Ser Padres

¿Cuándo es necesaria la oxitocina?

Durante la dialtación suelen administrarse por vía intravenosa sustancias que reproducen el efecto de la hormona que provoca el parto de forma natural: la oxitocina.

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Autor: Anabel S. Rebollo

Esta práctica no está exenta de polémica, pues los defensores del parto natural argumentan que no siempre se utiliza adecuadamente.

Resolvemos todas las dudas que pueden surgir sobre el procedimiento.

¿En qué casos se aplica la oxitocina sintética?

Lo realmente necesario para que se desencadene el parto es la producción endógena (por el propio cuerpo) de oxitocina, una hormona que segrega el cerebro de la madre durante la gestación.

Antes del parto los niveles aumentan para estimular las contracciones del músculo uterino. Aunque en la mayoría de clínicas y hospitales la oxitocina sintética se utiliza de forma rutinaria para acelerar el parto, su empleo únicamente está indicado cuando las contracciones no consiguen una dilatación adecuada del cuello uterino o si es necesario inducir el parto.

¿Cómo se administra?

A través de un gotero (como el suero), de forma controlada y a dosis crecientes. La velocidad del gota a gota se aumenta gradualmente hasta conseguir las contracciones apropiadas.

El obstetra mantiene una vigilancia estrecha de las contracciones uterinas, la presión sanguínea de la madre y la frecuencia cardiaca del feto. Este seguimiento le permite adaptar la dosis de la hormona sintética a las características de cada parturienta.

¿Cuándo y por qué empezó a emplearse?

Se empezó a utilizar clínicamente en la década de los 60, con las mismas intenciones que hoy en día:

¿En qué posición debe estar la madre?

Puede adoptar cualquier posición. El gotero no tiene por qué impedir dar pequeños paseos por la habitación. Es la analgesia epidural, y no la administración de oxitocina, lo que suele limitar el movimiento de las piernas.

¿Qué tipo de contracciones provoca? ¿Son más dolorosas?

La oxitocina sintética provoca contracciones similares a las que produce espontáneamente la oxitocina natural. Es falso que sean más dolorosas. Lo que ocurre es que, como se administra cuando la actividad uterina es insuficiente, el dolor aparece de repente, pero es el mismo dolor que notaría la mujer si la respuesta a la oxitocina endógena fuera adecuada.

La oxitocina sintética también se administra tras la salida de la placenta (incluso en las cesáreas) para favorecer la contracción del útero y reducir la pérdida de sangre. Esta hormona también estimula la salida de la leche.

Aunque no es una práctica habitual (y en general se desaconseja), cuando no se consigue iniciar la lactancia, a veces se administra oxitocina por vía nasal para mejorar el reflejo de eyección del pecho (la aparición de leche da confianza en la madre).

¿Aumenta el número de cesáreas y de partos con fórceps?

No. Poder estimular la dinámica uterina cuando es necesario ha supuesto una menor tasa de cesáreas por parto detenido y una menor necesidad de recurrir al parto instrumental (ventosa, fórceps) para aliviar un expulsivo prolongado.

Además, ha contribuido a mejorar el bienestar del recién nacido al acortar los partos excesivamente largos.

¿Qué riesgos puede tener para la madre y el bebé?

  • En la madre existe un efecto leve antidiurético (retención de orina). Este efecto, a parte de no ser grave, es excepcional si la oxitocina se administra en dosis adecuadas. En las embarazadas que han pasado por una cesárea hay un riesgo mínimo (del 1%) de rotura uterina.
  • En el feto la hiperestimulación uterina puede producir un déficit de oxígeno transitorio, que suele resolverse fácilmente interrumpiendo la administración. En ocasiones es necesario realizar una cesárea. Ello no quiere decir que la causa de esta intervención sea la oxitocina sintética, sino que se trata de un feto que no aguanta bien el estrés que suponen las contracciones uterinas. La estimulación con oxitocina lo único que hace es poner de manifiesto la limitada capacidad del bebé para resistir un parto largo.

¿En qué casos no debe administrarse?

Asesor: Doctor Pablo del Barrio, del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de Getafe (Madrid).

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