Fortalecer el vínculo familiar entre padres e hijos no es algo que se consiga de la noche a la mañana. Ni en la niñez, ni tampoco durante la adolescencia. Si bien es mejor hacerlo desde que son pequeños, requiere en cualquier caso de tiempo, atención y constancia. En definitiva, mejorar la relación con los hijos y estrechar lazos con ellos pasa por cuidar pequeños detalles cotidianos, trabajando día a día por conseguirlo a través de algunos hábitos que no son difíciles de asimilar y aplicar.
Al residir la clave en los aspectos diarios, la dificultad no es tanto el poner atención a cuáles son, ya que muchos los tienes seguro en tu cabeza como madre o padre que eres, sino en conseguir mantenerlos a largo plazo. Regar todos los días la relación con tus hijos e hijas pasa por ser constante en los hábitos que sabemos que son eficaces para conseguir fortalecer el vínculo con ellos.
Aún así, aunque sean conocidos de sobra por la mayoría de padres y madres de niños y adolescentes, repasamos a continuación algunos de estos hábitos diarios que pueden ayudarte a mejorar la relación con tus hijos. Mejor redundar en ello que dejarnos alguno en el tintero.
Diez hábitos
Seguramente, tengas alguno más en la cabeza que no hemos incluido en esta lista de hábitos. Hemos decidido limitar a diez la lista porque son los que, en nuestra experiencia como padres y madres, y en función de lo que dicen los profesionales de la psicología infantil, más impacto positivo tienen en la relación con los hijos.
- Tiempo de calidad: nos hartamos quienes divulgamos sobre crianza en repetir la expresión “tiempo de calidad”, pero merece la pena hacerlo porque es, sin lugar a dudas, una de las maneras más eficaces de fortalecer el vínculo con nuestros hijos. Plena atención a ellos y ellas durante una parte del día, siempre que podáis.
- Las comidas, en familia: este es un hábito, que por costumbre familiar o por falta de tiempo, no se cumple en muchos hogares españoles. Todavía es habitual ver que los niños coman o cenen antes, incluso que desayunen solos mientras hacen otras cosas los adultos a primera hora. Sin embargo, disfrutar de las comidas del día en familia, a poder ser sin televisión, es una de las formas más eficaces de compartir tiempo de calidad juntos y, en consecuencia, de estrechar lazos familiares.

- Darles voz en asuntos familiares: no solo nos referimos a que les dediquemos tiempo de calidad a nuestros hijos, sino que también es importante hacerles sentir que su voz importa dentro de la estructura familiar. Obviamente, no en asuntos trascendentales si tienen cinco años, pero sí en cuestiones en las que pueden participar, como es el caso de la agenda familiar.
- El ritual de la noche: además del tiempo de calidad de la tarde, o de las mañanas si es fin de semana, es muy recomendable cuando tenemos hijos pequeños participar en el ritual de la noche que hayáis creado en familia. Acompañarles durante el baño, cenar con ellos, leer un cuento, repasar y compartir lo mejor y peor del día…
- Acompañamiento emocional: la parte emocional es la más complicada de atender y potenciar como padres. Nos cuesta, como adultos que somos, ponernos en la piel de nuestros peques; entender que no nacemos con la lección aprendida a nivel emocional, y que lo que para nosotros es un granito de arena en una playa para los peques pueda ser una montaña, o para nuestro hijo o hija adolescente, es un ejercicio que puede aportar enormes beneficios a la relación con nuestros hijos. Acompañarles emocionalmente es clave.
- Escucha activa: dejar una puerta abierta permanente a la comunicación con nuestros hijos desde que son pequeños es la mejor vía para mejorar el vínculo con ellos en etapas posteriores, cuando se acerque o llegue la adolescencia, momento vital en el que abrir esta puerta puede resultar muy complicado. Para ello, no solo se trata de dar consejos y hablar, sino que es muy importante saber escuchar a los peques. Si lo haces, verán que tienen muchas cosas que decir.

- Reconocer sus logros: tendemos a criticar, corregir o exigir a nuestros hijos e hijas desde que son pequeños a las primeras de cambio. Sin embargo, nos cuesta horrores hacer lo mismo en un sentido positivo cuando hacen algo que merezca la pena destacar y reconocer. Y no necesariamente tiene que ser un logro material; puede ser, por ejemplo, que ha conseguido calmarse ante un desequilibrio emocional o una rabieta de una forma más constructiva y positiva de cómo lo hacía hasta la fecha. Detalles así suponen un gran esfuerzo en la niñez, por lo que es recomendable reconocérselo a los niños. Tu relación se verá fortalecida sin duda.
- Predicar con el ejemplo: predicar con el ejemplo es el hábito que puede estar presente en todas las listas de consejos de crianza que se redacten. También si el objetivo es mejorar tu vínculo con tus hijos. Porque, si lo es, nada mejor que demostrar la importancia que tiene para ti que así sea.
- Potenciar su autonomía: ser padres hiperprotectores, con el “cuidado” y el “no puedes” todo el día en la boca, puede hacer que nuestros peques siempre estén a nuestro lado, pero no será porque el vínculo es más fuerte, sino porque hemos generado una dependencia en nuestra figura que puede ser contraproducente para su desarrollo y para la relación familiar. Por eso, es recomendable encontrar el equilibrio entre el afecto, la protección y el potenciar su autonomía. A ellos les gusta ver que sus padres confían en ellos y les animan a intentar las cosas por su propio pie.
- Afecto físico: no te guardes un abrazo si lo necesita o un beso si te lo pide. De hecho, a menudo, sobre todo cuando son pequeños, el gesto de cariño es lo que va a ayudar a tu hijo o hija a salir de una situación desagradable como una rabieta o un sofoco con llanto. Es mucho más efectivo que un grito, dónde va a parar, y encima estarás regando tu relación con él o ella.