Los expertos en psicología infantil y pedagogía sólo tienen buenas palabras para los juguetes de construcciones. Los motivos son varios, no hay solo una razón. Lo desarrollamos a continuación.
Los juguetes de construcción no son únicamente los archiconocidos Lego, seguramente los más conocidos del planeta de este estilo. Hablamos de cualquier juego de madera que tenga bloques o formas autónomas con las que hacer todo tipo de formas, de juegos de bloques clásicos de plástico que suelen ser la iniciación a los juguetes de construcción a partir del año y pico o dos años, o de los juegos de bloques magnéticos, que vuelven a estar de moda.
Incluso el Minecraft, si habláramos de videojuegos, entra de esta categoría, aunque obviamente en el universo digital. No en vano, hasta un experto en esta materia lo pone como el juego ideal para iniciarse en este mundillo en la infancia.
Pero en este caso hablamos de juguetes físicos y no digitales. Esos juegos de bloques y formas de distintos materiales que son ideales para fomentar la concentración, la atención y la creatividad, juguetes que además tienen una larga vida porque se pueden empezar a utilizar desde el segundo año de vida (en algunos casos, hay que mirar las recomendaciones).

Los motivos por los que se recomiendan
En este trabajo divulgativo titulado El juego de construcción para el desarrollo del pensamiento matemático en un aula de 2-3 años, Ana García Manjón-Cabeza hace un repaso muy interesante por lo que distinto autor es han escrito sobre los juguetes de construcción.
“El juego de las construcciones es un placer para los niños de 2-3 años”, asegura la autora del documento, que cita unas palabras de Arnaiz (2005) para argumentar su afirmación: “dice que a través de la manipulación buscan formas de llegar lo más alto que se puede, lo que se consigue con emoción y lógica".
Además, está seguro de que “los niños y niñas son capaces de generar producciones complejas que implican simetrías, evidencian ejes de rotación, crean ordenamientos complejos, consiguen equilibrios desconcertantes, recurren a equivalencias entre piezas, definen perímetros regulares de grandes dimensiones y sin referencias inmediatas…’”.
También cita a Escorial y De Castro (2011), que “están seguros de que es un juego que favorece el desarrollo del pensamiento matemático de los niños”, y a De Castro, Barredo y González (2011), que “dicen que se trata de un juego que, si se practica de manera habitual, contribuye al aprendizaje de destrezas espaciales”, señala la autora.

Para Ana García Manjón-Cabeza, los niños y niñas pequeños “pueden aprender formas geométricas tridimensionales, nociones espaciales, topológicas, medidas, comparaciones, simetrías, etc”. Además incide en el aprendizaje lúdico que fomentan este tipo de juguetes de construcciones: “los autores dicen que quieren evitar decir que los alumnos pueden aprender matemáticas sin ser conscientes”, asegura.
También los psicólogos hablan bien de estos juguetes. “Cuando las personas juegan con piezas de construcción, se manifiestan muchos aspectos de su manera de ser y de enfrentarse a los retos. Salen a la luz emociones y rasgos de personalidad; se observan las estrategias que utilizan para resolver conflictos, e incluso los diferentes roles de equipo si el juego de construcción se realiza entre varios/as participantes”, destacan desde el Centro Psicología Bilbao sobre las construcciones en la infancia.
En opinión del equipo del gabinete, “además de brindar información sobre quienes están construyendo con sus piezas, pueden mejorar la inteligencia emocional, la empatía, el afrontamiento de retos y la creatividad de los/as participantes”. Y al mismo tiempo que juegan y aprendan, nos permiten observar y aprender cómo son los peques: “Podemos ver su manera de percibir los problemas o retos a los que se enfrentan, su tolerancia a la frustración, su inteligencia, y multitud de cualidades que se hacen patentes al enfrentarse a esta tarea”, añaden desde el centro bilbaíno.

En definitiva, son todo ventajas en la infancia los juguetes de construcciones. Incluso especialistas en materiales para escuelas como Ticumiku también los recomiendan. En su caso, como puedes leer en su blog, aportan hasta diez beneficios y razones por las que son positivos para los niños y niñas. “Gracias a los juegos de construcción los niños aprenden a identificar el mundo que les rodea, comienzan a adquirir visión espacial y a reconocer el entorno. Favorece la adquisición de conceptos como el tamaño (grande y pequeño, alto y bajo, corto y largo) y a identificar diferentes formas geométricas”, indican.
También ponen en valor desde Ticumiku su capacidad para ayudar a adquirir conceptos complejos como simetría o proporción, a desarrollar habilidades psicomotoras finas, al desarrollo emocional e incluso el por qué les ayudan a entender a los niños que las cosas funcionan porque respeta! ciertas reglas físicas. “Esto les ayudará en un futuro a enfrentarse con mayor éxito a situaciones de la vida cotidiana y a acatar mejor las normas”, apuntan.
Por último, destacan también de los juguetes de construcciones que ayudan a fomentar el orden, potencian la creatividad y la estimulación mental y se pueden emplear para desarrollar el concepto de trabajo en equipo. “Son un refuerzo ideal para su autoestima y seguridad, cuando los padres o profesores les felicitan por haber montado correctamente su construcción”, concluyen desde Ticumiku. .