El documental de la familia Pombo está siendo protagonistas en redes sociales, grupos de WhatsApp y medios de comunicación especializados en la actualidad televisiva. Son cuatro capítulos que puedes ver en Amazon Prime, y como el de las Kardashians en Disney+ o el de Georgina Rodríguez de Netflix, da mucho juego. Tanto que a nosotros nos ha llamado la atención un hábito que tiene el abuelo de la familia, Vituco, padre de María Pombo, con Martín, el hijo mayor de esta y Pablo Castellano.
En uno de los capítulos de la serie documental sobre la vida de María, Marta, Lucía Pombo y familia, se ve al abuelo jugar con su nieto. Decimos jugar porque él claramente lo ve así, como un juego. Lo que hace el abuelo es inventarse un personaje, Pipe, “un monstruo”, dicho por él, que aparece “cuando no come, no cena o se porta mal”, explica el padre de las Pombo. “Me he disfrazado varias veces de Pipe. Se lo cree que te cagas”, apunta a continuación, en referencia a la reacción de Martín cuando menciona a Pipe.
En el documental se ve como el abuelo de la criatura llama a una puerta y dice que Pipe va a venir. Luego también hablan con él y se despiden, incluso le dicen que van a llevarle “una chuleta”, pero es el propio adulto el que reconoce que Pipe le sirve para ganarse al nieto cuando no está haciendo lo que él quiere. Dicho de otro modo, amenaza a su nieto con la llegada del monstruo. Igual que antaño se nos amenazaba a nosotros con que iba a venir el Coco, ¿te acuerdas?

Qué dicen los expertos sobre la amenaza
El uso de amenazas en la crianza lo desaconsejan Álvaro Bilbao y cualquier otro especialista en educación positiva, de igual forma que también desaconsejan, algunos de ellos los pediatras, no solo los psicólogos y docentes, otros hábitos que se ven en el documental de las Pombo.
Por ejemplo, llevar un regalo a tu hijo cuando quieres presentarle a su hermana o hermano —Pombo y Castellano le regalan a Martín una moto de parte de su hija Vega, una recién nacida—, darle bebidas azucaradas a bebés de cuatro meses, como reconocen que el abuelo hizo con el pequeño Martín, o amenazar con que se va a ir con otra familia, como dice que también hizo "Papín" con su hija Marta cuando esta era pequeña. “Te va a venir a recoger una señora que se llama Josefina”, se ve que le dijo en un grabación del momento, cuando Marta tenía cuatro años.
Estos pueden ser experiencias pasajeras, y nadie es perfecto, pero dado que es el hábito del monstruo Pipe el recurrente, y por lo mucho que recuerda al “Que viene el Coco” que suena a otro tiempo, sí conviene recordar qué dice la evidencia científica sobre el recurso de la amenaza.
“Distintos estudios ligan un estilo de educación positiva sin tantos gritos, amenazas y castigos con un mayor nivel de autoestima en los niños. De hecho es una de las razones por la que este estilo de educación está recomendado por sociedades científicas”, dice Álvaro Bilbao sobre el impacto de evitar gritos, amenazas y castigos. “De una forma silenciosa, sin que ninguna de las dos partes lo llegue a hablar, en cada castigo, en cada amenaza y reproche, los padres e hijos nos vamos separando y esa unión entre nosotros que es lo más precioso que tenemos se va debilitando”, añade.
Puede que inventar un monstruo como Pipe se vea como un juego, y que a corto plazo su figura amenante funcione para conseguir que el niño haga lo que queremos, pero no es un hábito recomendado por los especialistas en disciplina positiva para conseguir la confianza de los peques. “Tal vez las primeras veces sí funcione, pero a medida que el niño crece y se da cuenta que quien lo amenaza no cumple su intimidación; o bien, que puede pelear aún más para proteger lo que está bajo amenaza, ya no creerá en ese método de disciplina”, explicaba también la psicóloga cognitivo conductual Maricela Fonseca Analco, especialista en orientación familiar, que achaca a la forma en que estas personas fueran educadas que ahora repitan la estrategia.
Una estrategia opuesta a la recomendada por neuropsicólogos y experto en educación positiva como Álvaro Bilbao. ”Reducir las amenazas, gritos y castigos ayuda a los niños a ganar confianza en los padres y es, precisamente esa relación de confianza lo que va a ayudar a los niños a escuchar y hacer más caso a los padres”, concluye Bilbao, que en otros textos firmados por él ha desaconsejado otros hábitos “tradicionales” similares, como hacer pasar vergüenza a los niños, o decirles cosas como si son tontos, entre otros.