No hay dos familias iguales. Tampoco existen instrucciones exactas que nos indiquen lo que debemos hacer para criar a nuestros hijos e hijas. De lo que sí están convencidos los psicólogos Alberto Soler y Concepción Roger es de que hay unas líneas generales que las familias, cada vez más solas y sin referentes, pueden conocer para sentirse menos perdidas. Padres de tres hijos, Soler y Roger acaban de publicar La gran guía de la crianza (Paidós), un manual que recorre diferentes etapas, desde la preparación para la llegada del bebé hasta temas como la elección de la escuela y la corresponsabilidad de la pareja. Su objetivo es proporcionar información detallada para aclarar dudas comunes y advertir de prácticas poco eficaces y estrategias inadecuadas –pero muy normalizadas– que se deben evitar. “Es el libro que a mi pareja y a mí nos hubiera gustado tener cuando nació nuestro primer hijo y nos encontrábamos inmersos en ese momento de la crianza”, dice Alberto Soler en esta entrevista.
¿Por qué esta guía de la crianza?
Bueno, esta guía es realmente el libro que a mi pareja y a mí nos hubiera gustado tener cuando nació nuestro primer hijo y nos encontrábamos inmersos en ese momento de la crianza. Nosotros en aquel momento echábamos mucho en falta un lugar al que acudir y poder resolver nuestras dudas en torno al sueño, a la alimentación, a las rabietas… No tanto desde un punto de vista pediátrico, sino más bien una respuesta a qué hago como padre.
¿Puede agobiar un poco un libro tan enorme?
Creo que el problema muchas veces es lo solas que nos sentimos las familias. El simple hecho de concebir una criatura, no te da conocimiento ni experiencia sobre las cosas que va a necesitar en el día a día. Se requiere de la ayuda de otras personas, algo que antes se encontraba en la tribu, en los vecinos, en la comunidad, y que ahora hemos perdido. Nos falta ese apoyo, ese soporte, de alguien que ya ha pasado por ahí.
Es precisamente esta falta de referentes la que ha propiciado este boom del parenting.
Pero, ¿necesitamos un libro para criar a nuestros hijos?
Eso es lo que nosotros nos preguntamos al inicio del libro: ¿realmente necesitamos un libro? Nuestras abuelas no lo tenían y lo hicieron, lo que pasa es que ellas sí tenían a la tribu, sus amigas, sus cuñadas, sus tías, sus suegras… Y esto ahora no lo tenemos.

Lo que parece es que esta información que llega a las familias y los cambios sociales que se han producido, han propiciado una profesionalización de la crianza: hemos convertido tener hijos en casi una carrera profesional. ¿Qué opinas de esto?
Sin ninguna duda esto es así. Esta presión, además, es aún mayor para las madres que, socialmente, son empujadas continuamente a tener que alcanzar la perfección con sus hijos, con su pareja, con su trabajo… Esto es imposible. Tenemos que aceptar que no podemos llegar a todo, que no podemos hacerlo de diez en todos los ámbitos y que no hace falta. Nuestra intención siempre es la de desculpabilizar.
La culpa parece ir asociada a la maternidad: nace tu hijo y te ponen al bebé y a la culpa en brazos. ¿Cómo luchar contra la culpa que cargamos aún con más intensidad las madres?
Hay tantos mensajes que van hacia la culpabilización que es muy difícil. Se juzgan mucho las decisiones de las madres y no se piensa en el cuidado que necesitan. Para que un niño o una niña esté bien, tiene que estar bien su madre. Si queremos cuidar a la infancia, hay que cuidar también a las madres.
Muchas de las cosas que recogéis en el libro, y que corresponden a necesidades de la infancia y a un desarrollo normal, pueden chocar con el contexto de la familia. ¿Puede generar esto más culpa?
Puede generar culpa, sí, por eso es muy importante entender la crianza y la educación como un asunto político, y defender los derechos de la infancia como un activismo social. Hasta que la sociedad no sea más amable para la infancia, toda la carga va a estar sobre las familias. Y esto, no puede ser. Necesitamos políticas públicas que se tengan en cuenta las necesidades de las familias y de la infancia.
¿Qué factores influyen en cómo afrontamos la crianza de los hijos y de las hijas? Hemos hablado del contexto y la ausencia de políticas, ¿qué más?
Igual el profesor enseña como le han enseñado, el padre o la madre no cría como ha leído, sino como le han criado. La forma en la que nos han criado a nosotros influye directamente en lo que haremos después con nuestros hijos e hijas. Un primer factor está aquí, en la educación y la crianza que los padres han recibido. Un segundo factor está en lo que hemos comentado: el contexto. Una familia con trabajos precarios, en un barrio obrero, no va a vivir igual la crianza que una familia de situación acomodada, con apoyos. El contexto social, económico, político, todo influye en la crianza.
¿Qué necesitamos para que se reconozca socialmente la crianza?
Afortunadamente creo que vamos en esta dirección y va habiendo una mayor conciencia, pero esto va muy de la mano de la economía. Hasta que no haya unos recursos económicos, una cotización, para las personas que están criando, que es un trabajo, esto no se va a reconocer socialmente. Hay que proteger la labor social de la crianza, porque es un trabajo de primerísimo nivel. Las madres hacen un trabajo necesario.
Muchos de los discursos reniegan un poco de esta idea de la protección de las madres y abogan por la equiparación. Ahí tenemos, por ejemplo, los permisos iguales e intransferibles. ¿Es igual un padre que una madre?
A mí nunca me han tirado los puntos de una cesárea. No, no es lo mismo. Las mujeres pasáis por un embarazo, un parto, un posparto y una lactancia y nosotros no. No es lo mismo y vuestros derechos no están protegidos.