Es bastante probable que nunca hayas oído el término “maternés”, pero seguro que lo has puesto en práctica o has oído cómo alguien lo ha utilizado. ¿Has hablado alguna vez a tu bebé de forma cariñosa, así con un tono un poco especial? Entonces sabes a qué nos referimos.
En general en la mayor parte de las culturas, las personas mayores tendemos a comunicarnos con los bebés y con los niños pequeños de una manera peculiar muy reconocible.
Normalmente, con independencia del idioma, utilizamos una forma de hablar que se caracteriza por una pronunciación y una vocalización muy marcadas, una voz más aguda, una entonación exagerada (a veces musical) y el uso de palabras y frases sencillas y repetitivas que se centran en el presente.
A esto se le llama maternés, un estilo de habla que es capaz de llamar la atención de tu hijo y que, según han asegurado varios estudios, le ayuda con sus habilidades lingüísticas. No es lo mismo que lo que se llama “baby talk”, ya que esto se refiere más bien a los balbuceos y mezcla de sonidos sin sentido que se usan para interactuar con ellos cariñosamente.
El maternés o parentés (cuando lo utilizan ambos padres), también llamado lenguaje del cuidador, es como un dialecto del idioma que utilizamos para comunicarnos con los bebés y que tiene su propia entonación, gramática y léxico. Es decir, que se basa en el lenguaje, pero está simplificado, aunque es un discurso gramatical totalmente. Algo que también lo caracteriza es el abuso de diminutivos o el léxico simplificado, por ejemplo, cuando se dice “tete” en vez de “chupete”.
Además de ello, esta forma de comunicación no solo se restringe a lo oral, sino que también viene acompañada de mucho lenguaje corporal con contacto físico y muchas gesticulaciones. Se produce casi como un diálogo, y aunque solo sea una persona la que está hablando, el pequeño también responde, pese a ser con movimientos, miradas, sonrisas y pataleos.
La importancia del maternés: ¿qué beneficios tiene?

Un estudio del Instituto de Aprendizaje y Ciencias del Cerebro (I-LABS), de la Universidad de Washington se centra precisamente en los beneficios que aporta esta forma de hablar con los niños incluso más a largo plazo de lo que se pensaba.
A pesar de que algunos padres puedan considerar que es ridículo o que poca utilidad tiene, lo cierto es que su uso es bastante beneficioso para el desarrollo del bebé y la adquisición del lenguaje.
Primero porque tiende a reflejar emociones positivas en el bebé, lo que favorece la comunicación y los vínculos afectivos entre el niño y su familia (o la persona que se comunica con él). Además, como decimos, no se trata de un monólogo, sino que el bebé aprende a responder, aunque no sea con palabras y comienza a respetar los turnos de conversación. Y esto, educa sus capacidades comunicativas.
Asimismo, al tener un tono exagerado, esto llama la atención del bebé y tiende a fijarse más en los sonidos. Se trata de un lenguaje muy importante porque, aunque no sea muy complejo, poco a poco lo irá profundizando, lo que contribuye, como decimos, a una mejor adquisición y desarrollo.