¿Cuánto embutido pueden comer los niños?

La respuesta a la pregunta es sencilla y clara porque así lo dicen las autoridades sanitarias y los expertos en alimentación: “Cuanto más tarde y en menor cantidad,mejor”.
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No existe una ingesta recomendada para los embutidos, cuanto menos, mejor”. El cocinero Juan Llorca, especializado en alimentación infantil, deja claro cuál es su respuesta a la pregunta que nos formulamos en el titular de esta pieza, la misma incógnita que muchos padres y madres de familia se plantean a sí mismos. Entonces, ¿cuánto embutido pueden comer los niños?

Riesgos de los embutidos en la dieta infantil

La dieta infantil debe estar basada en dar a los niños y niñas los nutrientes que necesitan, cuidando que lleven una alimentación variada y saludable. En este contexto, los embutidos (como otros alimentos de la pirámide nutricional que son de consumo ocasional) pueden tener asociados ciertos riesgos, como veremos a continuación.

Recomendaciones de la OMS y la Asociación Española de Pediatría

La OMS publicó en 2015 una declaración sobre la relación de las carnes procesadas (entre las cuales los embutidos están incluidos) y algunas enfermedades, como el cáncer colorrectal. El doctor Kurt Straif, Jefe del Programa de Monografías de la OMS, indicó que “se trata de un riesgo pequeño parecido a la magnitud del riesgo del fumador pasivo y el cáncer de pulmón. Pero tenemos que tener en cuenta que la exposición es muy común porque muchas personas comen carne procesada o carne roja en exceso y por lo tanto es un problema de salud importante”, especificó el experto.

Después de aquello se ha escrito mucho, en algunos casos matizado, pero la realidad es que hay “evidencia científica fehacientemente demostrable para las carnes procesadas en referencia a su poder carcinogénico, clasificándolas en nivel de evidencia 1 (el más alto)”, como explican los pediatras Carlos Casabona y Pepe Serrano en el seminario "¿Por qué tu hijo come peor de lo que piensas?". Estos expertos aclaran en el mismo documento, como decía la OMS, que "el porcentaje estimado hace referencia al denominado “riesgo relativo”, lo que significa que el riesgo de padecer ese tipo de cáncer incrementaría, de un 3-5% que tiene la población general, a un 4-6% en términos de riesgo absoluto, en caso de hacerse ese consumo".

Lo que dicen fuentes como la Asociación Española de Pediatría respecto de consumo de embutidos es que los embutidos, al igual que el resto de alimentos superfluos —azúcares, miel, cacao, bollería, charcutería…— ,  “cuanto más tarde y en menor cantidad mejor (siempre a partir de los doce meses)”. Así lo sentencia, literalmente, la guía "Recomendaciones para padres sobre la alimentación complementaria".

Impacto en la salud: carnes procesadas y cáncer

El vínculo entre las carnes procesadas y el cáncer ha sido objeto de numerosos estudios científicos. Los embutidos, al ser productos cárnicos procesados, pueden contener conservantes y aditivos que podrían inducir efectos perjudiciales para la salud. Estos componentes, además, pueden contribuir a problemas cardiovasculares y obesidad, debido a su alto contenido en grasas saturadas, nitritos (conservantes) y sal.

La OMS actualizó sus investigaciones en la guía de 2023 "Red and processed meat in the context of health and the environment", en la que se indica que "El consumo excesivo de carne roja y carne procesada se asocia con un mayor riesgo de enfermedades no transmisibles, incluidas cáncer, enfermedades cardiovasculares (ECV) y diabetes tipo 2".

No se trata de prohibirlo ni demonizarlo, sino incluirlo en el contexto de una dieta saludable y hacer que su consumo sea ocasional. Y siempre teniendo en cuenta que no todos los embutidos tienen los mismos ingredientes (no se puede comparar un jamón serrano natural con uno con conservantes, así como no se parecen un jamón y un fuet).

