El mal perder es parte de la infancia. En general, es raro que un niño o niña pequeño no lleve mal eso de no ganar a aquello a lo que juega, sea un deporte, un juego de mesa o cualquier otra dinámica en la que tenga que haber triunfadores y perdedores. Pero esta es una característica que suele aparecer muy marcada en los niños y niñas con altas capacidades intelectuales. ¿Por qué y qué se puede hacer? Te lo contamos.
Hace unos días, la divulgadora de altas capacidades intelectuales Silvia Fernández Lozano, quien elaboró en su día la lista de las asociaciones y centros especializadas en altas capacidades intelectuales en cada comunidad autónoma, compartió un post en el que tiraba de humor para mostrar el mal perder en los peques con altas capacidades intelectuales. “Todo mejora”, dice en dicha publicación la experta en esta neurodivergencia. “A base de experiencia la frustración ante los juegos mejora”, añade.
Pero, como ella misma reconoce, la mejora no viene caída del cielo. La clave está, además de en experimentar, en la madurez y, sobre todo, en ayudarles a trabajar sus emociones para que su tolerancia a la frustración mejore. Porque, como te contamos en otra noticia reciente, la mayoría de niños con altas capacidades tienen cero tolerancia a la frustración.
Así describe este proceso Silvia Fernández Lozano, que lo vive en primera persona ya que convive con las altas capacidades en casa: “Nuestros peques tienen cerebritos preparados para ganas y todo lo que sea no hacerlo, es perder. ¡Calma! [...] Cuesta no dejar de exponerles a esa frustración para trabajarla…de verdad… todo mejora. Pero hasta ese momento son brutales los enfados, las movidas y las broncas por perder o por no ganar”.

La clave para suavizar el mal perder en las altas capacidades
El mal perder no desaparece de un día para otro. Y menos en niños y niñas que no tienen buena tolerancia a la frustración porque su cerebro, básicamente, no se lo permite. Les pasa a la inmensa mayoría de los peques con altas capacidades. En cambio, esto no quiere decir que no podamos ir trabajando desde que sean pequeños cómo manejar la gestión de la frustración y, por ende, cómo suavizar el mal perder.
Los expertos en altas capacidades tienen clara la solución, que no es milagrosa, por cierto: la educación emocional. “Es esencial que dediquen tiempo a la educación emocional de los niños”, aseguran desde la asociación Española de Superdotación y Altas Capacidades (AESAC). “Muchas veces, les cuesta porque suelen ser muy sensibles o perfeccionistas. Por eso, trabajar la inteligencia emocional es muy importante para que puedan tener herramientas para equilibrar sus capacidades con su bienestar emocional”, afirman desde ANAC, la Asociación Navarra para las Altas Capacidades.
Esta última asociación recalca hasta cuatro beneficios en los niños y niñas con altas capacidades por el hecho de trabajar y de acompañarles en esa gestión emocional: además del aprendizaje en la gestión de la frustración, ANAC destaca que “mejora su autoestima, fortalece sus relaciones sociales y les ayuda a enfrentar desafíos y a adaptarse a situaciones difíciles”.

Por su parte, desde AESAC explican que las disincronías emocionales en las altas capacidades y la hipersensibilidad de los niños y niñas con altas capacidades “pueden llevarle a manifestar conductas como la impulsividad, falta de planificación, hábitos nerviosos…”, muchos de ellos síntomas que compatibles con ese mal perder.
“Ante esto —aconsejan—, el niño necesita comprensión y afecto por parte del adulto para ayudarle a serenarse, tomar el control de ese desbordamiento emocional y retomar la situación con más sosiego”.
En esta noticia puedes consultar los consejos de una pedagoga experta en altas capacidades para ayudar a los niños a gestionar la frustración.

Poner límites, una herramienta contra el mal perder en los niños
En definitiva, ha quedado claro que, teniendo claro que el mal perder no se puede superar de un día para otro, sí es una cuestión que “se puede trabajar y desarrollar” con los niños y niñas con altas capacidades, concluyen desde la AESAC.
La legitimación de sus emociones, el acompañamiento y la gestión emocional son herramientas para gestionar el mal perder. Pero lo es también, y en ello hacen hincapié desde AESAC, el ponerles límites. “No ceder ante sus enfados o rabietas. Es importante enseñarles a gestionar la fuente de su frustración”.
En poner límites es algo que insisten todos los expertos en neuropsicología e infancia: sin ir más lejos, el neuropsicólogo Álvaro Bilbao aconseja siete reglas para poner límites sin dramas. Puedes seguir sus consejos para hacerlo porque son perfectamente compatibles con la crianza de niños y niñas con altas capacidades.