Cómo hacer para que tu hijo acepte a tu nueva pareja

Para los niños, la adaptación a una nueva vida tras la separación o el divorcio de los padres puede verse aún más afectada si añadimos la presentación de una nueva pareja. ¿Por qué pasa esto? ¿Qué puedo hacer al respecto? Te lo contamos.
divorcio

Es completamente normal que los niños tengan reacciones negativas cuando comprueban que el vínculo entre sus padres se rompe definitivamente. Habitualmente demuestran su tristeza y su disconformidad desde la misma separación, pero se puede acrecentar cuando su padre o su madre les cuentan que tienen nueva pareja porque es la confirmación de la noticia que tanto daño les ha hecho.

“Es habitual que los niños tengan miedo de dejar de ser queridos como antes. Miedo a que el padre o madre le presten menos atención, o incluso pueden llegar a tener miedo a ser abandonados. A menudo, todo ello puede provocar sentimientos de rabia, tristeza, o ansiedad, y que se manifestará de forma diferente en cada caso.”, indican desde la Fundación Orienta, centrada en la salud mental de los niños y los adolescentes.

¿Por qué a los niños les cuesta aceptar a las nuevas parejas de sus padres?

Antes que nada, es importante entender las razones por las que nuestro peque puede tener rechazo ante la nueva pareja de su padre o madre tras una separación o divorcio. Solo poniéndose en los zapatos de los niños, podremos comprender la situación por a que están atravesando.

La dificultad que experimentan algunos niños al aceptar a un nueva pareja puede deberse a una variedad de factores emocionales, psicológicos y sociales. En primer lugar, como hemos mencionado, la separación de los padres ya representa un gran cambio en la vida de los niños, y la introducción de una nueva persona puede sentirse como otro cambio disruptivo y la confirmación de que están perdiendo a la familia tal y como la conocían.

Además, existe un conflicto de lealtad dividida, ya que los niños suelen sentirse leales a ambos padres, por lo que pueden experimentar sentimientos de conflicto de confianza cuando se trata de aceptar a una nueva pareja. Pueden preocuparse de que mostrar afecto hacia la nueva pareja sea una traición hacia el padre o madre con el que no están viviendo.

Sumado a ello, algunos niños pueden temer que la llegada de una nueva pareja signifique que la relación con su padre o madre se debilite o desaparezca por completo. Este miedo al abandono puede generar resistencia hacia la nueva pareja. Más aún, si perciben que esta nueva persona está recibiendo la atención y el afecto de su padre o madre, es posible que también se puedan activar los celos y resentimientos.

No menos importante son las dificultades que pueden tener algunos niños en aceptar a una figura de autoridad no biológica. De hecho, pueden resistirse a seguir las reglas o instrucciones de la nueva pareja.

Lo cierto es que es fundamental la empatía del adulto con su hijo o hija en esta situación. Como hemos visto, antes de abordar cualquier intento de presentarles, el primer ejercicio obligatorio es ponernos en su piel y tratar de entender cómo se siente. Y si es posible hacerlo antes de comunicarles la existencia de una pareja, todavía mejor porque esto permite escoger bien el momento de compartir la información. Tal y como explican desde la Fundación Orienta, “Hay que buscar un momento de tranquilidad, sin interferencias y poner mucho énfasis en que el amor y la dedicación hacia él/ella no disminuirá. Debemos ser capaces de aclarar que podemos querer a muchas personas a la vez y que en ningún caso habrá ninguna modificación de nuestro amor hacia el niño”, explican.

Espera al momento perfecto

Elegir bien el momento indicado para comunicarle a nuestro hijo o hija que tenemos una nueva pareja es un primer paso que a menudo no se da con acierto. También es perfectamente comprensible que así sea. De hecho, acertar ni siquiera garantiza que no vaya a producirse una reacción negativa del menor hacia esta nueva persona que desea entrar en su vida. Por eso, la paciencia, la comunicación y la empatía son tan importantes en este proceso. “Ten en cuenta que, si a los adultos hay situaciones que no nos gustan, y para las que necesitamos tiempo de aceptación, para los niños es exactamente lo mismo, así que ármate de paciencia, y entiende esas actitudes y conductas como su manera de protestar por una situación, que aún no ha asumido ni aceptado”, exponen desde el portal especializado Psicólogo en casa.

