¿Tu hijo tiene rabietas a menudo?
¿Se enfada con facilidad cuando las cosas no salen como esperaba?
¿Reacciona de manera desproporcionada ante el menor contratiempo?
Si tu respuesta es afirmativa, es probable que ese comportamiento se deba a una escasa tolerancia a la frustración.

No te preocupes, le ocurre a muchos pequeños. Ten en cuenta que están en pleno desarrollo, por lo que todavía no cuentan con las estrategias psicológicas necesarias para gestionar sus emociones. La buena noticia es que existen múltiples actividades para trabajar la frustración en los niños.
Jugando, la frustración se pasa volando
Lidiar con la irritación infantil puede sacar de quicio al padre más zen. Ver a tu hijo pataleando y gritando en el suelo del supermercado no es precisamente la imagen más reconfortante del mundo. Y, sin embargo, en estas circunstancias es esencial mantener la calma pues solo así podrás encontrar una solución tranquilizadora entre este “kit de primeros auxilios psicológicos”.
1. ¡A inflar globos!
Llevar siempre contigo unos globos te sacará de más de un apuro con tu hijo. Los niños adoran inflarlos y es un ejercicio rápido y sencillo para ayudarlos a calmarse cuando están frustrados o ansiosos. Lo único que tienes que hacer es dárselos y pedirles que los llenen. ¡Listo!
Al inicio es normal que los niños soplen de manera descontrolada, pero poco a poco su respiración se irá moderando y con ella su ritmo cardiaco y la presión arterial. De esta manera, el enfado comenzará a ceder y tu hijo se sentirá más tranquilo.
Si después de unos cuantos globos sigue frustrado, puedes animarlo a que jueguen con ellos al aire libre para que liberen las tensiones a través de la actividad física. A fin de cuentas, jugar con globos es una excelente manera de mantenerse activos, según un estudio realizado en el centro de investigaciones Good Play Guide.
Otra alternativa es proponerle soplar burbujas o aplicar la técnica del globo, un recurso muy útil cuando no llevas ninguno encima.
2. Bailad como si nadie os estuviese mirando

Los niños que bailan no solo son más felices, como constataron investigadores de la Universidad Bautista de Hong Kong, sino que también se sienten menos estresados, ansiosos y frustrados. ¿El secreto? El baile estimula la liberación de endorfinas, las cuales generan una agradable sensación de bienestar y relajación. Además, los movimientos de baile también permiten liberar energía y la tensión acumulada de manera divertida.
Por tanto, la próxima vez que tu hijo esté enfadado o frustrado, busca su canción favorita y pídele que baile contigo. Si no la tienes a mano, tararea alguna melodía e invítalo a que mueva su cuerpo como si nadie os estuviese viendo. La frustración desaparecerá como por arte de magia.
3. ¿Quién es el pez globo?
¿Sabías que los peces globos tienen la capacidad de inflarse cuando están en peligro y aumentar varias veces su tamaño? Este animal puede ingerir rápidamente grandes cantidades de agua, y a veces aire, para convertirse en una auténtica bola de pinchos. Y a los niños eso les parece muy interesante. Por tanto, aprovecha su curiosidad para proponerles un juego muy divertido con el que, de paso, podrán liberar la frustración.
La próxima vez que tu hijo esté enfadado o tenga una rabieta, dile que imagine que es un pez globo. Pídele que tome aire por la boca y, cuando tenga los pulmones llenos, retenga el aire e infle las mejillas todo lo que pueda. Luego puede desinflar los mofletes lentamente hasta que se vacíen del todo. Debe repetir esos movimientos una y otra vez hasta que se calme. Y si quieres añadir una nota de humor, hazlo junto a él. Es probable que terminéis muertos de la risa, una de las mejores fórmulas para disipar el malestar.
4. ¡A patear el balón!
Si tu hijo es aficionado al fútbol o a algún otro deporte de balón, usa esa pasión como un recurso en momentos de crisis. Si tienes la posibilidad, sácalo a un espacio abierto donde pueda patear el balón libremente y con seguridad. También puedes usar un espacio en casa donde no haya riesgo de accidentes como un pasillo o la terraza.
Una vez allí, permítele que juegue a sus anchas. Patear el balón, lanzarlo o correr detrás de él tiene un efecto liberador: ayuda a los niños a soltar las tensiones y descargar la frustración físicamente. ¿Quieres hacerlo más divertido? Súmate al juego y pasa un rato entretenido con tu pequeño.
5. Sacar a la luz el artista que lleva dentro
A los niños les encanta crear, por lo que es una actividad ideal para trabajar la frustración. Dale un papel y lápices de colores y deja que canalice sus emociones a través del dibujo. ¡Tu hijo no podrá resistirse!
De hecho, dibujar es una excelente alternativa para enseñarlos a gestionar sus emociones, como reveló una investigación llevada a cabo en la Universidad de Salamanca. A través del dibujo los niños expresan lo que no pueden decir con palabras, por lo que es un vehículo particularmente eficaz para canalizar la angustia y, al mismo tiempo, animarlos a cambiar su foco. Al concentrarse en una tarea mucho más placentera, su mente se libera de los problemas y se sumerge en un estado de calma.
Por último, recuerda que estas actividades para trabajar la frustración en niños deben utilizarse solo como un recurso en momentos críticos. En ningún caso deben convertirse en la única estrategia para ayudar a los pequeños a regular sus emociones pues también es importante que pongas límites claros y les enseñes estrategias que les permitan lidiar con los contratiempos de manera más adaptativa.