Los hermanos nos vienen dados de familia. En la infancia es algo normal pelearse con un hermano; es con él con quien aprendemos a negociar, a saber compartir o proteger, a aceptar y a crecer con alguien. Es importante aprender a socializar con nuestros hermanos, ellos se pueden convertir en un gran regalo de vida y en los mejores coaches infantiles que podamos tener. En el proceso de crecimiento con hermanos se pueden dar rivalidades, amistades para toda la vida o celos, ya que debemos compartir con ellos, entre otras cosas, algo muy vital e importante: el cariño y dedicación de nuestros padres.
Muchas veces nos encontramos con que los padres son los árbitros de los conflictos entre hermanos y existen diferentes formas de abordar las disputas entre ellos: algunos optan por consolar a los heridos y reprender al agresor, mientras que otros piensan que los niños deben aprender a resolver los conflictos por sí mismos. Indiscutiblemente, algo fundamental es tener siempre en cuenta las emociones que tienen los niños ante la llegada de un hermano, y que según cada caso particular pueden ser muy diferentes.

Si quieres poner punto final a esta situación de peleas y tensión, y en más de una ocasión te has preguntado cómo crear vínculos más fuertes entre hermanos, psicóloga especialista en Lenguaje y doctora en Neurociencia, Ana Asensio, nos da algunas ideas para aprender a manejar esta situación y que no se escape de nuestro control. Son las siguientes:
- Prioriza la seguridad: es nuestra responsabilidad evitar que los niños se lastimen. Si existe este peligro, debemos intervenir.
- Enseña a tus hijos a usar palabras (y evitar el uso de las manos y los puños) para defender sus argumentos. Esto, probablemente, lo vamos a tener que repetir muchas veces. Forma parte del proceso de crecimiento.
- Refuerza el que expresen sus propias emociones con palabras cuando hay un conflicto, como “estoy enfadado”, “estoy triste” o “esto que estás haciendo no me gusta”. No debemos olvidarnos de la importancia de trabajar las emociones con los niños.
- No tomes partido por uno u otro de tus hijos, esto les hace daño. Es importante que los niños perciban que no estamos favoreciendo a ninguno cuando hay una pelea, a menos que esté en juego la seguridad de alguno.
- Aprovecha la calma que sigue a la pelea para que todas las partes tengan la oportunidad de hablar y de ser escuchado.

- Ayúdales a encontrar la solución en común y a pedirse disculpas desde el corazón, intentando fomentar la empatía que poco a poco con el trabajo educativo aparecerá. Todas estas peleas y roces de desarrollo saludable se convertirán en la vida más adelante (de no haber otras dificultades añadidas), en confianza de hermanos, en amor, en seguridad y en apoyo.
- Atiende los posibles celos o conductas de celo. Los celos entre hermanos son algo natural, como en cualquier otro aspecto de la vida, pero con los hermanos empieza el primer ensayo muchas veces. Muchas disputas por celos aparecen por sentirse desatendidos o “abandonados”, por perder el protagonismo y no disponer de habilidades emocionales y comunicativas que les ayuden a resolver sus miedos. Es importante explicar a nuestros hijos qué son los celos y, si es eso lo que sienten, normalizarlos como parte de la vida, además de enseñarles a expresarlos y resolverlos poco a poco.
- Ofrece espacios de calidad a cada uno de tus hijos, además de en conjunto, en su individualidad. Reconoce a cada uno cómo es, aceptándolos sin comparaciones.