Si les culpabilizamos y perdemos la paciencia, estamos perdidos. El río se desbordará y recuperar su caudal habitual será una labor muchísimo más complicada. En cambio, si respetamos sus sentimientos, que irán cambiando a lo largo del proceso de aceptación de su realidad, y mantenemos una comunicación fluida que nos permita respetar sus tiempos, la probabilidad de que finalmente un día el menor acepte en su vida a nuestra pareja aumenta de forma considerable. “Habla con él, explícale tu necesidad de rehacer tu vida después de la ruptura; eso sí, habla de manera que lo entienda, teniendo en cuenta su edad, y explícale también que esa nueva persona, no tiene la intención de sustituir a su madre o a su padre. Y además, que sigue contando contigo, y con su madre o su padre, para poder hablar de lo que necesite o le preocupe en cada momento”, recomiendan desde Psicólogo en casa.

Por supuesto, durante este tiempo de pausa y comunicación fluida es imperativo no hablar de nuestra expareja delante de los hijos de ambos y no discutir si hay encuentros puntuales con los peques o adolescentes de por medio. Sabemos que es fácil decirlo, que la mayoría de padres y madres separados dicen que no lo hacen, pero también somos conscientes de que a menudo no es así. Hablar mal de nuestra expareja con la abuela, con una amigo/a o hermana/o delante de tu hijo, que parece estar a su aire en otra punta de la estancia, también es romper esta norma no escrita que debería ser inquebrantable.

No forzar encuentros y dedicarles tiempo en exclusiva

Aunque estemos deseando presentarle a nuestra pareja, si la comunicación con nuestro hijo o hija indica que no está preparado para ello debemos esperar el tiempo que haga falta. “No debemos forzar estos momentos. Debemos respetar su ritmo, sobre todo si se observan dificultades”, aseguran desde la Fundación Orienta, que además insiste en “reservar espacios para estar con el hijo sin la pareja y, poco a poco, ir introduciendo a dicha persona”. Estos espacios exclusivos con los hijos, añaden desde la fundación, “hay que mantenerlos”.

Por lo tanto, se le puede sugerir la idea de planificar una reunión con nuestra expareja de vez en cuando si se dan las circunstancias pero jamás forzarlo, y mucho menos por sorpresa. Y tampoco es positivo presentar a la otra persona como un amigo o amiga cuando es la pareja; los niños tienen ojos y oídos como los adultos, así que no debemos mentirlos.

Poner límites

En caso de que acepten planificar una actividad conjunta, lo ideal es que esta incluya hacer algo que al pequeño le guste mucho hacer. “Pero dale su tiempo, porque puede que no lo consigas desde el principio. Con un poco de tiempo, y si no se llevan mal del todo, podrían incluso hacer alguna actividad ellos, sin que tengas que estar tú, así podrían conocerse mejor”, recomiendan desde Psicólogo en casa.

Por último, es importante no dejarnos en el tintero una cuestión clave es esta complicada etapa emocional a nivel familiar: los límites. Según los expertos, es esencial que existan, cosa que no siempre ocurre por miedo a que el niño o niña aumente su rechazo hacia nuestra nueva pareja.

“Si tu hijo tiene faltas de respeto con tu pareja, deberás actuar de la misma manera que si lo hiciera con otra persona, poniéndole los límites oportunos”, afirman desde Psicólogo en casa. Desde la Fundación Orienta aconsejan “no ceder, no complacerle en su demanda, pero ser explicativo y comprensivo, no enfadarse ni castigarlo”. Esto último es aplicable, por ejemplo, si el menor pida explicaciones, en cuyo caso habrá que subrayar que deberá respetar la decisión personal que ha tomado su madre o su padre. Siempre buscando la comprensión y la conexión emocional, nunca el enfrentamiento ni la tensión.

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