El juego es esencial en la vida. “Sin juego no hay infancia”, repiten pedagogos, docentes, psicólogos infantiles y pediatras. Fomentarlo es una de las responsabilidad más importantes que tenemos como madres y padres pero es que, además, es también una oportunidad para el aprendizaje y el disfrute de nosotros, los adultos de la familia. Bien lo sabe Álvaro Bilbao, que ha confesado uno de sus secretos mejor guardados: cuál es el juego con el que ha generado uno de los recuerdos más felices de sus hijos.
En un post reciente publicado en Instagram, el neuropsicólogo confiesa su truco para hacer disfrutar a sus peques por sorpresa. Dice que, literalmente, se mete a tenor por un momento. Sí, a tenor. Como Pavarotti, Josep Carreras y Plácido Domingo. Lo hace, eso sí, en la cocina de su casa y no en los mejores teatros y óperas del mundo.
Bromas aparte, el juego que recomienda que pruebes en casa Álvaro Bilbao es que cuando estéis cenando en familia, te subas encima de una silla y te pongas a cantar cual tenor el estribillo de la melodía Funiculì, funiculà. Por el título no te sonará, pero en cuanto la escuches sabrás de qué canción está hablando el neuropsicólogo, que te anima a perder la vergüenza y hacer disfrutar a la familia, fomentando así el vínculo con tus peques.
Funiculì, funiculà, por si te interesa, es una célebre melodía napolitana compuesta en 1880 por Luigi Denza con letra del periodista Giuseppe "Peppino" Turco. Richard Strauss la incluyó en su obra Aus Italien pensando que era música popular, folclórica, y popularizó más si cabe la canción, por la que tuvo que pagar un cánon a su autor cada vez que la hizo sonar en recitales. A nuestros días, la canción ha llegado viva también por los citados Tres Tenores, que la incluían en sus exitosos conciertos. Esta ultima es la versión que canta Álvaro Bilbao a sus hijos, de hecho.
“Uno de los recuerdos más felices de mis hijos”
Más allá del apunte cultural y de la anécdota de Álvaro Bilbao metido a tenor, lo cierto es que el neuropsicólogo asegura que este juego ha generado “uno de los recuerdos más felices de mis hijos”.
Dice que de vez en cuando siguen jugando, y que “se ponen como locos” porque “se mueren de risa y uno tras otro (por turnos y cuando mamá y papá les damos permiso) se suben a la silla e imitan a papá cantando”.
En concreto, Álvaro Bilbao da hasta dos aspectos positivos de un juego como este, que evidentemente podéis repetir en casa con alguna otra canción que os motive y guste. Son los siguientes aspectos los que destaca del juego el experto en el cerebro de los niños:
- Romper las normas: “es un buen juego para entender que las normas se pueden romper y ganar autocontrol porque les permite entrar y salir del juego de forma organizada”, dice.
- Rango de edad amplio: “es un juego que seguramente les va a encantar entre los 3 años y los 8 años de edad”, asegura Bilbao.
Álvaro Bilbao recomienda el juego “para niños que ya tienen interiorizadas (más que menos) las normas de la mesa y son capaces de estar sentados la mayor parte de la cena”. En cambio, cree que es desaconsejable probarlo con peques a los que “les cueste mucho trabajo regularse”.