La psicomotricidad tiene múltiples concepciones. Sin embargo, todas ellas tienen en común el integrar elementos psíquicos y motrices. (De ahí, psico- motriz).
Partiendo de esta relación existente entre cuerpo y la psique, la psicomotricidad va a tener como principales objetivos educar las capacidades sensitiva, perceptiva, representativa y simbólica. Dotará a los niños de capacidad para dominar y expresarse a través de diferentes habilidades de su cuerpo. Desde la perspectiva de la psicomotricidad, hay 2 tipos de motricidad en el niño: la motricidad gruesa y la motricidad fina.
La motricidad gruesa y su desarrollo
Es aquella que implica movimientos de grandes grupos musculares. Estos son muy importantes porque permiten expresar la destreza adquirida en las otras áreas y constituyen la base fundamental para el desarrollo del área cognitiva y del lenguaje. De esta manera, la motricidad gruesa incluye movimientos musculares de piernas, brazos, cabeza, abdomen y espalda.
Es, además, la responsable de la integración del niño en su entorno a través de la exploración de su propio cuerpo mediante el juego libre y el movimiento.
Se establece primero un control de movimientos de cabeza, que luego se irá extendiendo a los brazos, las manos, el abdomen, las piernas y los pies.
De manera orientativa usaremos “la regla de los 3 meses” para explicar su desarrollo:
• 0 meses: el bebé tendrá postura fetal y permanecerá acostado boca arriba o boca abajo.
• 3 meses: el bebé empieza a ser capaz de mantener la cabeza erguida.
• 6 meses: el bebé comienza a permanecer en postura de sentado.
• 9 meses: el bebé empieza a desplazarse voluntariamente y comienza a gatear sobre las manos y las rodillas.
• 12 meses: el bebé comienza a sostenerse de pie. Primero agarrándose a algún objeto y después consigue mantenerse de pie solo. Y al final del primer año es capaz de caminar cogido de la mano y después solo.
Para favorecer esta motricidad gruesa podemos hacerlo de dos maneras:
La motricidad fina y su desarrollo
Podemos definir esta motricidad como: las acciones que implican pequeños grupos musculares de cara, manos y pies, concretamente, a las palmas de las manos, los ojos, dedos y músculos que rodean la boca. Este grupo de músculos son los que posibilitan mover la lengua, sonreír, soplar, la coordinación mano-ojo, coger objetos, mover los ojos, etc.
Interviene en movimientos y controlados que requieren el desarrollo muscular y la madurez del sistema nervioso central. Es decir, cuando los bebés recién nacidos mueven sus manos o brazos, estos son movimientos reflejos y no son controlados conscientemente propios de la motricidad fina.
Su desarrollo comienza en los primeros meses cuando el bebé descubre sus manos y poco a poco a través de experimentar y trabajar con ellas, podrá empezar a manejarse mejor. Cuando dejamos juguetesa su alcance el bebé tratara de dirigirse a ellos y agarrarlos. Así, logrará coordinar la vista con la mano, después comenzará a trabajar el agarre, el cual hará inicialmente con toda la palma de la mano. Luego, iremos ofreciendo objetos que le obliguen a usar las dos manos y para acabar buscar el movimiento individual de los dedos.
Este desarrollo es decisivo para experimentar y aprender sobre su entorno. Juega un papel central en el aumento de la inteligencia.
Entre los ejercicios que favorecerán su dominio en motricidad fina recomendamos:
Borja Quicios es licenciado en Psicología con especialidad en Educación por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene un Máster en Psicomotricidad Vivenciada y Coach educativo.
Borja Quicios está centrado en el mundo del asesoramiento a padres sobre la educación de sus hijos. Además, es autor y fundador del blog "De hijos y padres"donde se tratan temas sobre la educación infantil, como los castigos en la infancia, el desarrollo del niño o la importancia de la educación en valores, entre otros.