Ser Padres

¿Problemas a la hora de dejar el pañal?

Aprender a controlar esfínteres es un proceso que en algunos niños es sencillo y rápido y en otros complicado y larguísimo. ¿Qué hacer si la cosa se complica?

El control de esfínteres es una conquista natural, fruto de la maduración física y neurológica del niño. No podemos, pues, enseñar al niño a controlar los esfínteres, aunque sí crear un ambiente que favorezca dicha maduración.
Estos son los 7 problemas más habituales que pueden aparecer durante el proceso:
En principio, no. A muchos niños les produce un poco de angustia perder el control sobre sus heces y soltarlas al vacío, por eso las retienen. Entonces hacer caca empieza a ser doloroso porque está estreñido, y entra en un círculo vicioso: no hace caca porque le duele, se estriñe más, se resiste más.
Si el estreñimiento lleva unos días hemos de visitar a nuestro pediatra para solucionarlo y después procurar entenderlo y ayudarle a superar esta situación, favoreciendo la sensación de control de sus heces: ofrecerle el orinal en vez del water, donde puede verlas y retenerlas el tiempo que quiera (y permitirlo), explicarle dónde va la caca, que sea él quien vuelque el orinal al water y tire de la cadena, jugar con barro y representar la historia de la caca…
...y si no, no hace. Es una variante del caso anterior. Si necesita una transición, seguir haciendo caca en el pañal un tiempo, y así lo expresa explícitamente, podemos llegar a un trato con él: cuando quiera hacer caca nos pide el pañal, y después que sea él quien directamente tire la caca al water y se haga cargo del proceso, como en el caso anterior. Las normas han de estar muy claras.
...recogemos pipis por toda la casa y seguimos las cacas por el olor. Pues está claro que hay que volver a poner el pañal y esperar un momento más adecuado. Nuestra principal función en este proceso es el de interpretar las señales para favorecer los procesos naturales de nuestro hijo; y si resulta que las señales dicen que no es el momento (nos equivocamos, o algo se torció por el camino) es importante respetarlas. Sin drama.
No es cierto que no podamos volver atrás porque si no jamás dejará el pañal. Son muchas las madres que cuentan una primera vez desastrosa “un mes y medio en el que todos estuvimos a punto de perder la salud mental”, cuenta Eva, y una segunda y definitiva vez rápida, efectiva. Los niños son los primeros interesados. Si no lo hacen es porque no pueden, no porque no quieran.

4. Controla perfectamente, pero ¡no le da la gana!

Sí, es cierto, se trata de una de las situaciones más complejas, y aquí sí que nos cuesta desplegar comprensión y buen humor… ¿Nos está tomando el pelo? No. Nuestro pequeño no es todo lo libre que pensamos. Está en plena “adolescencia” infantil.    
Cuando esto ocurre es que coinciden en el tiempo dos fenómenos. Dejar el pañal es un hito en la independencia del niño; pero si coincide con lo más crudo de la natural etapa del “no”, pues resulta que también negarse a hacer pipí o caca donde me dicen es señal de independencia. Controlar esfínteres (independencia fisiológica) se yuxtapone temporalmente con la reivindicación de independencia emocional (yo decido). Necesitará reforzar aún más esa independencia si hemos usurpado su interés por dejar el pañal y resulta que nuestro interés es mayor que el suyo.
¿Cómo ayudarle a superar esta oposición? Reconociendo su soberanía sobre su cuerpo… Y la responsabilidad que ello conlleva: “Te has mojado, no pasa nada, te ayudaré a cambiarte, a limpiar la caca”. No es un castigo, estamos reconociéndolo responsable de lo que ocurre en él, apoyando su autonomía. Pero no es un castigo, debemos tenerlo claro.
Por un lado es difícil hacer caca sin un apoyo bajo los pies (probemos), y encima algunos niños tienen la sensación de que pueden colarse por ese agujero que se lleva su caca a un lugar del que nada vuelve. Si no quiere sentarse en el water pero sí en el orinal, de momento no tenemos ningún problema.
A veces el problema surge cuando salimos fuera de casa, a un lugar donde no podemos llevarnos el orinal. Debemos preguntarnos si no alentamos su rechazo al water con nuestros comentarios sobre suciedad, el olor, nuestros gestos de rechazo del lugar o las inverosímiles posturas que adoptamos en tandem en los lugares públicos. Hay niños que lo llevan mejor que otros. Siempre quedará la calle, un árbol, donde tienen más control de la situación. No debe avergonzarnos: si un lugar no está preparado para niños, tenemos derecho a buscar la mejor solución posible.
Las regresiones son muy comunes, pueden ser leves o serias. Detrás de ellas siempre hay una situación que está desbordando al pequeño y es esa situación la que hemos de trabajar prioritariamente. En principio no tenemos por qué volver a ponerle pañal, sino aceptar los escapes con la mayor comprensión posible y sostener a nuestro hijo en esta situación sin culparlo, ya que no se trata de algo voluntario.
Si la situación se desborda demasiado podemos volver a ponerle el pañal un tiempo sin que suponga un drama. No es un paso atrás: cuando el problema se resuelva, retomar la independencia será muy rápido.
No todas las señales han de darse a la vez. Muchos niños están preparados físicamente pero se hacen pipí encima si no los llevamos al water. Su cuerpo está preparado y en este caso lo que aprenderá con el tiempo es a expresar su necesidad. Durante el tiempo que haga falta le preguntaremos cada dos horas, por ejemplo, si quiere ir al baño. El día menos esperado lo pedirá él.
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