Ser Padres

“La madre suficientemente buena”, el concepto de un psicoanalista que discutió la idea de “madre perfecta”

Donald Winnicott fue un psicoanalista y pediatra británico que introdujo el concepto de “madre suficientemente buena”. Y es que, a pesar de que las funciones que tiene una madre son fundamentales para el desarrollo de un bebé, y por ello debe atenderle, no es posible esperar que una madre sea perfecta siempre.

Hubo tiempos en los que la crianza estaba muy estructurada y existían ideas que quizá ahora nos llaman la atención. Por ejemplo, se pensaba que los niños debían tener las comidas en unos horarios fijos, que no podían ser alzados durante más de diez minutos o que, incluso, no había que acurrucarlos.

Sin embargo, entre las décadas de los años 40 y 60 del siglo pasado, un psicoanalista británico incentivó a las madres a seguir sus instintos maternales, más que a centrarse en mitos. Así fue como ayudó a multitud de mujeres a criar a sus bebés con un instrumento que hasta entonces no era tan utilizado como ahora, y este no es otro que la psicología y el psicoanálisis.

El psicoanalista y pediatra del que hablamos fue Donald Winnicott, el que dio más de 60 charlas radiales en la BBC y se dio a conocer por un concepto en especial: “la madre suficientemente buena”.

Fue un ideal renovador pues hasta entonces se concebía que las madres debían apuntar a ser “madres perfectas y que para ello debían seguir un conjunto de reglas para criar a sus hijos. No obstante, gracias a su concepto se entendió que, aunque en función de si un bebé ha logrado o no cubrir sus necesidades infantiles, se desarrollarán unos rasgos en él, no es necesario que una madre sea perfecta.

La madre suficientemente buena

Lo que el especialista trataba de hacer ver es que las madres tienen unas funciones, pero no tienen que actuar siempre siendo excelentes.

Por ejemplo, deben encaminar su conducta a saber detectar y satisfacer las necesidades de su hijo, porque en las primeras etapas del bebé, este es incapaz de diferenciarse de su madre y por ello es dependiente. O también, debe cumplir una función “de sostén”: debe alimentarlo, vestirlo, limpiarlo y protegerlo. Asimismo, debe aceptar las manifestaciones emocionales del pequeño y entenderlas.

No obstante, no es posible, ni tampoco realista, intentar que una madre actúe siempre a la perfección. No siempre tiene su mejor ánimo, ni toda su paciencia para atender a su hijo. Y a lo que apunta este experto, es que tampoco es necesario. ¿Por qué? Porque el niño es capaz de entender un grado de frustración.

Una madre debe demostrarle amor, atender sus demandas, calmar su sufrimiento, pero como es una persona, a veces puede fallar. Y eso es natural. El error sería desatenderle o no estar disponible de forma prolongada.

Lo que está claro es que, si a veces te sientes presionada por un sentimiento de perfeccionismo maternal, piensa que es normal equivocarse a veces, pero que eres una madre suficientemente buena.

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