Siete poesías cortas y preciosas para enseñar a los niños

Si las canciones están llenas de poemas, podemos seguir cantando con nuestros hijos y empezar a leer más poesía juntos como estas que os proponemos.
Niña leyendo

Sabemos que la poesía despierta la creatividad de los más pequeños, raro es el niño o la niña que no se deja llevar jugando a buscar rimas o cantando sus propias canciones, sobre la marcha.

La poesía favorece el aprendizaje y la memoria, tiene enormes beneficios cognitivos, emocionales e intelectuales. La melodía, el ritmo, las rimas, las poesías tienen una sonoridad que consigue que se calmen, que se diviertan y a veces, incluso que se duerman tan tranquilos.

Familiarizar a los niños con la poesía es abrirles una puerta a que dejen volar su imaginación, trabajen sin darse cuenta su capacidad de concentración y disfruten imaginando las propuestas que esconden los versos.

¿Qué es lo que más les gusta a los niños de la poesía?

Los poemas tienen musicalidad y ritmo, eso va a despertar su curiosidad y les va a enganchar al juego. Suelen ser textos breves que les animan a la lectura y además, suelen ser divertidos, a veces sorprendentes y siempre muy visuales, sobre todo si son poemas bien seleccionados para la edad de nuestras hijas e hijos como estas que hemos seleccionado pensando en los más pequeños de la casa y en los buenos ratos que podrán pasar escuchándolas, aprendiéndolas e incluso leyéndolas ellos mismos en voz alta.

Gloria Fuertes, “Todo está en su sitio”

      Los lobos en el monte, 

      los pollitos en el corral,

      los peces en el agua,

      los barcos en el mar.

      Ya todo está en su sitio,

      y todo en su lugar.

      Los niños en la escuela

      y los patos a volar.

Antonio Machado, “Pegasos, lindos pegasos”

      Pegasos, lindos pegasos,

      caballitos de madera.

      Yo conocí siendo niño,

      la alegría de dar vueltas

      sobre un corcel colorado,

      en una noche de fiesta.

      En el aire polvoriento

      chispeaban las candelas,

      y la noche azul ardía

      toda sembrada de estrellas.

      ¡Alegrías infantiles

      que cuestan una moneda

      de cobre, lindos pegasos,

      caballitos de madera!

Gabriela Mistral, “Doña Primavera”

      Doña Primavera

      viste que es primor,

      viste en limonero

      y en naranjo en flor.

      Lleva por sandalias

      unas anchas hojas,

      y por caravanas

      unas fucsias rojas.

      Salid a encontrarla

      por esos caminos.

      ¡Va loca de soles

      y loca de trinos!

      Doña Primavera

      de aliento fecundo,

      se ríe de todas

      las penas del mundo...

      No cree al que le hable

      de las vidas ruines.

      ¿Cómo va a toparlas

      entre los jazmines?

      ¿Cómo va a encontrarlas

      junto de las fuentes

      de espejos dorados

      y cantos ardientes?

      De la tierra enferma

      en las pardas grietas,

      enciende rosales

      de rojas piruetas.

      Pone sus encajes,

      prende sus verduras,

      en la piedra triste

      de las sepulturas...

      Doña Primavera

      de manos gloriosas,

      haz que por la vida

      derramemos rosas:

      Rosas de alegría,

      rosas de perdón,

      rosas de cariño

      y de exultación.

Javier Luís Taboada, “Versos de la tierra”

      La Tierra es una peonza

      que no para de girar.

      Aunque parezca redonda,

      no te dejes engañar.

      Está un poquito achatada

      por arriba y por abajo.

      Es como una mandarina

      pelada marcando gajos.

      La Tierra cuando se mueve,

      a vueltas sobre sí misma

      y alrededor de su sol,

      sin destrozarse la crisma.

Mª Elena Walsh, “Así es”

      El cielo es de cielo,

      la nube es de tiza.

      La cara del sapo

      me da mucha risa.

      La luna es de queso

      y el Sol es de sol.

      La cara del sapo

      me da mucha tos.

Rafael Alberti, “Nana de la tortuga”

      Verde, lenta, la tortuga.

      ¡Ya se comió el perejil,

      la hojita de la lechuga!

      ¡Al agua, que el baño está rebosando!

      ¡Al agua, pato!

      Y sí que nos gusta a mí

      y al niño ver la tortuga,

      tontita, sola y nadando.

Marisa Alonso Santamaría, “Los gatos”

      Por favor, no llores,

      no das mala suerte,

      dice el gato blanco

      abrazándolo fuerte.

      Si por tu color

      dicen que eres malo,

      no les hagas caso

      mira hacia otro lado.

      Aunque seas negro

      yo te quiero igual,

      si te marchas lejos

      me sentiré mal.

      El gatito negro

      ha dado un suspiro,

      y muy agradecido

      abraza a su amigo.

Niñas leyendo poseía.  - Pexels

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