Un punto más allá en el nivel de desarrollo de un bebé es aprender a girar sobre sí mismo cuando está tumbado. Esto es el comienzo para después poder ponerse de pie y dar sus primeros pasitos. ¿Cómo podemos entonces ayudar al peque a estimular su volteo? Veamos algunos ejercicios.
Después de conseguir controlar su cabeza, poco a poco comenzará a poder quedarse sentado sin tener que apoyarse en nada, y será más o menos a los cuatro meses de edad cuando lo consiga hacer.
El proceso se iniciará cuando esté apoyado sobre su tripita y empiece a elevar un poco su cabeza y sus hombros con ayuda de sus bracitos. Esto también le ayudará a fortalecer sus propios músculos. Algunos bebés en vez de querer girar sobre sí mismos es posible que prefieran sentarse directamente o querer gatear. Da igual la manera, lo importante es tener curiosidad por moverse.
Ideas de ejercicios para el volteo del bebé

Si quieres ayudar a tu hijo estimulando sus movimientos, puedes probar estas ideas de ejercicios:
- Coge su juguete o peluche favorito y colócalo a su lado, pero fuera de su alcance. Lo más probable es que intente hacerse con él y el propio peso de su cuerpecito le haga girar.
- También puedes coger una pelota o un juguete con colores llamativos o luces y moverlo de un lado a otro mientras el bebé está tumbado e intenta alcanzarlo. De la misma manera que esto será un estímulo visual para él, puedes repetir el ejercicio, pero con uno estímulo auditivo, utilizando un sonajero o un cascabel y también intentando que lo atrape mientras lo mueves.
- Tumba al pequeñín en una cama y colócate tú también en ella, pero detrás de él. Llámale por su nombre. Al querer saber dónde estás, con un empujoncito ligero querrá ponerse boca arriba.
- Un ejercicio clásico es tumbar al bebé y mover sus piernas como si estuviera pedaleando una bicicleta o también haciéndole masajes desde las nalgas hasta los pies para así favorecer la flexión de las caderas y la extensión de las piernas.
Como consejo de precaución, ten cuidado siempre cuando esté en la cama, en un cambiador o en el sofá, por ejemplo, el bebé podría intentar seguir “practicando” sus movimientos y sin querer acabar cayéndose. Ya no solo por si pudiera hacerse daño en ese momento, sino porque tampoco queremos que esa experiencia moviéndose o dándose la vuelta le acabase asustando o provocando un problema serio.