‘Niñofobia’: cuando la infancia molesta en un mundo de adultos

Expresiones como ‘no aguanto a un niño a mi lado más de diez minutos’ o los conocidos como establecimientos ‘Adults Only’, que prohíben la entrada a niños, son pruebas de una fobia social a la infancia que cada vez se extiende más. ¿Cómo repercute en los más pequeños?
‘Niñofobia’: cuando la infancia molesta en un mundo de adultos

La sociedad idealiza a los niños callados, que no se mueven del sitio… Pero en cuanto corren, lloran o gritan, entonces se molesta. ¿Qué es la niñofobia y por qué se está extendiendo?

niñofobia - Fuente: iStock

“Todo niño que entre sin supervisión paterna, pasará a ser propiedad del restaurante y a ser vendido como esclavo”. Este es el cartel que rezaba hace apenas unos años en un restaurante de Salamanca y que, aunque el dueño insistió en que no era más que una broma, tuvo que ser retirado de inmediato por las numerosas críticas que recibió.

Es solo un ejemplo del cada vez mayor rechazo que recibe la infancia en algunos establecimientos. En España, alrededor del 8% de los establecimientos son ‘Adults Only’ o, en otras palabras, tienen prohibida la entrada a niños (de menos de seis años, menos de diez, la norma la pone cada uno). De ellos, solo el 1% son bares y restaurantes. ¿El resto? Piscinas, hoteles,… La  culturalmente conocida como ‘niñofobia’ (un término no reconocido por la RAE ni como una fobia por la comunidad psicológica) es, precisamente, esa tendencia a rechazar a los niños por el mero hecho de ser niños.

Algo que no solo afecta a los niños, que son rechazados de según qué lugares, sino también a sus familias, que se ven acotadas a la hora de salir de casa, pero obligadas también a pedir perdón constantemente si el niño tiene un comportamiento que, a buen recaudo, sabe que molestará a alguien.

“No soporto a los niños”

Esta tendencia de rechazo hacia la infancia ha ido en aumento, no solo con la cada vez mayor presencia de este tipo de establecimientos, sino también con memes y con expresiones que cada vez están más normalizadas.

“Mi problema no son los niños, son los padres que no los controlan”. “No aguanto a un niño corriendo y gritando alrededor de mí más de diez minutos”. ¿Te suena alguna de estas expresiones? El problema no es que un niño grite o corra, que es lo normal según su edad, el problema es que el adulto que está en frente no sea capaz de soportarlo.

¿Quién tiene el problema, los padres del niño o el adulto que no lo puede soportar? “Vivimos en una sociedad cada vez más adultizada, en un mundo hecho por adultos para los adultos y en el que en muchas ocasiones no hay comprensión hacia la infancia, esa etapa evolutiva tan importante para el desarrollo de una persona”, explica Mercedes Bermejo, psicóloga especializada en infancia y directora de Psicólogos Pozuelo.

Además, esta respuesta de rechazo a la infancia puede venir dada por algún tipo de trauma en la infancia del adulto, como una educación demasiado autoritaria, restrictiva y/o basada en el castigo. “También puede deberse a que un estado anímico puntual provoque malestar y, por tanto, menos tolerancia al ruido de los niños”.

¿Alguna vez has pedido disculpas por el comportamiento de tu hijo?

Hace algunos años “Hola, soy Jun Woo. Tengo cuatro meses y hoy viajo a Estados Unidos con mi mamá y mi abuela. Estoy un poco nervioso y asustado porque es mi primer vuelo en mi vida, lo que significa que puedo llorar o hacer mucho ruido. Trataré de mantener la calma, pero no lo prometo. Por favor, perdóname, mi madre ha preparado esta bolsa con tapones, úselos si se molesta por mi culpa. Gracias”.

¿Alguna vez te has sorprendido a ti mismo pidiendo perdón después de que tu hijo se comportase como un niño (o como un bebé) en algún establecimiento? Seguro que, de no ser así, al menos has tenido que aguantar alguna mala cara por parte de algún adulto después de que gritase. “Cuando rechazamos a los niños, no estamos cuidando a la infancia”, declara Mercedes Bermejo.

No deberías pedir perdón por el comportamiento de un niño que se está comportando como un niño. Lo normal es que griten, que lloren, que jueguen, que salten y que se rían a carcajadas. La infancia es inmediata, es espontánea, pero también es fugaz, y parece que se nos está olvidando a los que ya hemos pasado por ella.

No pidas a un niño que se comporte como un adulto

“No podemos esperar que un niño esté quieto, parado, sin molestar, sin quejarse… porque entonces no sería un niño”, explica Bermejo. “Me preocupan más los niños que no desarrollan esas actitudes esperables desde el punto de vista evolutivo, que los que sí las tienen y actúan como niños”, continúa.

Como dice la experta, los niños son niños. La infancia es un momento del desarrollo muy inmediato y que, sin embargo, conformará todo su futuro. Por eso, es importante no permitir que los niños se conviertan en adultos antes de tiempo. Tienen que vivir todos los procesos acuerdo a su desarrollo, no pidamos perdón por su comportamiento, pero mucho menos les obliguemos a dejar de comportarse como niños, pues es lo que son.

Es cierto, de acuerdo a las palabras de la psicóloga, que hay padres que no gestionan bien ese comportamiento infantil, pero ese es otro tema que habría que valorar. En este sentido, precisamente, ha querido hablar Rafael San Román, psicólogo y responsable de contenidos y PR en ifeel: “El hecho de que los niños necesiten expansión no puede servir de excusa para no enseñarles a convivir con otros individuos”.

La sociedad no soporta a los niños porque cada vez tiene menos niños cerca

Las tasas de natalidad en España están en mínimos históricos: no se veía un número tan bajo de nacimientos desde que el Instituto Nacional de Estadística recopila datos, allá por el 1941. Esta tendencia a no tener hijo viene desencadenada, como motivo principal, a la falta de estabilidad (en todos los sentidos) a la que se enfrenta la población en edad reproductiva de ser padres.

“En España, la natalidad está siendo muy baja, y eso está propiciando una mayor tendencia hacia la no tolerancia, hacia exigir más a los niños, a un egocentrismo en el que prima la tranquilidad y el control propio y en el que no hay lugar para incertidumbre como la que provoca el ruido de un niño jugando”, afirma la experta Mercedes Bermejo.

No soportamos a los niños porque cada vez tenemos menos niños cerca y, por tanto, no tenemos la capacidad de conectar con unos padres en cuyo lugar no nos ponemos poner porque no hemos pasado por un proceso cercano de paternidad o maternidad.

Lo que está claro es que es totalmente lícito que a alguien le moleste el comportamiento de un niño haciendo cosas de niño, pero hay que tratar ese ‘rechazo’ con mucho cuidado; sobre todo, delante de ellos, pues pueden sentirse rechazados.  “No voy a juzgar por qué se tiene pudor a la infancia, pero sí recalco que el niño debe sentirse querido en nuestro mundo y hay que tener mucho cuidado con el cómo manejar las restricciones a los niños delante de ellos”, termina Mercedes Bermejo.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar