las instituciones comienzan a tomar decisiones concretas, con normativas o recomendaciones que buscan garantizar un entorno escolar más saludable, más humano y menos hiperconectado limitando o prohibiendo los teléfonos inteligentes en los centros educativos.
En España, sin embargo, no existe una prohibición general del uso de móviles en los centros educativos. ¿El motivo? Las competencias en materia de educación están transferidas a las comunidades autónomas.
Esto genera un mapa desigual: algunas comunidades, como Madrid, han anunciado que regularán su uso en los colegios a partir de 2025. Otras ya han tomado medidas más o menos restrictivas. Y en muchos casos, solo se han emitido recomendaciones, dejando en manos de cada centro la responsabilidad de decidir si las aplica o no. Aquí tienes actualizado el mapa de la prohibición de los móviles en los colegios españoles.
Mientras tanto, a nivel europeo, Francia fue pionera en la prohibición del móvil en las aulas de la escuela primaria. Lo hizo en 2018. Y ahora ha sido Portugal quien ha decidido expulsar definitivamente los smartphones de las escuelas de primaria tras comprobar que limitar su uso reduce de forma notable el bullying y mejora la convivencia escolar.

Portugal lo tiene claro: móviles fuera del aula para siempre
El gobierno portugués ha optado por erradicar por completo el uso de móviles en los primeros ciclos educativos, después de constatar los efectos positivos que esta medida tiene en la reducción de la violencia y el aumento de la socialización entre los alumnos.
A partir del próximo curso, los móviles estarán prohibidos en las aulas del primer y segundo ciclo —el equivalente a la primaria española, entre los 6 y los 12 años— tanto en centros públicos como privados. Ya no será una decisión discrecional de cada colegio, como ocurría hasta ahora. Será obligatorio por ley.
En concreto, la decisión se aprobó en el último Consejo de Ministros a través de un decreto ley que regula el uso de dispositivos electrónicos con acceso a internet en el entorno escolar. Aunque la prohibición se incluye dentro del programa de gobierno de la coalición conservadora que gobierna, se basa en datos y experiencia directa, ya que, durante el curso anterior, el ejecutivo portugués envió una serie de recomendaciones a los colegios para limitar el uso del móvil según la etapa educativa.
Después, se realizó una encuesta entre los directores de más de 800 agrupamientos escolares —complejos educativos que agrupan desde infantil hasta secundaria— que atienden a 1,3 millones de alumnos. El objetivo: evaluar el impacto de estas restricciones en la convivencia escolar.

El resultado fue rotundo. En los centros donde se aplicó la prohibición total del móvil, el acoso escolar disminuyó en más de la mitad de los casos en secundaria. En primaria, donde el móvil tiene una presencia más residual, la mejora también fue clara: el acoso bajó en un tercio de los centros. Y en el segundo ciclo, de 10 a 12 años, el bullying se redujo en el 59% de los colegios. Además, las peleas y los problemas de disciplina se redujeron significativamente, especialmente en secundaria.
Las cifras contrastan con los centros que optaron por restricciones parciales o mantuvieron un uso libre del móvil. En estos casos también se observaron mejoras, pero mucho menos significativas.

Portugal ha hecho lo que muchos docentes y padres reclaman desde hace años: dejar de convertir la pantalla en una herramienta omnipresente en la vida escolar. Apostar por más contacto humano, más atención plena, y menos distracciones.
Ahora, la pregunta es si habrá efecto rebote de esta medida en España y si las comunidades autónomas y el Estado dan nuevos pasos adelante para limitar o prohibir por ley los móviles en los colegios.