Es que mi hijo no quiere comer desde hace una temporada o es que mi hijo siempre quiere comer lo mismo y no hay forma de que pruebe nuevos alimentos, el caso es que la conducta alimentaria de los niños suele ser uno de esos motivos que traen de cabeza a muchos padres y a muchas madres, convirtiéndose en uno de los motivos de consulta al pediatra más frecuentes, como señala Rosaura Leis, catedrática de pediatría de la Universidad de Santiago de Compostela y Coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría.
Conseguir que la hora de comer no sea una pesadilla con nuestros hijos y que poco a poco los niños coman de todo, son dos de los hitos de la crianza que a veces se encuentran con el problema de que no hay manera de que nuestro hijo se permita probar nuevos sabores, nuevas texturas y en definitiva nuevos alimentos.
Ese rechazo que sienten algunos niños por las novedades a la hora de la comida tiene una respuesta biológica, su paladar está preparado para los sabores dulces de forma natural, pero ante otros sabores como los amargos o los salados, tiene que realizar un aprendizaje progresivo.
“El rechazo que presentan algunos niños a ingerir nuevos alimentos, especialmente alrededor del segundo año”, según explica la doctora Leis, es lo que podemos llamar neofobia alimentaria.
Una complicación transitoria
Eso es lo que señala la doctora Leis y en ello coincide también la dietista y nutricionista Elena Toledano, en que la neofobia aún siendo un fenómeno habitual no suele pasar de ser una complicación transitoria, un problema leve que podemos visualizar en comportamientos selectivos o lo que es lo mismo, niños muy quisquillosos con la comida.
Esta etapa se corresponde con un momento fisiológico normal que se produce tras el destete y que suele disminuir de forma progresiva a partir de los seis años de edad. Un proceso en el que los niños muestran poco interés por la comida, lentitud a la hora de comer y selectividad por algunos alimentos.
El hecho de que el paladar humano esté preparado para los sabores dulces de forma natural, hace que los alimentos que suelen ser más problemáticos y objeto de rechazo sean las verduras y el pescado fundamentalmente y algunas frutas que sean más ácidas o amargas que dulces.
“Hay sabores que precisan ser probados hasta 9 o 10 veces para que les gusten”, comenta la doctora Leis que añade que “no se trata de forzar la ingesta, sino de que el alimento esté en la mesa familiar y se pruebe repetidamente.”
Para conseguir que tus hijos coman cada día mejor es importante que prueben distintos alimentos en un ambiente relajado, disfrutando y compartiéndolos con el resto de la familia, además es muy recomendable que no le des cosas que no debe comer por mucho que la publicidad a veces nos anime a hacerlo.

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