Ser Padres

“Vamos, corre, date prisa”: razones por las que debemos respetar el ritmo de los niños

Muchos adultos vivimos en un ritmo de estrés constante y vamos con prisas a todas partes. Es frecuente caer en el error de trasladar esas prisas también a los niños y no es beneficioso para ellos.

“Vamos, corre, date prisa”… ¿cuántas veces al día puedes llegar a decir esto? Y ahora párate a pensar ¿es efectivo?  Y sobre todo, ¿es justo para tu hijo o hija? Dicho esto, lo primero que hay que tener claro es que no debemos dejar que se apodere de nosotros el sentimiento de culpa: se trata de identificar si estamos trasladando esta prisa o estrés a los niños y entender por qué no es un hábito beneficioso y cómo mejorarlo.
Para empezar, hay que tener claro que va a haber momentos del día y situaciones ante las que las prisas van a aparecer y, aunque nos pese, tendremos que apremiar a nuestros hijos a acelerar un poco el ritmo.  Pero, en la medida de lo posible, podemos intentar desterrar ese estrés o esas prisas en casa, cuando estemos en la calle paseando o en los ratos de ocio.
Es importante intentar mejorar la organización o las pautas que nos puedan permitir ir con menos prisas para que nuestro estrés no lo vivan también los niños: levantarnos con más tiempo por la mañana para tratar de no ir tan justos, delegar tareas y responsabilidades para equilibrar o repartir la carga de trabajo, establecer prioridades y, en la medida de lo posible, cambiar el chip, ya que hay veces que tenemos el estrés y el ritmo de vida frenética tan interiorizado que nos cuesta bajar de revoluciones y dedicar tiempo a las cosas. También es importante analizar nuestra agenda y observar si, quizá, hay cosas de las que se pueda prescindir: la sobrecarga de tareas tampoco debe ser algo que recaiga en los niños. Los niños son niños, no deben tener agendas de ministros y, a veces, prescindir de algunas actividades puede ayudarnos a tener más tiempo de calidad.
Como decíamos antes, habrá situaciones en las que haya que hacer las cosas más deprisa y dispongamos de poco tiempo. Cuando es así, es importante involucrar al niño y hacerle partícipe de la situación: por ejemplo, puedes explicarle que hoy disponéis de menos tiempo y vais apurados y que por ello es necesario que entienda que podrá jugar menos tiempo en el parque o que no podrá ir al parque, pero que luego podréis leer el cuento que más le gusta antes de dormir con calma.
No deberíamos meter a los niños prisa para jugar, bañarse, disfrutar de un cuento, pasear por la calle…no debemos instaurar el estrés en sus vidas.
¿Quieres saber por qué razones no es buena idea meter prisa a los niños constantemente? Te lo contamos y recuerda: darle a los niños su tiempo también puede permitirnos a los adultos reconectar con el entorno y volver a observar el mundo.
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