La Organización Mundial de la Salud no deja de advertir desde hace décadas del problema que supone el aumento del sobrepeso y la obesidad infantil en todo el mundo de una forma continua y sostenida. En el año 2022 las cifras eran muy elocuentes, casi 400 millones de niños en todo el mundo tenían sobrepeso, lo que repercute en el aumento de la posibilidad de contraer enfermedades cardiovasculares o diabetes tipo 2 de manera precoz.
La obesidad se considera, tanto en menores de edad como en personas adultas, una enfermedad crónica y multifactorial y para tratarla conviene empezar por entender los hábitos alimentarios de la población y la actividad física que se realiza.

Meriendas poco sanas
Un estudio de la Universidad Oberta de Cataluña ha detectado que un escaso 22% de las meriendas que realizan los niños y las niñas en esta comunidad puede considerarse saludable porque cumple las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Llegan a la conclusión de que la merienda es una comida poco estudiada, a la que se le da demasiada poca importancia a la vista de que es la comida en la que hay una mayor proporción de alimentos ultraprocesados insanos.
Bollería industrial, comida rápida, cereales refinados y bebidas azucaradas, son según esta investigación, los principales culpables del deterioro de la calidad de la dieta de niños, niñas y adolescentes en edad escolar.
“Es esencial desarrollar programas de educación alimentaria para mejorar la calidad de la merienda desde la primera infancia y considerarla una oportunidad para ajustar las necesidades dietéticas diarias de los niños y las niñas en España”, señala Nadia San Onofre, investigadora de FoodLab y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC que ha participado en esta investigación y añade que “aunque en esta investigación no hemos estudiado los efectos de estas dietas, la evidencia científica nos informa que un desequilibrio nutricional recurrente en el tiempo puede tener consecuencias para la salud a corto y largo plazo, así como afectar el crecimiento y el desarrollo”.

Cambio de hábitos
Se analizaron más de 2.100 meriendas de más de 730 familias de Cataluña con hijos e hijas desde los 3 a los 12 años y de todas ellas, no más de un 22% podía considerarse saludable, teniendo en cuenta que según iba aumentando la edad de los escolares, iba bajando la calidad nutricional de los productos que tomaban en la merienda.
Para prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil es fundamental entender los hábitos alimenticios de la población y promover una alimentación más saludable, además de un aumento de la actividad física, algo que a la vista de los datos no se está consiguiendo, según exponen los propios científicos participantes en este estudio.
Las recomendaciones que han planteado pasan por aumentar la variedad de alimentos vegetales frescos, así como de cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva y por otra parte tomar menos productos alimenticios ricos en azúcares añadidos, grasas y sal, sobre todo productos ultra procesados como galletas, bebidas azucaradas y bollería.
Incorporar a los niños y a las niñas en la cocina, según estos investigadores, es una forma de facilitar la aceptación de los alimentos más saludables, junto con la incorporación de hábitos saludables también por parte de los adultos, como referentes y ejemplo para los menores.
“Una cosa es saber qué comer, pero saber cómo hacerlo es diferente”, señala Nadia San Onofre, “promover hábitos saludables y sostenibles durante la infancia requiere un esfuerzo colaborativo en el que deben participar las familias, las escuelas, las agencias de salud pública y otras entidades comunitarias, incluso la industria”.

TAMBIÉN PUEDES LEER: