Cuando el bebé cumple seis meses, el pediatra aconseja ofrecerle algún alimento sólido. Muchas madres se preguntan qué alimento debén darle, en qué comida, si tienen que triturarlo o no, qué pasa si no le gusta... Antes de comenzar conviene tener las cosas claras.
1. Ten claros los objetivos
¿Adónde quieres llegar? ¿Cómo quieres que coma tu hijo a los diez años, a los cinco, a los dos? ¿Quieres que coma estofado, macarrones o lentejas con su mano o quieres que coma purés y preparados de farmacia y dárselos tú haciendo el avión con la cuchara? Si deseas llegar a un sitio, ve en esa dirección, no en la contraria.
2. No sigas un calendario
Se recomienda empezar la alimentación complementaria a los seis meses. Pero es una cifra redondeada; no es posible que todos los niños necesiten empezar a comer el mismo día. Algunos niños, antes de los seis meses, piden comida, intentan agarrar lo que ven comer a sus padres y llevárselo a la boca. A partir de los cuatro meses, si el niño pide le podemos dar. Y al revés, muchos niños a los seis meses no quieren comer nada, o apenas chupan la comida y la tiran al suelo. Algunos no toman nada más que pecho hasta los ocho o diez meses o más. Si el niño va bien de peso, no hay que preocuparse; solo consulta al médico si hay que darle unas gotas de hierro (que es lo único que le puede faltar a un bebé que solo toma pecho).
3. Cuando comas tú, siéntale en tu regazo
Una historia muy habitual: los padres comen con el bebé sentado en su regazo, «porque si no, se pone a llorar y no me deja comer» (otros bebés prefieren sentarse en la trona). Tarde o temprano, el niño agarra algo del plato de mamá o papá y se lo lleva a la boca. Entre los cuatro o seis meses, si el bebé quiere, se lo permites (pero no te sorprendas si solo lo coge para chuparlo y no se lo traga). A los seis meses ya empiezas a lanzarle indirectas, a acercarle los trozos pequeños y ponerlos a su alcance.
4. No hace falta darle los alimentos de uno en uno
Durante años se recomendó ofrecer los nuevos alimentos de uno en uno con intervalos de una semana. Ya no se da tanta importancia a este consejo, que nadie ha demostrado científicamente. Creo que no hay problema en que el niño vaya probando cada día lo que tengan de menú en su casa. Sí que tendría cuidado en separar la introducción de los dos alimentos más alergénicos, el huevo y el pescado, que no empiece a comerlos el mismo día.
5. A ser posible, ofrécele la comida en trozos
La ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica), explica que a los ocho meses los bebés ya pueden masticar y tragar trozos más grandes; entre los nueve y los doce meses la mayoría pueden comer por sí mismos y beber de un vaso; y que si los trozos no se introducen antes de los diez meses, puede haber más tarde problemas de alimentación. Algunos preferimos empezar con trozos desde los seis meses. Pero si decides empezar con purés, recuerda: hay que comenzar con los trozos antes de los diez meses. Eso sí, si le das puré, déjale coger la cuchara, aunque al principio se manche. Y nunca hay que meterle la cuchara en la boca (haz la prueba, que alguien te meta una cuchara, verás el asco que da), sino ponerle la cuchara a tocar el labio y dejar que él mismo, moviendo la cabeza, la chupe.
6. Permite que coja la comida con la mano
A los seis meses no hace la pinza con los dedos, sino que agarra con la palma de la mano, así que lo más práctico es un trozo largo y delgado, que puede sujetar y mordisquear. Un trozo de plátano maduro (si resulta muy grueso, puedes cortarlo a lo largo en mitades o en cuartos), una zanahoria hervida, una barrita de hamburguesa casera (que te la hagan en la carnicería sin sal ni pimienta). La carne triturada (albóndiga, bistec ruso) se le deshará en la boca; la pechuga o el bistec se pueden cortar en finas tiras perpendiculares a la hebra de la carne; los trozos pequeños de estofado pueden estar muy blanditos. Por supuesto, hay que quitar huesos, espinas, pellejos duros, etc. de los alimentos.
7. Siéntale a comer con vosotros
Cuando está despierto, comerá junto a sus padres. Si cuando los padres comen está dormido, comerá en otro momento. Si en otro momento pide comida, comerá cuando quiera. La comida, lo mismo que el pecho, se da a demanda. ¿No debería acostumbrarse a un horario? Sí, al horario normal de los adultos, que consiste en que comemos cuando queremos, y no comemos a la misma hora el martes que el domingo. Solo el trabajo o la escuela nos obligan a seguir un horario, tu hijo ya tendrá horario cuando vaya al cole.
Tampoco hay necesidad de darle comidas monográficas «por la mañana los cereales, a mediodía la verdura». Nosotros no comemos así, sino «por la mañana el desayuno, a mediodía el almuerzo, etc.». Y en cada comida puede haber carne, verdura, cereales, legumbres, fruta... pero no todo junto triturado, sino unas cosas junto a otras, o después de otras, combinadas según la tradición y las reglas del arte culinario.
8. No le obligues
Sobre todo, NO OBLIGUES A TU HIJO A COMER. Jamás. Ni por las buenas, ni por las malas, ni con gritos ni con premios ni con discursos ni con distracciones. Tal vez el niño no haga los deberes o no recoja los juguetes, pero comer y respirar, seguro que comerá y respirará lo que necesite.