Al igual que existen diferencias entre el cerebro de los niños con altas capacidades con los que no las tienen, el cerebro de los niños es distinto al cerebro de las niñas desde el nacimiento. Así lo refleja un estudio de la prestigiosa universidad de Cambridge, que ha realizado medio centenar de resonancias magnéticas a bebés para estudiar sus respectivos cerebros. Según el citado estudio, que ha sido publicado en la revista Biology of Sex Differences, los cerebros femeninos tienen mayor materia gris, mientras que los cerebros masculinos tienen mayor cantidad de materia blanca. Estas diferencias, insisten desde el Centro de Investigación del Autismo de la citada entidad académica, se aprecian desde el nacimiento.
Los investigadores explican que si bien las diferencias sexuales al nacer han suscitado mucho interés científico y social, “se sabe menos sobre si el cerebro muestra diferencias sexuales al nacer”. De hecho, el estudio dirigido por el Centro de Investigación del Autismo de la universidad de Cambridge es el más extenso de los realizados hasta la fecha para estudiar el cerebro de los recién nacidos por sexo.
Titulado ‘Diferencias sexuales en la estructura del cerebro humano al nacer’, se ha centrado en concreto en investigar “las diferencias sexuales promedio en la estructura cerebral en una muestra grande de recién nacidos poco después del nacimiento”.
El motivo, indican en el estudio, es que estudiar estas diferencias “puede ayudar a entender cómo los factores prenatales (por ejemplo, los niveles hormonales antes del nacimiento) y los factores posnatales tempranos (por ejemplo, la exposición al entorno sensorial y las interacciones con los cuidadores) contribuyen a dar forma a las diferencias sexuales en el cerebro”.

Las diferencias del cerebro entre sexos al nacer
En este trabajo, los investigadores han estudiado los volúmenes cerebrales globales y regionales de 514 recién nacidos. Todos tenían entre 0 y 28 días de vida, y 236 eran niñas, mientras que 276 eran niños. Los datos utilizados pertenecen al proyecto Human Connectome, que está en desarrollo actualmente. Además, han evaluado las interacciones entre géneros y edades con el objetivo “investigar las diferencias de género en el desarrollo cerebral posnatal temprano”.
En promedio (de media), los niños recién nacidos tienen un volumen cerebral intracraneal y total “significativamente mayores, incluso después de controlar el peso al nacer”. En este punto, tras controlar el peso al nacer, añade la investigación en sus resultados, las recién nacidas “mostraron volúmenes de materia gris cortical total significativamente mayores, mientras que los varones mostraron mayores volúmenes de materia blanca total”.
Estamos, por lo tanto, ante uno de esos descubrimientos que desafían lo que sabemos sobre el desarrollo del cerebro infantil.

Cabe señalar en este punto que la materia gris (o tejido gris), que está presente en el cerebro y la médula espinal, está compuesto por cuerpos celulares y participa en procesos como el procesamiento y la interpretación de la información. El habla y el aprendizaje tienen que ver con ella. En cambio, la materia blanca, o sustancia alba, es aquella que está formada por axones, fibras nerviosas largas que conectan neuronas de diferentes partes del cerebro.
Dicho esto, a modo de conclusión, en base al trabajo de investigación realizado por los expertos de Cambridge, ha quedado evidenciado que existen “varias diferencias promedio están presentes al nacer, lo que sugiere que los factores previos al nacimiento juegan un papel importante en el inicio de las diferencias sexuales en el cerebro”, se lee en los resultados del mencionado estudio.

Su director, Yumnah Khan, estudiante de doctorado en el Centro de Investigación del Autismo de Cambridge, señala que la investigación “resuelve una vieja cuestión de si los cerebros masculinos y femeninos difieren al nacer”.
Ahora no solo se sabe que existen diferencias en el cerebro de los niños y las niñas, sino que estas diferencias sexuales, al ser evidentes desde el nacimiento, “podrían reflejar en parte diferencias sexuales biológicas durante el desarrollo cerebral prenatal, que luego interactúan con las experiencias ambientales a lo largo del tiempo para dar forma a otras diferencias sexuales en el cerebro”, concluye el científico.