Las famosas náuseas matutinas del embarazo hace tiempo que se quedaron sin su apellido por un motivo muy sencillo: los “ascos”, como también se les conoce, pueden aparecer en cualquier momento del día. Sí, también durante la noche.
Es más, es durante la noche cuando son más molestas si cabe las náuseas, vayan acompañadas de vómito o no. No es que no sean incómodas el resto del día, pero por la noche impiden conciliar el sueño y esto genera una ansiedad añadida que no favorece a llevar bien la situación. Además, el no dormir implica estar mucho más cansada por el día, con las consecuencias que ello conlleva también.
Este malestar nocturno, que casi siempre tiene a las náuseas como principal síntoma, es propio sobre todo del primer trimestre, y suele desaparecer alrededor del cuarto mes de embarazo. No hay evidencia científica definitiva sobre qué lo causa exactamente, pero todos los expertos apuntan a los cambios hormonales propios de esta etapa inicial de la gestación como la primera causa.
También lo son el aumento de la sensibilidad a los olores, la sensibilidad del sistema gastrointestinal y determinados genes relacionados al desarrollo de la placenta, pero ninguno de estos motivos sería tal si no se desencadenaran cambios hormonales a raíz del embarazo.
Lo habitual, como decíamos antes, es que no vayan más allá de la semana 20 las náuseas e incomodidad nocturna, pero hay mujeres que las padecen durante todo el proceso. En este caso, es recomendable ponerlo en conocimiento del ginecólogo en las revisiones periódicas para que valore si hay motivos concretos que están provocando dichos síntomas.
A todo esto hay que añadir la intranquilidad de carácter mental, que también es algo que se desarrolla especialmente por la noche, momento en el cual, al no conciliar el sueño, una se detiene más en las incertidumbres y miedos propios de un embarazo. Es más difícil generalizar sobre este tipo de angustia porque no afecta por igual a cada embarazada y porque cada persona la tolera y controla de forma diferente; ni siquiera los motivos son extrapolables, ya que varían muchísimo en función del contexto y personalidad de cada mujer embarazada.
Por lo tanto, sí es normal sentir cierto malestar nocturno durante el embarazo, especialmente durante el primer trimestre, y salvo que se convierta en un problema de tipo mental -acudir a un psicólogo es lo más recomendable en este caso-, lo único que se puede hacer es trabajar para limitar sus consecuencias. Se puede hacer, sobre todo, con una alimentación nocturna ligera y saludable, determinados, y mediante hábitos saludables como trabajar la relajación mental y corporal durante unos minutos antes de ir a dormir.