Primeros sólidos. ¿Se alimenta bien mi hijo de un año?
Dar de comer a un bebé de trece meses puede ser la cosa más fácil o... la mayor de las pesadillas. ¿Es posible alimentar correctamente a un niño a partir del año de edad sin morir en el intento? La respuesta es sí.
Autor: Teresa Pro
Cuando el bebé cumple trece meses, lo primero que hay que hacer es preguntarse: ¿pero, realmente mi niño come mal? A veces nos obsesionamos y, para nuestra sorpresa, el pediatra nos informa de que nuestro hijo (que no prueba las acelgas, ni nada que sea amarillo, ni mandarinas, ni...) está perfectamente alimentado y nutrido.
La idea no es obligarle a comer algo que odia, sino elaborar menús equilibrados y nutritivos con alimentos que le gusten.
¿Cómo pasar a la cuchara sin traumas?
¿Cómo introducir los nuevos alimentos?
¿Qué debe comer un niño de trece meses?
Lo que coma su familia, salvo contraindicación del pediatra. Una dieta equilibrada incluirá:
¿Hay algún alimento prohibido?
No, pero hay algunos que tenemos que limitar o retrasar un poquito antes de incluirlos en su dieta:
¿Estará más sano si come más?
La cantidad de comida que necesita un niño es más pequeña de lo que pensamos los adultos. De todas formas, si creemos que el nuestro no come lo suficiente, haremos bien consultando al pediatra. Lo que suele suceder es que los padres no preparamos raciones de comida proporcionales a la edad de nuestro hijo, sino a la nuestra. Cuando el pequeño no se termina el plato, pensamos que ha comido poco. Pero no es cierto.
Por suerte, la época en que se medía su salud por el tamaño de sus mofletes pasó. Un niño delgadito no significa que coma poco, significa simplemente que es de constitución delgada. Tampoco sería sano caer en el otro extremo y medir al milímetro lo que come nuestro niño para que no engorde lo más mínimo. Busquemos un equilibrio y démosle ni más ni menos que lo que necesite. Y eso sólo lo sabe él. ¿Pide más comida? Entonces necesita más. ¿No quiere más? No necesita más. Así de sencillo.
¿Debemos prohibirle picar?
¿Es bueno que lo hagamos nosotros? Está claro que los niños nos imitan, así que si estamos todo el día abriendo el frigorífico, ellos querrán hacer lo mismo. Una buena estrategia es darles sólo una vez al día algo de picar entre horas y nada de comer al menos durante la hora previa a las comidas.
¿Puede comer ya en familia?
Claro. La hora de la comida es la hora de la familia, un momento para disfrutar de la compañía y la conversación. El niño debe participar de ese momento como uno más; de esta forma evitan que se convierta en el centro de atención.
¿Es normal que se manche mucho?
Aunque existiera un babero que cubriera todo su cuerpo, no podría garantizarnos que no fuera a manchar su silla, la nuestra o a nosotros mismos. Así que tendremos que armarnos de paciencia y recordar que es inevitable que toque la comida, que ensucie. Constituye una fase necesaria de su crecimiento, le ayuda a ganar en autonomía y, menos mal, es transitoria.
¿Le dejamos marear su comida?
¿Por qué lo hace? ¿Porque no tiene hambre o porque, simplemente, comer le entretiene mucho y le lleva su tiempo? Si es lo primero, lo mejor es retirarle el plato. Si, por el contrario, es lento comiendo, ¿qué tiene de malo? Seguro que es un niño muy tranquilo que mastica estupendamente su comida y tiene buenas digestiones ¡qué suerte!
¿Y si se niega a comer?
No es lo mismo comer poquito que no querer probar bocado. Si esto ocurre de forma esporádica no debemos alarmarnos, ni insistir en llevarle nada a la boca porque podría ser contraproducente.
Asesores: Laura Sande Balboa, técnico especialista en Nutrición y dietética.Sara Vázquez, pediatra.