5 Consejos para potenciar tu inteligencia y la de tus hijos
El último libro del psiquiatra Enrique Rojas habla de cómo potenciar las 5 herramientas que elevan nuestra inteligencia y la de nuestros hijos: orden, constancia, voluntad, motivación y capacidad de observación.

Todos tenemos las 5 capacidades, pero hay que trabajarlas
El reconocido psiquiatra Enrique Rojas vuelve a tratar un tema clave, el de la inteligencia. Para ello nos habla en su último libro –5 herramientas para potenciar la inteligencia (editorial Temas de Hoy)– de las 5 hablidades que elevan la inteligencia natural que cada uno tiene y que son:
- El orden es el mejor amigo de la inteligencia.
- La constancia significa saber esperar y saber continuar.
- La voluntad es la joya de la corona de la conducta; una persona con voluntad llega en la vida más lejos que una persona inteligente y consigue que sus sueños se hagan realidad.
- La motivación nos empuja hacia objetivos concretos, montada en el caballo de la ilusión.
- La capacidad de observación y de tomar nota nos lleva a disfrutar más de la vida y nos conduce a lo que Enrique Rojas llama: “El castillo de la cultura”.

El orden, primer pilar de la inteligencia
El orden es un valor humano que se refiere a la buena disposición de las cosas entre sí y a saber poner cada una de ellas en el lugar que le corresponde. Es, sin duda, una de las principales joyas de la conducta.Una persona media gasta un año de su vida buscando cosas perdidasMuchas adicciones tienen su origen en la ausencia de un orden en la forma de vivir, de trabajar, de pensar, de superar las adversidades. Hay un orden oculto, nos dice el autor, por debajo incluso de las apariencias, que toca a cada uno descubrir.

La constancia, el poder de no darse por vencido
Constancia es firmeza y perseverancia en los objetivos que uno se ha puesto y es uno de los grandes pilares de la personalidad madura. Habiendo tomado una determinación concreta, constancia es no darse por vencido, crecerse ante las dificultades que surjan.Todo hábito es continuidad en el esfuerzo: saber esperar y saber continuar. Es una forma de valentía contra la fatiga y la renuncia. El que es constante consigue ser estable y no se detiene en el cortoplacismo, sino que mira hacia la lejanía, por elevación, acostumbrado a vencerse aquí y allí. El orden y la constancia tienen como fruto inmediato objetivos concretos, medibles, bien delimitados.La inteligencia tiene en la constancia un arbotante decisivo. Los dos mejores amigos de la inteligencia son el orden y la constancia. Un binomio inseparable. La constancia presupone que somos vulnerables, pues hay un sinfín de ocasiones que nos hacen pensar en abandonar lo comenzado.Para entrenar bien la constancia hay que saber lo que queremos. Querer es activar la perseverancia sobre aquello a lo que uno aspira y que se ha fijado como propósito. Por eso la falta de claridad, la dispersión de los objetivos, la falta de exactitud en las pretensiones..., son cosas que no ayudan. En este punto, Enrique Rojas trae a colación ejemplos de personajes reales de varios campos y épocas que le han servido de guía

La voluntad, sin ella no se logra nada
Voluntad es la capacidad para querer algo y poner todos los medios necesarios para alcanzarlo. También es aquella facultad que nos inclina a buscar algo que descubrimos como valioso y que, de entrada, se muestra arduo y difícil. Por tanto, voluntad es determinación, querer, afán decidido, propósito firme, intención de conseguir algo, determinación perseverante.Como sucede con la inteligencia, las posibles definiciones se multiplican.También se relaciona con nuestra capacidad para proponernos hacer una cosa de forma anticipada.

La motivación, el poder del "Yo puedo"
En la motivación extrínseca todo viene de fuera: es lo que se ve, se oye, se dice o aparece en los medios de comunicación. Esta perspectiva señala que las recompensas externas y los castigos son centrales en la determinación de la motivación de las personas.La motivación intrínseca enfatiza la capacidad de cada persona para lograr el desarrollo de sus cualidades y características propias, la libertad de elegir un camino y una meta.

La observación, la capacidad de tomar nota
La capacidad de observación, como parte integrante de la inteligencia auxiliar, es bastante más que saber captar los hechos que suceden o a los que uno asiste. Consiste en prestar atención a un suceso para darse cuenta de cómo sucede.Por desgracia, son mayoría las personas que no practican la capacidad de observación. Muchas veces porque no hay hábito, otras por descuido, cansancio o falta de curiosidad. Es algo que se aprende si hay alguien que lo sepa enseñar.Enrique Rojas nos explica en su libro que se trata de un concepto psicológico que alberga en su interior cuatro componentes esenciales:
- Atender. No es otra cosa, como nos dice su propia etimología, que tender hacia, dirigirnos con nuestros sentidos hacia aquello que tenemos delante de nosotros. Es la disposición de la inteligencia para enterarse de lo que está sucediendo en ese momento.
- Escuchar. No es lo mismo que oír –percibir un sonido–. Consiste en poner atención a lo que alguien está diciendo, con la inteligencia y la voluntad prontas.
- Poner la inteligencia a funcionar. Se trata de captar la realidad en toda su amplitud.
- Tomar nota. Es tener presta la voluntad para anotar todo lo que uno está escuchando. Tomar nota tiene tres ventajas muy evidentes: la anotación fija lo que escuchamos o vemos; la atención que se pone mientras se anota algo ayuda a centrarnos; al escribirlo todo en una agenda o cuaderno concretos nos invita a repasar y refrescar ese recuerdo con sus matices.

Los enemigos de la inteligencia: soberbia, orgullo y vanidad
El capítulo final del libro de Ernique Rojas está dedicado a tres manifestaciones psicológicas que distorsionan la percepción de la realidad y que, a la larga, alejan a la persona de la felicidad más auténtica. Se dan en personas con una inteligencia general bastante desarrollada, son muy comunes y más o menos todos las padecemos.
- La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio, estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y, por tanto, de lucidez.
- Mientras la soberbia es más cerebral, el orgullo es más emocional. Consiste en una alta opinión de uno mismo que aparece como una superioridad y aire de grandeza extraordinarios; sin embargo, puede ser más lícito y hasta respetable.
- La vanidad se refiere a una persona que vive de la apariencia, de cara al exterior, dando una imagen muy positiva que realmente no se ajusta a lo interior.