La ciencia de los nombres: cómo la cultura pop influye en cómo llamamos a nuestros hijos

¿Por qué un nombre se populariza tras el éxito de una canción, personaje o figura pública y se desvanece al desaparecer ese fenómeno del foco mediático? La ciencia ha documentado algunos ejemplos concretos de este fenómeno vigente en la actualidad.
La cultura pop influye en las tendencias de los nombres
La cultura pop influye en las tendencias de los nombres de bebé en función de la época y el contexto geográfico (Midjourney - RG) - La cultura pop influye en las tendencias de los nombres

¿Qué hace que un nombre se ponga de moda y luego desaparezca? Esta pregunta ha intrigado durante décadas a científicos sociales, historiadores y expertos en cultura. Aunque no hay una única respuesta, hay un elemento que destaca por su influencia transversal y constante a lo largo de casi el último siglo: la cultura pop. Música, cine, televisión, literatura, deporte… todo lo que conecta con las emociones colectivas en cada época y en cada país se ve reflejado en la pila bautismal.

No hay investigaciones aplicadas al contexto español, pero sí existe evidencia sobre la evolución de los nombres y sus tendencias en Estados Unidos. Y los ejemplos, como vas a ver, son concluyentes: conectan de pleno con ejemplos concretos a los que estamos asistiendo en España, que podemos cotejar no con estudios científicos pero sí con datos estadísticos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Del escenario al registro civil

En su artículo ‘Brandy, You're a Fine Name: Popular Music and the Naming of Infant Girls from 1965–1985’, la socióloga Michelle Napierski-Prancl documentó un caso emblemático: el ascenso meteórico del nombre Michelle en Estados Unidos.

En 1965, el nombre entró por primera vez en el top 20 de nombres para niñas, el mismo año en que los Beatles lanzaron su canción ‘Michelle’. La canción ganó un Grammy en 1966 y en 1968 Michelle ya era el segundo nombre más popular del país. Poco después, su popularidad cayó al compás de la canción saliendo de las listas.

Este patrón, según la autora, se repite con frecuencia: un nombre se populariza tras el éxito de una canción, personaje o figura pública y se desvanece al desaparecer ese fenómeno del foco mediático.

En España es un caso llamativo por lo atípico Lucía, que lleva más de dos décadas liderando el ranking de nombres femeninos. Aunque no hay una causa única, se suele citar la influencia de la canción ‘Lucía’ de Joan Manuel Serrat, que conecta emocionalmente con varias generaciones.

Un concierto
La música es una de las grandes influencias en la cultura pop, y esta, a su vez, en las tendencias de los nombres (Midjourney - RG)

Sin embargo, casos como este son más bien excepcionales. La mayoría de las modas onomásticas vinculadas a la cultura pop son pasajeras. Así ha ocurrido, por ejemplo, con Sofía, que ha ganado popularidad en los últimos años coincidiendo con el protagonismo mediático de la hija menor de los Reyes de España. También coincide, por cierto, con el hecho de que sea el nombre más bonito del mundo según la IA.

Este ejemplo royal es una muestra más que la cultura pop bebe de todas las disciplinas culturales, deportivas y sociales de cada época. Hoy los padres obtienen inspiración para nombres en cualquier rincón del imaginario cultural: desde estrellas de pop hasta protagonistas de series de televisión.

Lo vemos claramente en nombres como Arya, tras el éxito de Juego de Tronos, o Kylian, Leo y Enzo, todos ellos con ecos futbolísticos. Solo tienes que consultar los datos del INE en los últimos años para comprobar el vínculo a la cultura popular tan fuerte que tienen los nombres que se van poniendo de moda más allá de los clásicos que siempre rondan las primeras posiciones de las listas.

Un estadio de fútbol lleno
El fútbol es seguramente la disciplina más influyente en las culturales populares españolas de nuestro tiempo y esto se refleja en los nombres (Midjourney - RG)

La cultura pop en los nombres: el ejemplo de la política estadounidense en el siglo XX

Lo que hoy entendemos como cultura pop tiene raíces más profundas. A mediados del siglo XX (en 1941, antes del estallido definitivo de la cultura pop en los 50), el historiador Arthur Schlesinger documentó cómo durante la Guerra de Independencia de EE. UU. los padres comenzaron a bautizar a sus hijos con nombres patrióticos como forma de reivindicación política: “el pueblo comenzó a dar testimonio de su devoción a la causa estadounidense en la pila bautismal”, señaló entonces el autor.

Esta dimensión política sigue vigente. Ya en este siglo, y también utilizando Estados Unidos como contexto, el politólogo R. Urbatsch descubrió que, tras la presidencia de Ronald Reagan, el nombre Reagan —antes inusual— empezó a escalar en popularidad hasta llegar al top 100 en 2012. Y lo fue, sobre todo, por su crecimiento en estados demócratas o políticamente mixtos, entendiendo el autor esta circunstancia como una forma de reafirmar la identidad ideológica de los republicanos.

Sirven estos dos ejemplos documentados por la ciencia social para evidenciar que la cultura pop abarca un enorme universo de inspiración, y que, por ello, también fluctúa la influencia social de las distintas disciplinas que entran dentro de este saco.

Lo vemos en España con la influencia el siglo pasado de la tauromaquia o incluso la evolución de los nombres bíblicos. Y lo vemos ahora con la popularidad de los nombres inspirados en películas o los nombres que han puesto en el mapa los futbolistas.

La política también forma parte de las influencias populares.
La política también forma parte de las influencias populares. Hay ejemplos de su influencia en los nombres en Estados Unidos durante el siglo XX (Midjourney - RG)

Y es que, en realidad, este es un fenómeno que se viene repitiendo a lo largo del último siglo. Ni siquiera es una moda actual nunca antes vista el gusto por los nombres originales. Los investigadores Matthew W. Hahn y Alexander Bentley demostraron que en Estados Unidos la preferencia por nombres inusuales aumentó en los años 20 y alcanzó un pico en 1930, tiempos de felicidad y exaltación de la creatividad.

Sin embargo, se desplomó este gusto por los nombres originales en los 40 y 50, años duros en lo social y político, donde predominaron los nombres clásicos. Y de nuevo afloraron en los 60, con todo el movimiento cultural que creció precisamente de la mano de la influencia de la cultura pop en Estados Unidos y otros países del mundo —no en España, todavía inmersa en la dictadura—.

Esta oscilación responde, en parte, a lo llaman los investigadores deriva cultural. Y es que, más allá de que en las tendencias de los nombres exista una confluencia de factores —por ejemplo, la tradición familiar—, es incuestionable, y así lo evidencia la ciencia, que es la cultura predominante en tiempo y lugar la que más peso tiene sobre la elección de las familias.

Referencias

  • Michelle Napierski-Prancl. Brandy, You're a Fine Name: Popular Music and the Naming of Infant Girls from 1965-1985. Studies in Popular Culture. Vol. 38, No. 2, 2016.
  • Arthur M. Schlesinger. Patriotism Names the Baby. The New England Quarterly. Vol. 14, No. 4, Dec., 1941
  • R. Urbatsch. Nominal Partisanship: Names as Political Identity Signals. Political Science and Politics. Vol. 47, No. 2, April 2014
  • Matthew W. Hahn, R. Alexander Bentley. Drift as a Mechanism for Cultural Change: An Example from Baby Names. Biological Sciences. Vol. 270, Aug. 7, 2003.

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