Ya sabemos que seguir una alimentación saludable es fundamental a la hora de cuidar nuestra salud. Y esto es así no solo para los adultos, sino también para los más pequeños de la casa.
Y, como han señalado ya diferentes estudios, seguir una alimentación sana desde el principio (es decir, desde que somos pequeños), puede ayudar a proteger a los niños contra las enfermedades cardiovasculares que pueden surgir en el futuro.
De hecho, un nuevo estudio, publicado recientemente, muestra cómo una dieta vegana (principalmente a base de plantas), y sin grasas añadidas, puede ser de muchísima ayuda a la hora de revertir la obesidad infantil, disminuyendo y reduciendo con ello sus riesgos no solo de enfermedades cardiovasculares, sino de otros problemas de salud.

Se estima que, en la actualidad, alrededor del 15 al 20 por ciento de los niños españoles tienen un Índice de Masa Corporal (IMC) para su edad clasificado como “obeso”. Y la obesidad infantil puede provocar la aparición de colesterol alto y de presión arterial elevada, lo que pueden aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular.
A los expertos les alarma especialmente algo importante: la mayoría de los niños que tienen obesidad tenderán a permanecer así cuando sean adultos, por lo que se enfrentarán a un mayor riesgo de distintos problemas de salud, como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.
Por suerte, y de acuerdo a los resultados del estudio, la obesidad infantil no solo es prevenible sino reversible, en especial cuando seguimos determinados hábitos alimenticios. Y las dietas a base de plantas pueden ser una buena opción.
¿Qué nos indica el estudio?
El estudio, realizado por un equipo de investigación de la Clínica Cleveland, analizó tres dietas saludables distintas. Todas se caracterizaban por el consumo de frutas y verduras, alimentos integrales, alimentos procesados limitados, carnes rojas y sal. Concretamente, consistieron en la dieta recomendada por la American Heart Association, una dieta basada en plantas y la dieta mediterránea.
A lo largo del estudio los investigadores observaron cómo estas dietas podían afectar a las tasas de obesidad, así como los riesgos cardiovasculares en un total de 96 niños, con edades comprendidas entre los 9 y los 18 años de edad con obesidad.

Para ello, utilizaron análisis sanguíneos como biomarcadores de enfermedades cardiovasculares. Y, durante la investigación, los niños —y sus padres— participaron en un total de cinco sesiones educativas centradas en la elección de alimentos saludables.
¿Cuáles fueron los hallazgos? Las tres dietas promovían la pérdida de peso, a la vez que reducían los riesgos de enfermedad cardiovascular. De ahí que los autores enfatizaran la importancia de empezar con unos hábitos alimenticios saludables a una edad temprana, lo que ayudará a que los niños se mantuvieran sanos y, además, sería de utilidad para crear rutinas saludables que se mantendrían hasta la etapa adulta. Así, ofrecería una protección a largo plazo contra muchas enfermedades y dolencias asociadas con la obesidad.
¿Qué hábitos alimenticios saludables pueden ser útiles?
Cocinar más en casa
Hacer las comidas nosotros mismos puede ser de muchísima ayuda a la hora de asegurarnos de ofrecer recetas sin un exceso de grasa o de sal añadida, ya que somos nosotros quienes controlamos todos los ingredientes.
Como señalan muchos nutricionistas, es verdad que la comida elaborada en casa —casi— siempre tiende a ser más saludable que la que compremos elaborada fuera, ya que permite a los padres tener el control de lo que contiene exactamente.
Pero no es necesario ser un experto cocinero. Basta con optar por recetas simples y rápidas, que pueden acabar funcionando muy bien.

La importancia de la exposición temprana
La Academia Americana de Pediatría (AAP) señala que introducir muchos alimentos saludables desde una edad temprana, evitando opciones menos saludables, puede ser de muchísima ayuda a la hora de desarrollar el gusto por alimentos más sanos, nutritivos e integrales.
Y es que una vez que el niño consume alimentos sólidos, es mucho mejor exponerlo a una amplia variedad de alimentos nutritivos y saludables, como frutas y verduras, además de minimizar los alimentos procesados.
La importancia de que los padres sean un buen ejemplo
Es evidente que los niños tienden a repetir los comportamientos de sus padres. De manera que, lo que hagan, tendrá un impacto mayor de lo que digan. Esto significa que debemos dejar que nuestros hijos nos vean disfrutando de comidas saludables, a base preferiblemente de plantas, y además consumirlas juntos.
Dado que nuestro hijo tiene un deseo natural de emularse, si nos ve comiendo y disfrutando de una amplia diversidad de alimentos saludables, serán más propensos a repetirlo y a hacer lo mismo.