Elsa Punset tiene clarísimo que no se puede decir a los niños que no lloren o que no sufran porque eso “es entender mal lo que significa educar emocionalmente” y ninguna emoción es buena o mala en sí misma, lo importante es enseñar al niño a distinguirla y canalizarla.
Punset pone un ejemplo muy sencillo pero muy ilustrativo, ella señala que “la ira puede ser el germen de la justicia social y es bueno sentirla. Lo que no lo es, es coger un arma y atacar a personas” y ahí pone el foco en que lo importante es enseñar a nuestro hijo o hija a canalizar esa ira como cualquier otra emoción de una forma constructiva y no dañina.
Educar las emociones
Elsa Punset es además de divulgadora y escritora, licenciada en Filosofía y Letras, Máster en Humanidades, Periodismo y Educación Secundaria, y ella tiene la sensación de que “en las últimas décadas hemos pretendido asegurar que la vida no es difícil y la vida es intrínsecamente difícil, para empezar porque somos mortales”. Negamos la realidad a nuestros hijos tratando de protegerles y así no les estamos enseñando a gestionar unas emociones que evitamos que reconozcan.
“Debemos preparar a nuestros hijos para que puedan vivir una vida con momentos y emociones complicadas” porque antes o después, igual que nos pasa y nos pasará a nosotros, ellos van a tener que enfrentarse a este tipo de emociones, por lo que es importante que les enseñemos a potenciar “esa alegría que ocupa un espacio relativamente pequeño en el cerebro humano”, según matiza Punset.

Tenemos que enseñarles a no complicarse la vida de una manera inútil pero sin que eso lo pueden interpretar como que desautorizamos sus emociones.
“Hay generaciones en las que a los padres ni se les ocurría preguntar al hijo si era feliz” comenta la experta y sin embargo hoy en día las madres y los padres quizás seamos la generación más consciente de la importancia de cuidar la salud mental de nuestros hijos y desarrollar buenos hábitos, al mismo nivel que con la salud física.
Un cerebro racional y emocional
Elsa Punset tiene claro que en “el cerebro humano emociones y racionalidad van de la mano” porque hay una emoción en el fondo de todo lo que hacemos, en nuestro día a día, en las tareas más nimias, “desde que te despiertas hasta que te duermes” porque el cerebro depende de esas emociones y esas emociones son entrenables.
La idea de educar las emociones, la constancia de que nuestro cerebro se puede entrenar y que podemos aprender distintas habilidades, es para Elsa Punset “una llave de libertad enorme que tiene esta generación y no teníamos nosotros” refiriéndose a los niños y niñas españoles.
No nos fijamos lo suficiente, nos pasa casi desapercibido pero como dice ella misma, “cuando tienes un hijo, nace con una enorme capacidad para la alegría. De hecho, los niños ríen y sonríen muchas más veces al día que los adultos, aunque si no educas sus emociones no estás educando una parte muy importante de su inteligencia”, según apunta Punset.
De ahí la importancia que tiene para ella educar en inteligencia emocional, no reprimir en ningún caso ninguna emoción sino enseñar a nuestros hijos a ponerles nombre, a comprender lo que les mueve por dentro una emoción, a entender por qué nos pesan de ese modo las emociones más negativas porque todo eso les hará aprender a gestionar sus propias emociones y al mismo tiempo a entender las de los demás.
Esos serían para Elsa Punset algunos de los mayores objetivos de la educación y la inteligencia emocional cuando hablamos de nuestros hijos e hijas.

TAMBIÉN LEE: