La psicología detrás de cómo elegimos los nombres de nuestros hijos e hijas todavía es una incógnita por descifrar, aunque la ciencia social, sobre todo aplicada al contexto de Estados Unidos, ha demostrado con ejemplos concretos en distintas épocas que la cultura pop es una de las grandes influencias en las tendencias de nombres de bebé. No es la única: la tradición familiar, el arraigo cultural o la procedencia geográfica son otros factores que influyen en la decisión de los padres, y algunos estudios apuntan otras peculiaridades. Por ejemplo, que los nombres tienen más opciones de popularizarse cuando algún otro nombre similar ha sido tendencia anteriormente.
Más allá de gustos personales, herencias familiares o significados simbólicos, la ciencia nos muestra que hay patrones psicológicos y sociales que influyen en la elección de los nombres. Esta semana, ya exploramos la ciencia de los nombres y cómo cambian las preferencias a lo largo del tiempo, con la política, la música, el cine o el deporte como fuentes de inspiración de las familias.
En este caso, nos detenemos en otro estudio que ofrece conclusiones muy curiosas y llamativas sobre la psicología de la elección de los nombres para bebé: publicado en la revista Psychological Science hace algún tiempo, el estudio desvela cómo y por qué ciertos nombres se ponen de moda.

No deja de ser anecdótico porque en España no hay apenas este tipo de fenómenos, pero el estudio traza una asociación entre los huracanes y los nombres de bebé que se ponen de moda: los investigadores observaron que cuando un huracán tenía un nombre con una determinada secuencia de sonidos, aumentaba poco después la popularidad de otros nombres con fonemas similares.
Este "shock exógeno", como lo llaman, demuestra que incluso los eventos externos —como ver repetidamente un nombre en las noticias— pueden influir en nuestras decisiones culturales más íntimas.

La influencia de nombres similares que se ponen de moda antes
El descubrimiento más interesante del estudio realizado por Jonah Berger y su equipo de la Universidad de Pensilvania, huracanes aparte, que analiza más de 100 años de datos sobre nombres de bebés en Estados Unidos, es la idea de que los nombres no se eligen de forma aislada, sino que están profundamente influenciados por lo que ha sido popular recientemente. Este fenómeno tiene raíces en un proceso psicológico conocido como "exposición repetida", que indica que tendemos a preferir lo familiar.
Pero los autores van un paso más allá. Descubrieron en su investigación que no solo importa si un nombre ha sido popular, sino también si suena parecido a otros que lo han sido. Es decir, cuando nombres con fonemas similares están de moda, aumenta la probabilidad de que otros nombres con sonidos parecidos también ganen popularidad. Por ejemplo, el estudio hace referencia a los nombres de niña Kayla y Kara, que sin son tendencia aumentarán las probabilidades de que lo sea Katie.
En España, siguiendo esta lógica, puede ocurrir algo parecido con Carla y Carlota, o con nombres masculinos cuyos femeninos se ponen de moda también (o viceversa), como ocurre con Martín y Martina. Según este estudio, simplemente por compartir sonidos, estos nombres tienen más opciones de convertirse en tendencia.

La popularidad se puede volver en contra del nombre
Este efecto de contagio fonético entre nombres de bebé no es lineal: un poco de familiaridad ayuda, pero demasiada repetición puede jugar en contra.
Cuando un nombre se vuelve demasiado común, pierde su atractivo, lo que explica por qué muchos nombres tan populares en los años 80 y 90 (como Jennifer o Jason en Estados Unidos) cayeron en desuso. Hay muchísimos ejemplos de nombres clásicos españoles a los que les ocurrió lo mismo. Y es que, como explican los autores, el exceso de popularidad puede saturar a los futuros padres, que buscan algo conocido pero también original.
¿Qué significa todo esto para madres y padres que están buscando el nombre perfecto? En primer lugar, nos recuerda que nuestras elecciones no se dan en el vacío. Estamos inmersos en una cultura donde las modas, la familiaridad auditiva y hasta los desastres naturales pueden inclinar la balanza. En segundo lugar, refuerza la importancia de encontrar un equilibrio: los nombres que suenan cercanos, pero no demasiado comunes, suelen tener una acogida más cálida.
Así que si estás pensando en nombres como Luna, Gael, Mateo o Olivia, es posible que estés siendo influenciado —sin saberlo— por tendencias culturales más amplias. Y no hay nada de malo en ello. Al fin y al cabo, los nombres son parte de una conversación colectiva, que evoluciona generación tras generación.
Referencias
- Jonah Berger, Eric T. Bradlow, Alex Braunstein and Yao Zhang. From Karen to Katie: Using Baby Names to Understand Cultural Evolution. Psychological Science. Vol. 23, No. 10, 2012.