La crianza basada en el miedo no tiene solamente una dirección, sino que puede buscar caminos diferentes. En función de cómo se aplique, así son las consecuencias potenciales que este tipo de crianza tiene en los niños y niñas.
A grandes rasgos, y aunque existan múltiples matices que las diferencian en función de cada familia, hay dos formas de entender o explicar la crianza basada en el miedo. “A veces, los padres tienen problemas para disciplinar a sus hijos y acuden a gestos y actos autoritarios, con el propósito de mantener el control a largo plazo. [...] Y en otros casos, la crianza basada en el miedo proviene de la ansiedad de los padres”, explica el Instituto de Investigación, Formación y Desarrollo en Ciencias Humanas Instituto (INFODECH).
Si hablamos de una crianza basada en el miedo por la jerarquía con la que los padres educan a sus hijos e hijas, lo que se produce es la intimidación de los pequeños de la casa, lo cual tiene un impacto directo en su forma de comportarse y de comunicarse en el ámbito del hogar y también fuera de este.
Si, por contra, es una educación en el miedo que proviene de la ansiedad de los padres, que están temerosos a lo que puede ocurrir a sus peques o cómo van a ejercer la responsabilidad de la maternidad/paternidad, lo que suele ocurrir es que “termina dándole un matiz particular a la crianza y, con frecuencia, siembra una semilla de ansiedad en los chicos”, aseguran desde Indodech.
La misma fuente señala una tercera variante de este tipo de crianza, “la de educar en tiempos convulsos”, que entronca con la crianza basada en la ansiedad de los padres pero con un detalle distinto: la presión social y del entorno es mayor porque hay situaciones críticas de seguridad. Puede pasar en una guerra o, por qué no, durante una pandemia como la que vivimos recientemente. “En un contexto así, la crianza y la infancia no siguen su curso normal, pues el contexto implica grandes amenazas”, apuntan desde Infodech.
Pero de todas estas vertientes, la mayoría de las personas entiende por crianza basada en el miedo aquella que hace referencia a los padres y madres autoritarios. En ella nos detenemos a continuación.

Consecuencias de este tipo de crianza basada en el miedo
Reglas estrictas, normas muy marcadas, tono de voz y comunicación gestual agresiva o, como poco, seria, y determinadas decisiones que recuerdan a una crianza propia de otro tiempo. Pocas explicaciones, poca oportunidad para el diálogo y que los niños y niñas den su opinión, etcétera. Todos estos son rasgos de la crianza basada en el miedo por exceso de autoridad. Obedecer y callar es lo que les toca a estos peques.
En este caso, si un niño o niña se rebela, también son habituales los castigos, ya sean emocionales o físicos. Las cosas han cambiado, pero no tanto. Basta con mirar alrededor para ver que hay una parte de la sociedad que sigue educando así, con autoridad, infundiendo miedo a sus hijos e hijas.
Según el equipo de Infodech, “el uso del miedo, mediante las amenazas verbales y castigos físicos y emocionales, puede convertirse en una estrategia educativa en este estilo de crianza” con el objetivo, añaden, de “que el otro obedezca sin cuestionar nada”.
Sin embargo, no solo es la producción de temor lo que puede caracterizar a este tipo de crianza. “La educación autoritaria engloba una complejidad mayor y está influenciada por diversos factores”, explican desde el instituto de humanidades. Y al igual que no solo hay un objetivo en esta crianza, tampoco hay una única consecuencia.

En su regla de las cuatro ‘erres’. El psicólogo Rafa Guerrero habla de revancha, retraimiento, resentimiento y rebeldía cuando se refiere al castigo, que es una herramienta común en la crianza basada en el miedo.
La revancha, dice Guerrero, se da porque “cuando un niño es castigado, aparece de manera innata las ganas de devolver lo que le han hecho”. El retraimiento ocurre porque en este tipo de crianza los peques reaccionan a un grito de su padre o madre, por ejemplo, porque “sienten miedo”, y el miedo intenso, añade el psicólogo, “paraliza y afecta a la autoestima del niño”.
La rebeldía es otra consecuencia de crianzas basadas en la autoridad y el miedo porque es probable que con el tiempo, si la autoridad pega, insulta o agrede, la rabia haga que ese peque desobedezca. Y es que, como explica Rafa Guerrero, “la rabia que siente por ser tratado de esa le invita a desobedecer”.
Y, por último, también es habitual el resentimiento, indica Guerrero, porque “aunque el menor no sea consciente, en lo más profundo de su ser siente que el adulto que castiga le está tratando de manera irrespetuosa y que no es merecedor de ser tratado así”. Se siente, en definitiva, “injustamente tratado”, concluye el experto.
Todo esto, a su vez, puede tener consecuencias tanto durante la infancia como en la adolescencia y edad adulta. Baja autoestima, mala relación con sus familiares, malos hábitos en sus relaciones sociales con sus iguales, y poca madurez psicológica, entre otras consecuencias negativas.