Hay ocasiones en las que los niños se despiertan frecuentemente por la noche, pero no tienen malos hábitos de sueño y se quejan de molestias en las piernas o muestran inquietud en las mismas: el Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI) también puede afectar a los niños.
¿Qué es el síndrome de las piernas inquietas?
“El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) o enfermedad de Willis-Ekbom en los niños es similar al de los adultos, aunque con algunas características de síntomas especiales en la edad infantil. Es un trastorno sensitivo-motor que afecta muy mayoritariamente a las piernas, ligado al reposo y que tiene un significativo impacto sobre la calidad de vida de los niños y adolescentes, con importantes consecuencias sobre el sueño, su rendimiento escolar y, no tan típico en adultos, su comportamiento”, explica Dr. Óscar Larrosa Gonzalo, Neurofisiólogo Clínico, experto en Medicina del Sueño y Coordinador de Unidad de Medicina del Sueño de MipSalud.
Como vemos el SPI en niños tiene una gran repercusión en su descanso e influye también en su forma de comportarse.
¿Cuáles son los Síntomas del Síndrome de Piernas Inquietas en niños?
Este síndrome tiene unos síntomas muy característicos, que se identifican mayoritariamente por la necesidad imperiosa de mover las piernas en situaciones de reposo y suele afectar más avanzada la tarde-noche: “Se alivia con el movimiento (estirar y encoger las piernas, andar, patalear…) y, si es importante, provoca mala calidad de sueño, un insomnio secundario. La necesidad de mover las piernas se suele acompañar habitualmente, aunque no siempre, de una sensación desagradable, molesta, de inquietud interna mal definida, hormigueo, picor… muy variable”, explica el experto.
La forma en la que los niños afectados suelen definir esa sensación es como “hormigas en las piernas”, “arañas o bichos” en las piernas, “cosquillas”, “ganas de mover las piernas, correr en la cama o de levantarse”.
Como decíamos, visiblemente también se puede reconocer, ya que esa inquietud de piernas suele traducirse en movimientos periódicos de las mismas mientras están dormidos o también en situaciones de reposo: “consisten en sacudidas breves e involuntarias de la pierna, como una “patadita” o sacudida, en salvas periódicas con un ritmo concreto, que se cuantifican y caracterizan en la Polisomnografía o estudio de sueño nocturno completo, preferentemente con vídeo sincronizado con el registro”.
¿Son las mismas características que presenta esta patología en los adultos? Son similares, pero también hay algunas particularidades: “A diferencia de los adultos, pueden referir síntomas sensitivos en piernas por la mañana en reposo prolongado, típicamente sentados en clase o en la guardería, siendo difícil comprobar la mayor intensidad o frecuencia de los mismos por la tarde avanzada-noche a veces, ya que en algunos casos están en reposo menos tiempo por la tarde-noche. Por otra parte, los síntomas motores (Movimientos Periódicos de Piernas involuntarios y movimientos voluntarios para aliviar las molestias-inquietud) pueden ser muy predominantes”, matiza Larrosa.
¿Hay una edad en la que puede ser más frecuente en niños?
Otra pregunta muy habitual en relación al SPI es si hay una edad en la que suela aparecer con más frecuencia. Los expertos advierten que puede aparecer a cualquier edad, incluso en los bebés durante sus primeros meses de vida; sin embargo, “el 63% de los casos infantiles aparece entre los 5 y los 7 años”, aclara el experto en Medicina del Sueño.

¿Afecta por igual a niños y a niñas?
A este respecto, hay otra diferencia con el Síndrome de Piernas Inquietas en adultos, ya que en esas edades es el doble de frecuente en mujeres que en hombres, sin embargo, en la edad infantil se da con la misma frecuencia en niños y en niñas.
¿Cómo afecta el SPI a la salud del niño?
Como veíamos antes, este síndrome tiene fuertes repercusiones en la calidad de descanso y de vida del niño o adolescente, además de tener, también, otros efectos sobre la salud: “Si los síntomas son de intensidad suficiente, dos días a la semana o más, provocan en general una privación de sueño efectivo mantenida, con dificultades para conciliar el sueño y despertares frecuentes, y disminución de la proporción adecuada necesaria de sueño profundo y de sueño REM. Esta privación de sueño provoca síntomas de hiperactividad paradójica por el día y con frecuencia, de déficit de atención. Estos síntomas deben diferenciarse de un trastorno de hiperactividad y déficit de atención (TDAH) primario. También provoca irritabilidad frecuente, mal rendimiento escolar y predispone a alteraciones metabólicas si el problema se alarga, como puede ser el sobrepeso y obesidad”, aclara el neurofisiólogo.
Muchas veces se ha relacionado este síndrome con una mayor tendencia al sonambulismo: “Predispone a que sean más frecuentes las Parasomnias (sonambulismo, terrores nocturnos, pesadillas, bruxismo o rechinar de dientes...)”.
Sin embargo, hay que destacar que no es frecuente que estos niños manifiesten una somnolencia muy excesiva durante el día, a pesar de no poder dormir bien y, si esta aparece, el experto insta a buscar otra causa añadida.
¿Por qué se produce el Síndrome de Piernas Inquietas en niños?
Para explicar las causas de este síndrome hay que prestar importancia a dos factores: la falta de hierro y el componente genético. “Con los conocimientos actuales, se piensa que el problema se produce por una falta de disponibilidad de hierro a nivel del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal), por alteración del mecanismo de transporte del hierro desde la sangre, que provoca algunas alteraciones en la función de neurotransmisores como la dopamina, el glutamato y la adenosina. Además, tiene un componente genético claro de base, cuanto mayor sea la carga genética, antes suele aparecer y es frecuente que haya familiares directos de sangre (más frecuente por línea materna) que padezcan el trastorno también”, asegura el doctor.

¿Cuál es su tratamiento?
El SPI tiene tratamiento y depende, en parte, de la intensidad de los síntomas: “En los casos de intensidad y frecuencia suficiente y/o que alteran el comportamiento del niño, hay que consultar con un especialista en sueño o neuropediatra. La primera línea de actuación es investigar los valores de metabolismo del hierro en sangre que, si están alterados, predisponen o provocan los síntomas. Y hay que ser a veces más exigentes de lo normal, con algunos de los parámetros no sirven los valores de normalidad habituales en niños sin SPI. Es frecuente que estén alterados en niños con síntomas y al corregirlos en general mejoran mucho (incluso más y antes que los adultos). Esta corrección se hace en general aportando hierro por vía oral, una vez descartadas causas de pérdida del mismo corregibles. Otro parámetro que hay que controlar es el nivel de Vitamina D en sangre, muy importante para la calidad de sueño y el metabolismo de los neurortransmisores implicados y corregirla si es deficitaria. Asimismo, hay que investigar posibles deficiencias de ácido fólico y vitamina B12, que predisponen a los síntomas y, si existen, corregirlas. También hay que descartar intolerancias al gluten, y ponerle remedio si existen”, argumenta Larrosa.
¿Y si nada de lo anterior funciona y las alteraciones en el comportamiento y en el sueño persisten? En esos casos extremos “hay algunos fármacos que deben ser manejados siempre por un especialista con experiencia en la enfermedad”, concluye el experto en Medicina del Sueño.