Embutido en niños
Embutido en niños: ¿cuánto y cómo? Fuente: Freepik

¿Cuándo pueden comer embutidos los bebés?: Introducción recomendada a partir de los 12 meses

Según la Asociación Española de Pediatría, los embutidos no deben formar parte de la alimentación de los bebés antes de los 12 meses. A partir de esta edad, si se decide incluirlos, debe hacerse de manera ocasional y en pequeñas cantidades. Esta recomendación se basa en el hecho de que los embutidos son alimentos superfluos, que no aportan beneficios nutricionales significativos y pueden contener ingredientes poco saludables para los más pequeños.

Embutidos en bebés de 1 año: ¿qué tener en cuenta?

Cuando un bebé alcanza el año de edad, los padres pueden considerar la introducción de embutidos, pero siempre teniendo en cuenta ciertos factores. En primer lugar, es importante elegir embutidos de alta calidad, preferiblemente aquellos que sean bajos en sal y sin aditivos artificiales. Además, es recomendable ofrecerlos en cantidades pequeñas y no como parte regular de la dieta. Los embutidos deben ser una excepción y no la regla, ya que hay muchos otros alimentos que pueden proporcionar los nutrientes necesarios.

Embutido en niños
Embutidos y carnes procesadas en la infancia. Fuente: Freepik

Alternativas saludables y hábitos alimenticios

No se trata de demonizar a los embutidos. De hecho, pediatras como Gabriel Ruiz, autor de El blog del pediatra, dejan una puerta abierta a los embutidos, si bien esta debe ser pequeña: “Dejar los cárnicos procesados para consumo más ocasional (embutidos, salados, ahumados…)”, es su recomendación y pone como ejemplo el niño que pasa de merendar o desayunar bollería industrial a tomarse una tostada de pan integral con tomate y una loncha de pavo o jamón. 

Reducir el consumo de embutidos gradualmente

Reducir el consumo de embutidos en la dieta infantil puede ser un desafío, especialmente si los niños ya están acostumbrados a ellos. Sin embargo, se puede hacer de manera gradual. Una estrategia eficaz es sustituir los embutidos por opciones más saludables, como carnes magras o proteínas vegetales. También es importante educar a los niños sobre la importancia de una alimentación equilibrada, involucrándolos en la planificación y preparación de comidas saludables.

Opciones más saludables que los embutidos

Existen muchas alternativas saludables a los embutidos que pueden incorporarse en la dieta de los niños. Por ejemplo, el pollo o el pavo asado son opciones de proteínas magras que pueden ser utilizadas en sándwiches o ensaladas. Las legumbres, como los garbanzos o las lentejas, también son excelentes fuentes de proteínas y fibra. Además, los frutos secos y las semillas pueden ofrecer grasas saludables y nutrientes esenciales. Estas alternativas son más nutritivas, y ayudan a diversificar la dieta de los niños, promoviendo hábitos alimenticios más saludables. Siempre hay cambios que se pueden hacer para mejorar la alimentación de los niños.

Embutido en niños
¿Cuánto embutido pueden comer los niños? Fuente: Freepik

Beneficios de limitar los embutidos en la alimentación infantil

En definitiva, conviene tener claro que cuanto menos embutido tomen los niños será mejor para su salud y para la del medioambiente —el consumo de carne roja es menos sostenible a largo plazo—, aunque no les va a pasar nada si ocasionalmente lo toman a partir de los doce meses en cantidades limitadas. 

Mejor salud y bienestar para los niños

Limitar el consumo de embutidos en la dieta infantil tiene beneficios para la salud. Al reducir la ingesta de grasas saturadas y sal, se disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares y obesidad infantil (que puede ser reversible si se actúa a tiempo). Además, al evitar los aditivos presentes en los embutidos, se protege el sistema digestivo de los niños y se promueve un mejor funcionamiento metabólico. Estos cambios en la dieta contribuyen a un mejor estado de salud general, favoreciendo el crecimiento y desarrollo óptimo de los niños.

Contribución al cuidado del medio ambiente

Además de los beneficios para la salud, limitar el consumo de embutidos también tiene un impacto positivo en el medio ambiente. La producción de carnes procesadas, incluidos los embutidos, contribuye a aumentar la huella de carbono y al incremento del uso de recursos naturales. Al reducir el consumo de estos productos, se fomenta un estilo de vida más sostenible y respetuoso con el entorno. Enseñar a los niños a tomar decisiones alimenticias conscientes les ayuda a ser ciudadanos responsables el día de mañana.

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